Reseña de «La casa de mi padre», de Pablo Acosta (Hurtado & Ortega)

Te invitamos a leer el debut narrativo de Pablo Acosta en Hurtado & Ortega: La casa de mi padre.

Reseña de «La casa de mi padre», de Pablo Acosta (Hurtado & Ortega)

 
 
No es un libro. Es una casa. Así comienza La casa de mi padre de Pablo Acosta (Hurtado & Ortega), un texto asombroso que nos lleva a través de los recovecos de la memoria del narrador visitando la casa donde vivió con su padre. Es un juego de viaje interior-exterior, desde las experiencias del niño a los pensamientos ordenados del adulto que escribe, y es fundamentalmente un homenaje extraordinario a la memoria. Que nadie se lo pierda.
 
 

La casa es la memoria

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Este símil que suele asociarse con Jung, quizá porque supo plasmarlo con precisión, en realidad no le pertenece. La idea de los lugares materializando las experiencias quizá sea tan antigua como nuestra especie. Todo lo que existe se parece, está lleno de fibras, de estructuras transversales, de tejidos superpuestos. Como los cimientos de una casa, la memoria se construye año tras año y va armando un telar que protege algunos recuerdos de otros.

En la antigüedad, cuando la escritura todavía no alcanzaba para decirlo todo, el arte se manifestaba en los objetos, y ahí, la memoria conseguía pervivir. Era una forma de encontrar trascendencia, de recordar en la materia. Y esto es precisamente lo que hace Pablo Acosta en este libro. A través de las páginas vamos a visitar la casa de su infancia, donde el niño se pasea en triciclo por los pasillos.

La escritura frontal e intimista de Acosta nos permite arribar a su memoria de una forma peculiar. La narración nos permite una doble lectura: una afincada en lo material –vamos pasando por cada una de las habitaciones de la casa y visualizando la distribución– y en lo abstracto –recorremos los rincones de la memoria del narrador–. De este modo, el autor consigue mostrarnos sus miedos, sus deseos, su crecimiento interior enlazado a objetos, a espacios definidos materialmente que en su memoria tienen características mágicas.

Desde el recibidor a la terraza, se asoman a este texto anécdotas que han tenido lugar a lo largo de los años. La relación de un padre y su hijo, los silencios construidos que han servido para alejarlos y que, al final terminan acercando al narrador al que fue su padre, obligándolo a volver, aunque sea metafóricamente a esa casa. Por eso este libro es una casa y no un libro, porque su verdadero empeño es construir, es cimentar un edificio capaz de contener la memoria, de conseguir que las experiencias queden fijadas para siempre. Y para eso, como sucedía en la antigüedad, es indispensable que haya un objeto, materia que absorba la energía, y la redistribuya.

Reseña de «La casa de mi padre», de Pablo Acosta (Hurtado & Ortega)

De lo concreto a lo sensible

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Es una narración de cierto corte espiritista: un ejercicio de transmutación energética, de lo abstracto a lo material. Pero aquí viene otra cosa que me ha interesado muchísimo: el narrador consigue trasponer la memoria en la casa, y así va de lo abstracto a lo material, pero luego, al llevarnos por esa casa realiza el ejercicio contrario, porque nosotros que nunca hemos pisado esa casa, conseguimos conocerla fielmente y entonces lo material se traduce en abstracción.

Quizá la gran pregunta que queda flotando luego de la lectura tenga que ver con eso: ¿cuán estricta es la barrera que divide lo concreto de lo inmaterial? Y ligada a esta: ¿A través de qué mecanismos o ejercicios podemos construir nuestra propia casa para volver al pasado y conseguir levantar nuevamente esos cimientos que con el correr del tiempo se han borroneado en la memoria?

Sin duda es una lectura fabulosa sobre lo que la casa de la infancia nos hace, pero también nos ofrece una reflexión, y esto es lo que personalmente más me ha interesado, sobre nuestra manera de trascender las experiencias dolorosas o incomprensibles del pasado.

Pablo Acosta consigue un discurso cercano que se construye no sólo desde los recuerdos sino también desde los sueños: las referencias oníricas están empapando todo el texto, y al acercarnos a ellas podemos ahondar en la psique del narrador, entender mejor sus miedos, y quizá también intuir por qué son éstos los recuerdos que tenían que aparecer en esta narración, por qué esta casa, estas habitaciones. En ese sentido es una lectura que puede iluminarnos para revisarnos y mirar el pasado con ojos más misericordiosos. Que nadie se pierda esta novela hermosa.

Reseña de «La casa de mi padre», de Pablo Acosta (Hurtado & Ortega)
 
 
LA CASA DE MI PADRE
Pablo Acosta
Hurtado & Ortega
978-84-125118-8-8
126 páginas
17,00 €
 
 



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