El ciclo del desván de los libros perdidos ya se ha convertido más en una excusa para recomendar buenas lecturas que en un espacio donde recuperar obras del pasado. De hecho, la protagonista de hoy es una novela de edición contemporánea. Se trata de «Reconstrucción» de Antonio Orejudo, y representa no sólo un paseo a través de la historia del protestantismo en Europa sino también una defensa rotunda de la fabulación y la literatura. Un libro que recomiendo con muchos signos de admiración.
La rebelión protestante en Europa
«Reconstrucción» se divide en dos partes bien definidas. En la primera, nos situamos en Münster, durante la gran rebelión protestante de 1535, que puso patas arriba la supuesta estabilidad moral que reinaba en Europa y dio lugar a la división entre católicos y protestantes. La segunda parte tiene lugar unos veinte años más tarde y narra la búsqueda de un hereje misterioso por parte de la Inquisición.
La historia comienza con Frederik, un personaje que aparece poco pero que podría ser, desde mi punto de vista, el pilar a través del cual se construye toda la obra. Frederik es un viejo obispo que aunque no ha conseguido realizar su sueño de convertirse en Papa, aspira a que su discípulo, Bernd Rotham, lo haga. El obispo supo reconocer en Bernd una capacidad excepcional para comunicar sus razonamientos y convencer a quienes lo escuchan de la veracidad de sus argumentos, por eso decidió guiarlo en el camino de la fe, y también el de la lujuria. Ahora, Frederik aguarda el regreso de su protegido, que ha estado completando sus estudios en Colonia durante los cinco últimos años. Pero durante su ausencia, Bernd ha cambiado. Esa relación retorcida que se ha establecido entre ambos es el disparador para que el discípulo se construya una nueva identidad y rechace con buenos argumentos todo lo aprendido junto a Frederik.
Si en la primera parte el protagonismo lo tiene el fervor de la revuelta protestante, en la segunda el foco de atención se deposita sobre un libro firmado por un tal MSV. Se trata de una obra que no sólo cuestiona el funcionamiento del cuerpo humano sino que además introduce, con un lenguaje cientificista, una serie de críticas en torno a los preceptos más defendidos por la Iglesia (la existencia y naturaleza del Espíritu Santo). Palmier, el inquisidor de Lyon, se pone en contacto con Joachim Pfister, un creador de tipos con una cierta conducta obsesiva, que conoce muy bien el mundo de la imprenta y le envía a buscar al autor de esa publicación. Este viaje, sin embargo, supondrá un camino sin retorno para Pfister, ya que lo obligará a replantearse su propia identidad y sus certezas.
Historia de la fabulación
Decía al comienzo que «Reconstrucción» es también un libro a favor de la literatura y la fabulación. Poner en palabras, interpelar, repensar los hechos es lo que lo que los dota de vida. No existen las cosas que ocurren sino las cosas que son contadas, cómo son contadas y para quién son contadas. En verdad esta ha sido la perspectiva de lectura de la que más he disfrutado. Con su ingeniosa prosa, Orejudo, nos invita a reflexionar sobre los axiomas que definen los hechos esenciales de la historia y, a la vez, nos divierte y entretiene con una narración exquisita.
Teniendo en cuenta esto debemos leer este libro en busca de los matices en los que se apoya Antonio para reconstruir una historia que no termina nunca: la de la lucha de poderes y la frivolidad que sustenta a todas ideologías. Está claro que si «Reconstrucción» se hubiera publicado allá por el 1500 Orejudo no escaparía de las listas de la Santa-ísima Inquisición.
Aunque a simple vista puede resultar una obra difícil de seguir, sobre todo si se tiene una memoria y una inteligencia lerda como es mi caso, la forma en la que se nos van presentando los hechos y personajes es sumamente fluida y nos permite disfrutar de la historia como si fuera un largo y entretenido cuento.
Sobre todas las cosas, «Reconstrucción» es una oda a las narraciones y un regalo para todos aquellos que necesitamos nutrirnos de lecturas valientes y subversivas. Una aventura que nos obliga a poner en tela juicio todo lo que nos cuentan (y nos contamos). La historia comienza con Frederik y no termina.
Comentarios1
Por fin un libro en el desván de los libros perdidos que he leído y aún conservo ;). Este no se pone a la cola. Totalmente de acuerdo con lo que expones, Tes. Un abrazo.
¡Qué bieeen! Orejudo es un narrador maravilloso, por eso quise traerlo al ciclo. Me alegro de que lo hayas leído y de que coincidas en mis torpes apuntes, Rapsódico.
Un abrazo!
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