De vez en cuando, como un meteoro, aparecen aquellos íconos, perfecciones humanas, sobre la faz de la Tierra. En estas líneas me quiero referir a Roger Federer, quien se consagró el mejor tenista de todos los tiempos al conseguir ganar 15 Grand Slam.
Esta no es columna deportiva. Pero deseo resaltar, valiéndome de la gran figura del tenista suizo, los efectos tan positivos que tienen en la vida del ser humano aquellas ganas de trascender, de superar el nivel del promedio, de estar siempre (y a pesar de la fibra humana) seguro de uno mismo, buscando un sitio dentro de la historia.
Su temple, su personalidad, su afán, sus deseos (aún dentro de las circunstancias adversas que fueron de conocimiento público) deberían servir de ejemplo a los seres humanos, en cualquier instancia de la vida.
Decir Roger Federer es referirse a los escollos superados con voluntad y paciencia; es traer a colación un ejemplo de vida; es invocar, ambicionar (ah, sana ambición ) un trayecto, un camino parejo, que no se nos va a hacer a un lado si somos la equivalencia de la suma, si nos movilizamos diariamente con la mente fija en una meta, más allá del ambiente lampiño que nos rodea.
Yo siempre he creído en los grandes esfuerzos.
Vale decir que creo en los esforzados, como Roger Federer.
Grandes caídas, grandes muertes, pero grandes sacudimientos y resurrecciones son la constante en la existencia de los esforzados.
Desde luego que intentar llegar a la meta no debe suponer un sufrimiento, un esfuerzo inhumano, pues entonces estaríamos hablando de un latido de corazón que nos va restando las horas cariñosas de la vida.
Hay que saber compaginar el esfuerzo, el deseo de sobresalir, con las perspectivas, las condiciones que se nos presentan en el camino.
La rutina de Federer es el entrenamiento. Es atleta; se entiende. Y es la confianza en sí mismo.
¿Cómo confiar en uno mismo? Pues sabiendo que se podrá superar alguna languidez de la mañana, cierto mal humor de la tarde, y se harán las cosas, las tareas, que necesariamente deben ser realizadas para alcanzar el destino ¿tal vez escenario?) con que uno ha soñado desde pequeño.
Federer tomó la raqueta a los tres años.
Pasó por momentos de crisis que supo revertir a su favor, pues los problemas, las circunstancias a veces negativas, deben ser convertidos en elementos o experiencias de vida capaces de seguir alentando y levantándonos.
¿Cómo fracasar cuando uno pone todo de sí?
¿Por qué fracasar?
Hay personas que han muerto, pero luego se levantaron y fueron paradigmas, ejemplos que la humanidad necesita sobre la faz de este planeta tan endeble y vulnerable.
Si escribes, no dejes de leer. Tu azúcar y tu sal son las lecturas de los clásicos de la literatura universal.
Si tienes el proyecto de ser un líder, nútrete de esperanzas y de realidades, pues los jóvenes necesitan eso: una punta de flecha.
No te expongas más de lo necesario.
Guarda tu confianza en la meta como oro en paños.
Esquiva la compañía de las personas que pronostican un futuro de lágrimas, soledad y abandono.
Tú puedes cambiar a partir de hoy.
Esfuérzate.
Comentarios1
Roger Federer es el tenista más grande de todos los tiempos, de acuerdo a lo que manifiestan los cronistas deportivos.
Felicitaciones a Delfina Acosta por esta nota deportiva
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