Ya hemos hablando en otra oportunidad del formalismo ruso y de las figuras más importante en uno de los movimientos que marcaría más el rumbo que tomarían las letras y la forma en la que se entendería la narrativa y la crítica literaria. En este artículo hablaremos de Víktor Shklovski quien, sin lugar a dudas, fue el hombre que supo comprender el sentido de la crítica como nadie y a quien muchos se refieren a la hora de entender la nueva literatura.
Víktor y el formalismo
Podría decirse que su nombre es sinónimo del término ostranenie, que hace referencia al extrañamiento que juega un papel fundamental en la crítica literaria del siglo XX. Es importante señalar que dicho nombre se encuentra a la altura de otros importantes exponentes del formalismo, como lo fueron Vladimir Propp, Roman Jakobson o Luri Tinianov.
Recientemente la editorial de Fondo de Cultura Económica ha publicado dos obras que han dado en llamar «La tercera fábrica» y «Érase una vez»; dos relatos autobiográficos que permiten acercarse a la obra de este estudioso de las letras, traducidos directamente por la especialista Irina Bogdaschevski.
Víktor Shklovski nació en San Petersburgo el 24 de enero de 1893 y se desempeñó como escritor y crítico panfletista de la Unión Soviética; pero seguramente una de las razones por las que fue y será más recordado es por ser uno de los principales representantes del formalismo ruso.
Su principal aporte a las letras fue la fundación del OPOYÁZ, un grupo para el estudio del lenguaje poético que fue fundamental a la hora de establecer las bases de lo que más tarde se daría a conocer como formalismo Ruso, que desarrolló teorías y documentos relacionados con la crítica literaria cuyo objetivo era ordenar la forma en la que se estudiaba e interpretaban los textos a fin de tener un punto de comparación y evitar las críticas absurdas y sin basamentos.
Cabe mencionar, que también se dedicó al estudio de importantes autores de su tierra como Maksim Gorki, Lev Tolstói y Vladímir Mayakovski de quienes escribió extensas y detalladas biografías. Además, compuso una serie de textos semi-autobiográficos los cuales presentó como obras de ficción y que tuvieron un éxito reconocido y merecido entre sus lectores.
El extrañamiento en el arte
Seguramente dentro de todo lo expuesto por Shklovski, el concepto de extrañamiento en la literatura, es una de sus teorías más llamativas y resaltables.
El mismo podría resumirse como la cualidad que posee el arte de dar vida a los objetos, quitándoles su condición de cotidianidad y brindándoles una percepción diferente, desligada del autor y del entorno en el que se encuentran enclavados. Dice Shklovski:
De este modo podríamos decir que todo lo que deseamos representar a través de una obra de arte podrá cobrar vida a través de múltiples formas, las que nosotros escojamos y desde entonces, objeto y representación podrán desligarse completamente de lo que son, es decir que lo que de ellos haya existido hasta entonces de concebido, deja de ser, para cobrar otra forma, la que el artista ha deseado representar.
Continuando con esa idea de extrañamiento, Shklovski se acerca a la comprensión de la actividad literaria como una forma de realizar una práctica social; es decir que el artista vive enclavado en una sociedad y representa en su obra diversas teorías que saldrán de la misma pero adquirirán vida propia, volviéndose únicas e inherentes al propio autor.
Posteriormente los autores Mijaíl Bajtín y Yuru Lotman, quienes continuaron esparciendo las ideas del formalismo y resignificando lo expuesto por Shklovski, desarrollaron aún más este concepto para orientarlo más hacia la crítica literaria. Esto lo expusieron a través de la creación de la Escuela de Praga y la Escuela semiótica Tartu-Moscú.
¿Cómo conseguiremos que trabajen para nosotros?
Como muchos autores y pensadores de otra época, Víktor iba más allá de las teorías literarias, encabezaba un cambio social rotundo y se adelantaba a su tiempo exponiendo problemas que todavía no eran reales pero que tarde o temprano lo serían; como lo hace en su obra Zoo o cartas de No amor, donde dice:
Me parece sumamente interesante esa forma de entender los cambios que traerían (y que se volvieron ciertamente reales apenas unas décadas más tarde) los avances tecnológicos y el alto precio que la humanidad debería pagar al no estar preparada para ellos.
Esos problemas a los que hace referencia no están únicamente ligados a los cambios en la vida de los individuos sino al enfoque que las sociedades tendrían. A esa completa entrega a los beneficios económicos sin importar lo que cueste ni cuántos sufran a costa de ello; a este completo absurdismo en el que nos encontramos donde la rapiña financiera y la crisis que afecta a todos los sectores parecen ser el problema más importante pero el menos atendido de verdad.
Posiblemente esta crisis económica, ligada íntimamente a la inserción cada vez más absoluta de la máquina en la producción, nos lleva a preguntarnos si realmente podremos hacer que esas máquinas trabajen para nosotros, permitiéndonos vivir, progresar; pero todavía más, y creo que a eso se refería este autor, ¿podremos amoldarnos a los cambios y utilizar aquello que hemos creado en nuestro favor o continuaremos en este camino alocado y descontrolado de dominio y ambición cuyo único final puede ser una catástrofe irreversible?
Comentarios1
El estilo de vida de Tolstoi fue la mejor manera para combatir el “absurdismo” de nuestra existencia y la “rapiña financiera”, pero la mayoría del pueblo ruso prefirió escoger el camino de Lenin y Stalin, que destrozó el país y otros países que siguieron el mismo camino sin salida. Antes de esa “catástrofe irreversible” el gran poeta Mayakovski optó por el suicidio, aunque existen sospechas que fue asesinado por los estalinistas. En ambos casos no cambia la tragedia. Sergei Yesenin ya se había suicidado en 1925, después de la deportación masiva de dos mil escritores, poetas, filósofos y científicos rusos en el famoso “Barco de los Filósofos”. Gracias Téxil por presentarnos a Víktor Shklovski.
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