Hay libros que consiguen arañarnos sutilmente, sin que nos demos cuenta. Hay momentos en la vida en los que parece que todo lo que leemos habla justo de aquello que deseamos ignorar o que no sabemos afrontar. A veces los libros nos tocan, nos sacuden, nos hacen colapsar y no entendemos bien cómo ni por qué; pero ahí estamos, hechos trizas, intentando reconstruir una vida que por momentos nos parece la cosa más horrible que alguien pueda desear (y haber deseado). Los libros, sin embargo, –y hablo de esos mismos libros– también nos ayudan a entender que se hace lo que se puede con lo que hay. Eso es lo que hacen (y aprenden) los personajes de «Andar sin ruido» de Carlos Frontera (Páginas de Espuma). Por eso me gusta tanto este libro. Porque con un discurso nada pretencioso Frontera nos presenta a un conjunto de criaturas que sobreviven a sus propios monstruos. Siempre me ha fascinado la capacidad que tenemos de reconstruirnos, de sacar algo bueno de la porquería, y eso es lo que me gusta de estos cuentos, y de lo que estos cuentos han hecho conmigo.
Personajes y personas
Escribí sobre este cuentario maravilloso de Carlos hace un tiempo para esta misma web (aquí); pero coincidiendo con la presentación del libro, que realizaremos la semana próxima en Málaga, he pensado en qué lindo que es y qué poco se ha hablado de él; así que va esta nueva relectura en Poemas del Alma, con algunas razones para que nadie se lo pierda.
En «Andar sin ruido» vas a encontrar un conjunto de cuentos que se hallan narrados desde ese punto en el que nuestras certezas se tambalean y lo que creíamos imposible adquiere un matiz de realismo (y realidad). Cuentos donde misterio, suspenso, drama, violencia y humor conviven de forma extraordinaria.
Aunque no es difícil encontrar la amistad de Frontera con Cortázar, creo que incluso podría tratarse de una mera coincidencia, ya que noto en estos cuentos una mirada teñida de contemporaneidad y con un brillo auténtico. Encontramos historias narradas desde una realidad propia, donde se nota la inspiración en los personajes del barrio y en la vida cotidiana de un pueblo español, con sus costumbres y sus necesidades. Criaturas atravesadas por un tiempo de crisis, que es distinto a todos los que hayan cruzado la literatura del genio de «El perseguidor».
Supongo que siempre habrá algo de los autores y autoras que admiramos en nuestra propia literatura; saber construir desde ahí es el desafío, y Frontera lo consigue con creces. Y si a esto le sumamos que este es el primer libro de Frontera, es para rajarnos las vestiduras. ¡Bendito primer libro!
Imaginar y la crueldad
Entre los cuentos de «Andar sin ruido» encontramos algunos que tienen una semilla violenta; cuyo origen está en la familia y en relaciones obsesivas y/o conflictivas. La forma en la que Carlos consigue trabajar ese abismo que causa la desesperación de la violencia doméstica en la mirada de un niño, una niña, me parece extraordinaria. Pienso que hay mucho de tibieza en el mundo de la literatura respecto a este tema: se lo ha tratado con desinterés y también con cierto pulso amarillista o sentimentaloide; en el caso de Carlos, por el contrario, encontramos una mirada niña con cierta sabiduría (esa que surge cuando se conoce la vulnerabilidad pero se está dispuesto a ir contra las normas, incluso contra el propio lenguaje), y eso me parece una auténtica maravilla.
En mi caso, es ésta una de las cosas que hizo que el libro se me metiera debajo de la piel, por las que quise recomendarlo cuando lo leí y lo vuelvo a hacer ahora. Supongo que nunca podremos ser del todo objetivos en nuestras lecturas: estamos atravesados por experiencias únicas que nos llevan a tener un punto de vista también peculiar, a veces indómito; sin embargo, se me ocurre que muchos lectores y lectoras diferentes podrán (y sabrán) encontrar algún cuento favorito en este libro. Así que, te invito a darle una oportunidad.
A veces, cuando escribimos reseñas pensamos en qué podemos decir distinto a lo que están diciendo todos. A veces cuando escribimos reseñas creemos que tenemos algo bueno para decir. A veces creemos que tenemos algo bueno para decir, y sin embargo callamos. A veces son los libros los que nos hacen callar. No sé si he dicho algo nuevo; sólo deseo que todos lo lean con la fascinación que a mí me causó, que los arañe como a mí y que les permita soñar con otra realidad: una en la que dominamos a nuestros peores monstruos.
El próximo miércoles estaremos con Carlos charlando sobre este libro, Cortázar y otros asuntos bonitos, en el Centro Andaluz de las Letras. Tienes aquí toda la información. ¿Te animas a acompañarnos?
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