Remedios Zafra: «Cuando no hay condiciones que garanticen una vida digna lo primero que sucumbe es la libertad»

Foto: Europa Sur

Mi experiencia me dice que todo lo que comienza siendo curiosidad termina convirtiéndose en deseo y aventura. Así llegué a Remedios Zafra hace unos años, buscando luz en sus «(H)adas. Mujeres que crean, programan, prosumen, teclean» (Páginas de Espuma). Y fue un libro que me conmovió tanto que me llevó a leerla con más atención. «#Despacio», «Ojos y capital» (Consonni) y «Los que miran» (Fórcola) llegarían más tarde para confirmarme la voz de una pensadora que ya considero de cabecera para mí. Su último libro «El entusiasmo» (Anagrama) es un ensayo transformador y escrito con la sensibilidad de una autora difícil de catalogar. Charlar con Zafra es para mí, como lo fue la primera vez, un momento especial. Tengo muchas preguntas. Ella responde pacientemente y sale esto. Aquí va la primera parte.


P—¿Es el entusiasmo un espacio de goce a la vez que hendija a través de la cual podemos ser controlados?

R—Esa es una de las tesis del libro. Y también es el punto de entrada a la vida contemporánea de trabajadores culturales, creativos y académicos en un mundo conectado.

P—¿Nos mantiene mansos la pobreza?

R—Cuando no hay condiciones que garanticen una vida digna lo primero que sucumbe es la libertad. Las personas se ven obligadas a hacer cosas que no quieren o “como no quieren” para vivir. Y claro que es más fácil docilizar a quien es pobre y tiene miedo, siempre que se mantengan unos límites de vida “vivible”. Y enfatizo esta última idea, porque me parece que esa resignación de “vida vivible” es lo que nos mantiene mansos. Cosa distinta sería tener la sensación de que “todo está perdido”, la movilización de los sujetos sería diferente.

P—Vienes haciendo una larga reflexión acerca de cómo las herramientas de comunicación modernas han modificado nuestra vida, ¿cómo ves que han transformado la creación?

R—Me interesa observar cómo internet ha transformado nuestras formas de crear en tanto ha transformado nuestra forma de relacionarnos. Las lecturas no son fácilmente resumibles, pues me parece que el escenario ha cambiado profundamente. Desde la posibilidad que hoy todas las personas conectadas tienen de acceder, producir, apropiarse, fragmentar y compartir obra creativa, hasta la dependencia de nuevos sistemas de valor y posicionamiento digitales. Creo que estas maneras que hablan además de disolución de viejas fronteras (público-privado, amateur-profesional, presentación-representación, producción-consumo…) son características de la creación contemporánea en la red. Un contexto fabuloso en sus posibilidades pero que permite visibilizar mundo invisibilizándose como lente.
»Ese contexto vendría también caracterizado por la apariencia de “espacio público” de la mayor parte de los territorios online (empresas privadas) que habitamos en las redes, por el énfasis que estas industrias (y nosotros con ellas) ponemos en “el yo como marca”, hasta la inmersión en un fascinante mundo que entretiene y se alimenta de nuestros tiempos, la erosión de los espacios para la intimidad, la hipervisibilidad, la caducidad y la celeridad como formas precarias, donde observamos que en gran medida la creación también se ha hecho precaria, como nosotros.

P—También las instituciones y el mundo de la cultura han adoptado un modo de actuar donde prima lo cuantitativo…

R—La lógica de los tiempos tiende a hacer todo digitalizable, es así más fácilmente operacionalizable, convirtiendo en datos e información lo que hacemos, lo que nos preocupa o lo que deseamos. La deducción de nuestra vida online traducida a datos me parece absolutamente inquietante, especialmente cuando dichos datos están fuera de nuestro control, y ni siquiera de un control público. Quizá los números pueden ser anecdóticos en una sola persona, pero la estadística convierte los números masivos en pronóstico y poder, y en todos los sentidos este asunto importa.
»Pero también los números son hoy un currículum rápido, una vida traducida en datos y posiblemente por ello más fácilmente hackeable. Tener X méritos no garantiza un saber, un hacer por el que cada vez se pasa más de largo, cuando prima la reducción numérica, la semblanza, el resumen. El mundo académico es un ejemplo. No puede ser que la formación se limite a la consecución de un título, que las personas pasen por la educación recogiendo certificados porque les espera una (falsa) objetivación, un camino que les posicionará en un puesto numérico en los trabajos y listas de espera por los que compiten.

P-¿Qué poder es el de la primacía estadística?

R—El poder de hacer el mundo cuantificable, operacionalizable, de facilitar la celeridad y la conversión en datos, un orden numérico. Un poder que crea “valor” y criterio. El estadístico es un gran poder y posiblemente tenga sentido que lo sea en un mundo tecnificado, pero no puede ser el mayor poder ni el único poder. No puede ser que el “valor” sea una de las grandes apropiaciones de este poder, como si la batalla por el juicio y ese otro valor (estético, reflexivo, formativo, político, competencial… )
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P—¿Se utiliza el entusiasmo para imponer la normalización de la desigualdad?

R—Puede utilizarse como mecanismo de opresión simbólica, y como tal contribuiría a mantener formas de desigualdad. El entusiasmo es un pago simbólico que a muchos compensa o resigna por la fortuna de dedicarse a aquello que les gusta. Pero no es lo mismo ser un entusiasta que se puede permitir no cobrar por su trabajo o no… Me parece que romper el vínculo entre trabajo creativo y trabajo no remunerado es algo que cabría superar.

P—Estamos en una época en la que la creación se caracteriza por su precariedad, como lo expresas en el libro, sin embargo, ¿no es también un período en el que lo político, y gracias al feminismo, ha adquirido una nueva dimensión?

R—La potencia del feminismo es un ejemplo de contraste respecto a otras formas de colectividad.
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P—También el trabajo se ha transformado, y sobre todo el artístico. Hoy si no sabes venderte no eres nadie. ¿Un todos contra todos?

En los sistemas fuertemente competitivos esa idea de “todos contra todos” puede alimentarse desde el incentivo del individualismo, la precariedad y la falta de cooperación y solidaridad. Creo que hoy conviven mundos distintos pero para ese “ser alguien” que implica “reconocimiento”, es preciso ser visto. La visibilidad del trabajo es un requisito para posicionarse y tener presencia ante los demás. Y esto es hoy instrumentalizado y rentabilizado por las redes.

Entrevista a Remedios Zafra

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