Oliverio Girondo nació el 17 de agosto de 1891 en la ciudad de Buenos Aires y, gracias a pertenecer a una familia con un poder económico alto, pudo estudiar en París e Inglaterra y escribir y publicar desde muy joven.
Girondo fue uno de los protagonistas del comienzo de la primera vanguardia en Argentina, el ultraísmo, del que también participaron Borges, González Tuñón, Macedonio Fernández y Leopoldo Marechal.
Los poemas de Girondo se caracterizan por estar llenos de ironía y por ser muy pintorescos, y su principal punto es que exaltan el urbanismo, la vida cosmopolita y critican el costumbrismo.
Entre sus relaciones importantes se encuentran la que estableció con Pablo Neruda y Federico García Lorca, quienes en varias ocasiones estuvieron visitándolo en Buenos Aires, además estuvo casado con la poetisa Norah Lange, a quien conoció en un almuerzo realizado en honor al escritor Ricardo Güiraldes.
Entre sus obras más conocidas se encuentran: «Veinte poemas para leer en el tranvía», «Calcomanías», «Persuasión de los días» y «En la masmédula». Esta última es muy famosa y se trata de un conjunto de poemas escritos con una pasión impresionante.
Enrique Molina escribió acerca de ella:»Hasta la estructura misma del lenguaje sufre el impacto de la energía poética desencadenada en este libro único. Al punto que las palabras mismas dejan de separarse individualmente para fundirse en grupos, en otras unidades más complejas, especie de superpalabras con significaciones múltiples y polivalentes, que proceden tanto de su sentido semántico como de las asociaciones fonéticas».
Su obra «Veinte poemas para leer en un tranvía», es considerada una de las obras imprescindibles para la fundación de la vanguardia latinoamericana, una obra que fue publicada con ilustraciones del propio autor, quien también era un aficionado a la pintura pero nunca presentó sus cuadros.
Según el propio autor, este libro de poemas, lo había escrito para redimirse por su obra anterior, «La madrastra», que desde su punto de vista se trataba de «un melodrama infecto«. Pese a que quienes han leído esta obra no comparten con el autor no caben dudas que su segunda publicación fue impresionante y marcó un antes y un después en la poesía de Latinoamérica.
Lo particular de esta obra es que las pinturas complementan a los versos y ninguno podría ser sin lo otro; las imágenes aportan un aspecto decorativo que permite apreciar la obra en su más pleno potencial.
La posibilidad de viajar a Europa fue vital en la obra de Girondo, quien gracias a estos viajes pudo acercarse a la obra de innumerables escritores y poetas, de Francia, España, Italia e Inglaterra que seguramente lo ayudaron a formarse como poeta; sobre todo, se puede comprender un arraigo en el esteticismo francés, en la poesía de este argentino.
Además, conocer el ambiente literario europeo lo anima a trabajar en revistas de poesía y literatura, en las que también colaboraban ilustres autores de la época.
«Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible- no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar». |
Su importancia en el vanguardismo argentino
Cabe destacar que junto a Ricardo Güiraldes y Evar Méndez fundó la editorial Proa y posteriormente la revista homónima.
Beatriz Sarlo, una ensayista y crítica de prestigio nacional, escribió: «Quizá como nadie en ese período, Girondo afecta valores establecidos»; si se tiene en cuenta que cuando hizo la presentación de la obra «Espantapájaros», se presentó desfilando en una carroza fúnebre, con seis caballos y alquiló un local en la calle Florida, se puede tener claro que es indudable que supo hacer algo diferente a lo establecido. Y es posiblemente esta una de las razones que lo llevaron más lejos.
La obra de Girondo
Para comprender la obra de Girondo no hace falta más que una capacidad innata por percibir en medio del absurdo, la presencia de algo lógico, incorruptible.
Una de las características presente en los poemas de Girondo es la diversidad, pueden hallarse versos claros y otros un tanto confusos, rimas elocuentes y comprensibles fácilmente, tanto como otros dispares y hasta inexistentes, y ritmos muy latentes y casi musicales a la vez que otros muy difíciles de encontrar.
Fue un poeta atrevido que, iluminado por la poesía francesa, en auge en aquella época, fue capaz de escribir versos que renovaron profundamente la poesía latina. En medio de sus versos puede hallarse un hombre entregado por la pureza de la vida, deseoso de encontrar la felicidad en cada esquina.
Según lo expresa Greco, lo fundamental que nos ha dejado Girondo es la idea que tenía acerca de la poesía, considerándola una nueva forma que había para percibir la realidad. Los poemas podía ser encontrados tirados en una escalera, o en la calle, o en cualquier parte y el poeta era aquel encargado de recogerlos y hacer algo con ellos, coleccionarlos, como quien junta puchos en la vereda.
Comentarios5
bravo, bello texto que ilustra a quien no lo conoce a Oliverio Girondo, me dieron ganas de leerlo... Salgo a buscar poesías suyas...
Efectivamente, “Veinte poemas para leer en un tranvía” marcan un hito histórico en la poesía vanguardista. En esa misma época Neruda publica sus desesperantes veinte poemas de amor, que enseguida lo hacen famoso, eclipsando así el genio innovador y original de Girondo, que al igual que Ezra Pound, Mayakovsky, P.P. Pasolini, Roque Dalton, Pizarnik, Artaud, Olga Orozco, René Char, Nicanor Parra, trató de salvar la decadencia de la poesía. Pero el público lee lo que le gusta. Y fue así como Neruda, Benedetti, E. Cardenal y otros poetas comerciales inauguraron la decadencia literaria del siglo XX.
“Buscamos un lenguaje preciso y desnudo. Pero la poesía es de lo más canallesco” (Mayakovsky) Pero un lenguaje desnudo y preciso libre de retórica, sentimentalismo y grandilocuencia, no vende. No es comercial. "Los poetas comen mucho ángel en mal estado" Roque Dalton
Enrique Molina, en su prologo, Oliveiro Girondo OBRAS –POESIAS editorial Losada Buenos Aires 1968 9ª ed. 2002, nos dice que Girondo conocía la vanidad de los éxitos literarios, la urdimbre de servilismo, adulación y baja política que a menudo los condiciona:
“¿Un éxito eventual sería capaz de convencernos de nuestra mediocridad? ¿No tendremos una dosis suficiente de estupidez como para ser admirados?” Así, continua Molina, Girondo “identificará luego la degradación de la poesía con la degradación del mundo y del amor.”
Y cita de nuevo a Girondo: “Nos sedujo lo infecto… / los poetas de moco enternecido” que es lo que yo me refería de la poesía de Neruda.
Al parecer, es lo que le gusta a los lectores de Poemas del Alma, que no reaccionan a tu artículo sobre Girondo, pero sí se mueren por Neruda, adulador de Stalin.
Él es mi paradigma, mi morada, mi inspiración, el que me inmola y me catapulta mil veces al infinito, mi amor incondicional, mi todo, lo amo.
Me encanto todo lo referente a Oliverio, fue un gran escritor, y un vanguardista pocos quedan como el actualmente.
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