Si «Los que miran» (Fórcola) fue una historia intensa donde pérdida y contemporaneidad se abren camino, «El entusiasmo» (Anagrama) va un poco más allá para retratar la situación de precariedad que rodea el trabajo artístico. Con contundencia, Remedios Zafra construye en este ensayo un análisis que abarca no sólo la esfera privada sino también la implicancia e importancia de las instituciones en este proceso de construcción social. Sobre feminismo, arte y futuro charlamos con Zafra en esta segunda parte de la entrevista. Y también se inmiscuye el deseo, ¡siempre el deseo! (Puedes leer aquí la primera parte de la charla)
P—¿Somos peligrosas las mujeres para el capitalismo?
R—Podemos ser peligrosas porque cuestionamos formas de poder. El capitalismo es un claro sistema de poder, y quienes tienen el poder no siempre quieren compartirlo. Es difícil que alguien con privilegios ceda, pero sí es posible la solidaridad entre las personas.
P—También es importante en este libro el cuerpo femenino, sobre el que se imponen roles y anulan libertades. ¿Es más difícil para las mujeres que desean ser madres sobreponerse a este rol sin perderse?
R—La maternidad, como los cuidados, sigue siendo una cuestión clave sobre la que muchas mujeres se sienten engañadas. Ni los mitos que la adornan ni las responsabilidades sociales que la favorecen, o no, crean un contexto de confianza. Tradicionalmente se han sustentado en una fuerte presión simbólica hacia las mujeres que las orientaba a ellos sin alternativa.
P—¿En qué punto lo que punza puede llevarnos al derrumbe?
R—Lo que nos punza nos moviliza porque nos descubre otras capas del mundo, nos ayuda a conocer, o nos interpela, a veces nos duele porque cuestiona nuestro mundo (quizá sea ese el derrumbe al que te refieres), pero lo que nos punza es algo que nos enseña.
P—Yo creo que todos hemos leído mal este libro. Porque por lo que he visto en las reseñas, nos dejamos fuera todo lo que significa lo político en cuanto íntimo. Y hay fragmentos potentísimos en torno a la relación con el cuerpo en la soledad y el placer. ¿Dirías que es un libro que intenta plasmar la forma en la que convivimos con el deseo?
R—Los tiempos van rápidos. Y sí, he encontrado a muchas personas y medios que están haciendo una lectura apoyada en titulares y en los primeros capítulos del libro, y menos que hayan abordado los capítulos centrales sobre intimidad, cuerpo y deseo. Posiblemente sea una de las pocas preguntas que me han hecho sobre ello y te la agradezco. El deseo es una de las aristas que más me interesaba tratar entre una diversidad de enfoques que pretendían abordar la vida cotidiana de los trabajadores creativos en sus aspectos simbólicos, vivenciales y materiales (nuestro estar sentados frente a las pantallas, la soledad de los cuartos conectados, el trabajo que no termina, el olor y el tacto propio y de los otros…). El deseo atraviesa claramente todo el libro en sus distintas formas, desde el deseo que nos moviliza por una pasión creativa, el que busca emancipación y mayor libertad, hasta el deseo más íntimo de relacionarnos con otros, de amar a otros, no excluyendo, ni mucho menos, el cuerpo.
P—Hablas también de una nueva visión de lo que es real. Nuestras relaciones online nos permiten acercarnos a un “tocar” y sentir al otro absolutamente diferente a lo conocido hasta hace poco…
R—Lo real y el autoengaño me interesa como ensayo de lo que está por venir… Me parecía que una forma de enfrentarlo debía ser la que más puede movilizarnos en la intimidad, cuando estamos solos y somos conscientes de nuestro cuerpo aislado en una habitación frente a una pantalla, y muy posiblemente de la lejanía del cuerpo deseado en algún otro lugar detrás de otra pantalla. La conformación de experiencias reales y materiales mediadas por tecnología me parece algo sobre lo que debemos narrar y reflexionar, y también ser capaces de imaginar.
P—Y si hablamos de deseo no podemos dejarnos fuera el sexo. Y pienso en esa frase tuya que siempre me hace sonreír “Chúpame el código”, ¿por qué nos sentimos más seguros cuando amamos sin piel?
R—Esta es una frase mítica de las VNS Matrix y de uno de sus manifiestos.
El deseo en la distancia es muy potente porque el sujeto deseado está ausente y es esa ausencia lo que lo alimenta. Internet es un paraíso para el deseo, y también para quienes quieren amplificar el mundo material, o por alguna razón temen los peligros, estereotipos y lastres que conlleva el mundo material.
P—¿Es posible una libertad, un tomar control del propio entusiasmo, dentro de la lógica capitalista?
R—Me parece que la libertad tiene mucho de gradiente y que siempre podemos lograr mayores grados de libertad y control. Ser conscientes de cómo ese entusiasmo a menudo es instrumentalizado por otros es un paso necesario para gestionarlo nosotros mismos, para protegerlo, en tanto nos pertenece y nos moviliza, tanto como nuestro derecho a ser más libres.
P—¿Qué lugar ocupa la ficción en este entramado?
R—El poder de lo simbólico y lo imaginario es el que nos permite “no repetir mundo”, por eso defiendo que la imaginación debe estar presente en toda búsqueda de subjetividades políticas movidas por la crítica y el incentivo de un mundo mejorado, más igual en los derechos sociales, más diverso en lo humano, más libre.
P—¿Qué será del entusiasmo?
R—Lo que individual y colectivamente seamos capaces de hacerlo ser.
Debes estar registrad@ para poder comentar. Inicia sesión o Regístrate.