Según Roberto Bolaño la literatura es una selva en donde la gran mayoría de los escritores son plagiarios y donde los jóvenes que tienen voz pero no saben escribir se apuntan a talleres literarios y de allí salen sabiendo escribir pero habiendo perdido la voz propia.
Esta puede parecer a simple vista una forma muy determinista de ver el mundo de las letras pero, ciertamente, Bolaño sabía de lo que hablaba. Como escritor trabajó intensamente por pulir sus vicios y consiguió una narrativa única, de la que muchos nos hemos apasionado y de la que es muy difícil desprenderse. En la Casa del Lector de Madrid se expone una contundente prueba del trabajo creativo de Bolaño que quiero recomendarles especialmente.
Roberto Bolaño se caracterizó por ser un escritor auténtico. Su poesía y su narrativa dejan al descubierto a un poeta desprovisto de lirismos y a un autor absolutamente poético. No habría sido posible conseguir una obra tan sólida como la suya sin esa vida de nómada, de hombre siempre en camino.
Nacido en Chile en el seno de una familia de clase media, desde pequeño se sintió atraído por la lectura. Cuando era adolescente, su familia se mudó a México debido a que por la crisis social y política que vivía Chile era ya insostenible su vida en ese lugar. En la nueva patria, Roberto descubrió su fascinación por las letras y comenzó a trabajar para convertirse en periodista.
En la década del «60 se estableció en Barcelona, donde continuó escribiendo y donde recogió los primeros aplausos a su obra. Pero como si hubiera estado señalado por un mal agüero, Roberto falleció a una edad temprana cuando su carrera comenzaba a despuntar. Podría decirse que el mundo tardó mucho en reconocer su talento, quizá su carácter de hombre apátrida le impidió conseguir férreos adeptos en su época. Sea como sea, nos queda su obra y, para quienes visiten Madrid durante este año, una exposición que nos acerca a su variopinto, intrigante y laborioso trabajo creativo.
Bolaño, el bohemio
Escribir sobre Roberto Bolaño me resulta atrevido. Es difícil dar en la tecla cuando se trata de presentar a un autor que no necesita más presentación que sus textos. Pese a ello, después de haber disfrutado de la muestra de Mataderos, no quise quedarme con todo esto sólo para mí. Por otra parte, hablar de Bolaño parece un deber para todos aquellos expatriados que desde afuera lo leemos, para todos aquellos que deseamos construir desde las letras, porque si no tuviéramos esa imagen en nuestra cabeza, la del escritor apasionado que hizo suyas todas las patrias para poder escribir mejor, sería mucho más difícil levantarse cada día y conducir este vehículo. Y es importante escribir sobre él para desmentir lo que de él se dijo-dice, para darle verdadera importancia a su obra.
La figura de Bolaño no se ve representada en el «Mito Bolaño». Bolaño no fue un bohemio. Bolaño no fue eso que el mundo insiste en repetir: un hombre apasionado que se dejó morir por la escritura. Aunque en esa imagen de escritor que lo empeña todo por la escritura sí hay algo de cierto: su pasión. Sin embargo, su desgarro, su naturaleza neurótica de escribir sin recreos tuvo un fundamento bien distinto a la impulsividad.
Creo que Roberto sabía que lo que él hacía era nuevo y bueno pero que su empeño de mejorar era más fuerte que su deseo de ser reconocido. Estaba convencido de que solamente se puede llegar a ser un buen escritor empeñándose en pulir la técnica y explorando nuevas formas de conversación y escritura. Y queda más que claro que fue esta búsqueda la que lo llevó a vivir como lo hizo. No un fervor amoroso sino una labor intensa e inmensa. No un sueño bohemio y psicodélico sino una tarea cansina y rutinaria. Eso fue lo que le permitió renovar silenciosamente el mundo de la literatura.
Por otro lado, decir que Bolaño fue ya es comenzar mal; porque hay en su escritura una actualidad tan asombrosa y salvaje que nos pone siempre ante los ojos escritos que hablan de nosotros hoy. Conseguir esto fue sin duda una de sus mayores logros. Su obra, llena de presente, nos enseña a escribir sobre lo que ocurrió pero también sobre lo que sucede.
Bolaño no fue un bohemio. Su imagen, su cabello desordenado, su mirada risueña, no se condicen con el hombre-escritor que le habitaba. Desde ya, creo que todos los grandes escritores, los que llegaron a algo realmente, fueron más bien cautos; a excepción de una o dos genialidades. Y si me apuran, me pregunto cuánto más habrían podido explotar su capacidad esas excepciones si se hubieran centrado en la escritura con el tecnicismo y la paciencia de Bolaño.
Archivo Bolaño. 1977-2003
Es difícil resistirse a una exposición sobre Bolaño, uno de los grandes referentes de las letras latinoamericanas. Un hombre que odió quizá con la misma intensidad las letras de las corrientes hegemónicas que las producidas en la línea marginal. Un escritor que supo aferrarse a los puntos medios como una forma de escape y que supo generar genialidades irrepetibles en el mundo de la literatura. Roberto Bolaño, ese hombre, en una muestra larga (quizá excesiva para quienes no le conozcan) en la Casa del lector en el barrio de Mataderos de Madrid, es una posibilidad encantadora que aviva nuestra curiosidad en torno a la figura de este escritor inigualable.
Esta muestra fue concebida por el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona y expuesta en el 2013 por primera vez en esta ciudad. Ahora se encuentra en Madrid, donde puede visitarse desde el 12 de febrero de este año. La entrada es gratuita pero es recomendable ir con mucho tiempo para poder apreciar todo el contenido.
A nuestra disposición tenemos un gran volumen de manuscritos de Bolaño a través de los cuales se respira su alma y, sobre todo, su actitud a la hora de escribir: la prolijidad y el buen cuidado de las formas es algo que me ha sorprendido absolutamente y me ha demostrado aún más lo lejos que está Roberto de ese raro estereotipo que algunos han intentado asumirle, la del escritor bohemio y despreocupado, todo lo que él no fue.
Borradores, manuscritos, mecanoscritos, cartas, entrevistas y numerosas fotografías componen una muestra que no sólo es recomendable para los apasionados de la obra de Bolaño sino también para aquellos que deseen acercarse a su trabajo. Puede ser un buen punto de partida: partir de lo desconocido para explorar en lo ya publicado y llegar así al primer Roberto. Todo este contenido procede del archivo personal del autor y representa un conjunto exquisito de datos y elementos que pueden servir para comprender más a fondo la obra de Roberto.
Una de las principales virtudes y asombros que ofrece esta muestra es el poner a nuestra disposición la cronología creativa de este autor; es decir, hasta ahora conocíamos su cronología editorial pero a través de esta exposición podemos descubrir que entre una publicación y otra tuvieron lugar muchísimas obras acabadas y no que permiten conocer más a fondo el camino que Roberto fue transitando como escritor y la forma en la que le fueron marcando sus diferentes destinos (Chile, México, Barcelona) y sus múltiples amistades a lo largo de su vida.
Bolaño sabía que era bueno
Bolaño no era bohemio ni impulsivo, más bien tenía una personalidad obsesiva que le llevaba a estar en los detalles. Por eso, con esa pasión y esa laboriosa actitud que ponía en la escritura, guardaba todo lo que componía en cajas, con fechas y firmas. Por eso, antes de morir, se aseguró de dejar varios trabajos acabados para que fueran publicados y ofrecieran un futuro a su familia. La viuda de Roberto, Carolina López, afirmó en varias ocasiones que Roberto guardaba todo lo que escribía porque pese a que el mundo no entendía su genialidad y a que había sufrido numerosos rechazos por parte de los editores, en el fondo sabía que era bueno.
El broche de oro del archivo lo componen una máquina de escribir y el teclado y el ratón del ordenador que utilizó Bolaño en la última época, al que le falta, curiosamente, la tecla F8. Digo curiosamente porque esta tecla sirve para iniciar el aparato de una forma alternativa: bloquea el inicio del sistema operativo instalado en el dispositivo y nos permite meternos en el sistema iniciándolo en el modo seguro o en DOS para poder realizar cualquier cambio que deseemos en la memoria del ordenador. Suele utilizarse cuando existe algún conflicto entre el sistema operativo y la memoria física del ordenador o para eliminar un virus. Siendo Bolaño un escritor conflictuado con los orígenes y que trabajó intensamente por desprenderse de ciertas manías y de los vicios que aparecen cuando uno explora demasiado el mundo de la literatura, me resulta absolutamente paradójico que sea ésta la tecla que le falta a su ordenador. Pienso que del mismo en que se puede conocer la forma en la que pisamos por el desgaste que sufren nuestros zapatos, se pueden conocer las manías y preocupaciones de un escritor por la forma en la que desgasta su teclado.
Visiten esta muestra y anímense a acercarse al lado manuscrito y creativo del autor de «Los detectives salvajes».
Comentarios1
"La literatura es una selva en donde la gran mayoría de los escritores son plagiarios y donde los jóvenes que tienen voz pero no saben escribir se apuntan a talleres literarios y de allí salen sabiendo escribir pero habiendo perdido la voz propia".
Nada más empezar a leer me he quedado atrapado en todo lo que encierran estas letras. Cuánto de verdad hay en ellas! No puedo opinar sobre su obra, ya que, a pesar de ser un autor que siempre tuve la curiosidad de conocerlo, no he sabido hacerlo. Espero remediarlo en breve. Todo lo que describes en el artículo me parece fascinante.
Gracias de nuevo por despertar mi curiosidad y traer información tan interesante. Un abrazo, Tes.
Oh, qué lindo leer eso. Bolaño es una maravilla; creo que te gustará. Su obra y su pensamiento me parecen de una valentía poco común y sólo por eso ya valdría la pena leerlo 😉 Muchas gracias a ti por leerme y seguir mis divagues. Va otro abrazo.
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