Razones para leer «Escrito en el cuerpo» de Jeanette Winterson

Te invitamos a leer esta novela de Jeanette Winterson, «Escrito en el cuerpo».

 

Una de las cualidades que todos le señalan a Jeanette Winterson, especialmente refiriéndose a su libro «Escrito en el cuerpo», es la de poder hablar sobre nosotros, sobre todos nosotros, usando una voz plural y neutral. Esta idea siempre viene enlazada al concepto de universal que asumimos en la buena literatura. Winterson es capaz de hablar de la condición humana, eso está claro, sin embargo en ese sentido caben algunas aclaraciones que no siempre se hacen y que yo considero fundamentales. Sobre este tema y sobre algunas razones para no perderse «Escrito en el cuerpo» escribo aquí.
 
 

El amor como motor de libertad

En primer lugar voy a decir que estamos ante una novela extraordinaria en forma y tono, que nos arrastra del amor a la desesperación de un párrafo al siguiente. Una lectura recomendadísima para quienes miramos la literatura con el deseo de que salve. Partiendo de esa base, creo que se trata de una novela que merece nuestra atención.

«Escrito en el cuerpo» trata acerca de la fuerza de la pasión y sobre todo, se retuerce hasta explicar, o al menos intentarlo, la forma en la que nuestras relaciones nos modifican, los mecanismos que vamos incorporando en la vida a partir de determinadas experiencias y la manera en la que se amasa el miedo y el dolor para conseguir sobrevivir, que es después de todo, el objetivo de toda criatura viviente.

La vida amorosa de la narradora va de salto en salto, siguiendo una línea más o menos equilibrada, no necesariamente sosa, hasta que conoce a Louise, una joven que está casada con un médico. Después de una serie de furtivos encuentros, deciden irse a vivir juntas. Todo marcha de maravilla, hasta que la narradora se entera de que su amada padece cáncer. ¿Cuánto puede cambiar nuestra vida una verdad irrevocable? ¿Qué decisiones seremos capaces de tomar con tal de sobrevivir? ¿Cuánto se puede amar y decidir sobre la vida de las personas a las que amamos? Estas son algunas de las preguntas que asaltarán la mente de la narradora y en torno a las cuales girará gran parte de la novela.

Por un lado hay que señalar la capacidad de Winterson de llevarnos corazón adentro. A través de la lectura podemos transitar ese territorio gélido que es el infierno que nosotros mismos nos trazamos. Con absoluta elegancia y buen gusto, consigue contagiarnos de sensualidad y excitación, aludiendo a los placeres de la carne y rompiendo los límites de las convenciones, sobre todo en lo referente a lo que es o debería ser una pareja. En ese sentido, es un libro rebelde y extraordinario.

Otra cosa que hace interesantísimo este libro es el discurso sobre el cuerpo. Winterson nos pasea a través de las formas en las que la vida traza un mapa en nuestra anatomía, los dolores, las enfermedades que nos acucian y nuestro vínculo con un más allá que es tierra y es materia.

Voz femenina que escribe sobre todos

Y ahora paso al tema de la voz. Se ha dicho de este libro que posee un narrador andrógino. Personalmente no me ha dado esa sensación. Aquí voy a postularme contra muchas teorías valiosas elaboradas en torno a la escritura de mujeres y que en español se usa sobre todo para referirse a escritoras extranjeras, sobre todo de idiomas que no poseen una marcada diferencia entre el femenino y el masculino desde el yo, con sus respectivos pronombres y demás. Pienso que existe una marcada tendencia a hacer esto, y creo saber a qué responde: la mujer para hablar de la humanidad debe fingir lo que no es, cosa que no se le pide a los hombres. Nunca se asume la escritura masculina desde la androginia, incluso cuando pueda existir cierta ambigüedad. Pero en la obra de muchísimas mujeres, la Woolf no ha zafado tampoco a este prejuicio, se intenta dar una importancia absoluta a esa ambigüedad, como si escribir desde un yo femenino no pudiera ser global, como si en una voz femenina no cupiera toda la humanidad.

Ahora bien. Es cierto que en algunas obras se da esa androginia, pero no es el caso del libro que tenemos entre manos. Mientras leía «Escrito en el cuerpo» en ningún momento tuve la sensación de que quien escribiera fuera un hombre, constantemente se nota el tono femenino. La búsqueda, la lucha interior de la protagonista y la forma de plantear las situaciones me parecen absolutamente femeninos. La Winterson sin embargo habla de todos, y lo hace con maestría. Y me parece que ya va siendo hora de que asumamos la excelencia venga de quien venga. La propia autora ha afirmado que le interesa que cualquiera pueda sentirse identificado con sus historias, pero esto no significa que no sea mujer cuando escribe o que podamos leerla asumiendo que es un hombre. En todo caso que en su escritura cabemos todos porque no debería importar tanto el sexo del que narra sino la identificación con lo que leemos. Y ahora estoy pensando en algo que dice Siri Hustvedt, que si bien el arte no tiene sexo, las personas que rodean a la obra de arte, sí, y por eso sigue siendo importante mirar con ojo avizor toda obra, toda traducción, todo intento de generalización que circunda la obra de numerosas autoras, para hacerlas parecer menos femeninas, más parecidas a ellos, que son los que tienen el poder de escribir desde lo universal.

La voz de la Winterson nos transporta a los miedos de una mujer que vive al margen del sistema, que quiere desarrollar una vida en libertad, en sus pasiones, en su carne, con su cuerpo, pero sin dejar de ser mujer, es decir, siendo lo que es, buscando lo que es. Para ello necesita perderse y en su búsqueda de recuperación descubrirá que todo lo que la atosigaba, sus más profundas dudas, ya su cuerpo las había desvelado. Y aquí reside una de las grandes miradas del libro. El cuerpo como sabio que nos guia, a la vez que receptáculo de las experiencias y las dificultades de la vida.

Jeannette Winterson nos regala una novela maravillosa, apasionante, sincera y llena de reflexiones interesantes sobre nosotras mismas y sobre el mundo que habitamos. Que nadie se lo pierda. Y termino agradeciéndole a Verónica Hernández, de Leo y te lo cuento, por haberme regalado esta bonita novela que me ha permitido conocer a una autora que me ha interesado muchísimo. También es un momento ideal para recomendarte que visites su blog, un espacio fabuloso de lecturas, donde seguramente podrás conocer a autoras y autores fascinantes.



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