«Rojo aceituna», de Ronaldo Menéndez —Editorial Páginas de Espuma—

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«Rojo aceituna», de Ronaldo Menéndez —Editorial Páginas de Espuma—El primer recuerdo que tengo de Europa es una lata de refresco (todavía era «gaseosa») en el aeropuerto de El Prat de Barcelona. Llegaba muerta de sed y no podía pensar en nada más que en beber algo. Comparado con el aeropuerto de Ezeiza este era mucho más grande, lindo y cálido. Ninguna imagen acumulada durante estos años de expatriada ha podido borrar esa primera fotografía, porque ese día supe que no hay viajes de vuelta. Esa primera luz con la que miramos un sitio desconocido, donde no hay recuerdos, donde no hay barreras, nos acompaña para siempre. Sobre esa primera vez en que encontramos un sitio o redescubrimos uno ya conocido versa «Rojo aceituna» de Ronaldo Menéndez (Páginas de Espuma), que se suma a nuestras reseñas sobre libros de viaje.

Este libro invita a la reflexión en torno a la aventura de viajar y demuestra que cualquier pretexto que nos lleve a armar las maletas termina desmantelándose cuando ponemos nuestro pie sobre un sitio nuevo: porque las cosas nunca salen como esperamos. Todo viaje es búsqueda y ese impacto que nos producen las nuevas ciudades no es producido por ellas sino por la extrañeza que habita en nosotros. Éstas son las principales ideas que se desprenden de esta lectura.

Una ruta persiguiendo a los comunistas

Después del comunismo no hay nada. Antes, tampoco. Esa podría ser la conclusión de esta obra. El capitalismo abrasivo se lo llevó todo y convirtió las ideas, aparentemente puras, en nuevas formas de decir lo mismo, o de conducir hacia el mismo punto. Después de cualquier ideología sólo hay silencio. Antes, el deseo de que las cosas sean diferentes. Esperanza. En ella se mueve nuestra búsqueda, y también nuestros viajes. La posibilidad de lo incierto es el mejor motor para viajar y también para escribir.

Y es esa esperanza y las posibilidades de lo incierto lo que lleva a Ronaldo y Natalia a ir tras los pasos del comunismo; para ver con sus propios ojos lo que los años de régimen han dejado en los diferentes países. Cuba, Bolivia, Chile, Brasil, Vietnam, Laos, Camboya, Tailandia. Pasando también por Venezuela a través del relato de Charly, un viejo amigo que estuvo en el país de Chávez y vivió una experiencia-pesadilla estremecedora.

Pero no hay que confundirse; «Rojo aceituna» no es un libro político. Si bien el punto de partida del viaje se presenta como una exploración en torno a cómo ciertas sociedades se vieron afectadas por la hegemonía de un determinado grupo, más o menos violento, más o menos autoritario, más o menos utópico, la búsqueda que enlaza las anécdotas y las aventuras de este libro es personal, o digamos mejor, minimalista.

El deseo de encontrar lugares y gente desemboca en la realidad: conocer rincones e individuos. El objetivo de reconstruir la historia del comunismo se convierte en la necesidad de entablar lazos cercanos con individuos que tienen a su vez sus propios objetivos, y de intentar la supervivencia desde las pequeñas cosas. Es cierto que las experiencias de Ronaldo y Natalia pueden servir para responder a la pregunta ¿qué ha quedado del Comunismo?; no obstante, permiten una lectura mucho más intensa, viva. Encontrar un sitio para dormir donde no los estafen, poder tomar cerveza barata en un bonito sitio, descubrirse observando una belleza natural como si la estuvieran descubriendo: esas terminan siendo las prioridades de estos viajeros.

«Rojo aceituna», de Ronaldo Menéndez —Editorial Páginas de Espuma—

Las mismas-nuevas experiencias

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Los viajes, de alguna forma, desmoronan la noción que tenemos (prejuicios) en torno a los lugares y a la gente, porque nos enfrentan a personas bien definidas, con sus búsquedas, sus traumas y sus conflictos. «Rojo aceituna», por tanto, lejos de ser un libro político es más bien una aventura en la que todo lo que se planea de antemano se desvanece porque la realidad siempre es diferente a lo que vemos con la imaginación. Un libro que invita a la reflexión y que demuestra que todo lo que hacemos en la vida parece tener un sólo objetivo: encontrarnos con nosotros mismos.

Viajar es descubrir mundos y preguntarse las mismas cosas que ya otros se hicieron en esos mismos lugares, pero hallando, con suerte, las propias respuestas. Por eso no nos cansamos de los viajes, porque siempre existe una nueva forma de acercarse a las cosas; porque no nos bastan las experiencias o las recomendaciones de los otros tenemos la necesidad de estar, de tocar, de sentir. Y esas primeras experiencias se graban a fuego en nuestra memoria, se eternizan. Una de las cosas más bonitas de los viajes es la posibilidad de darle al play de los recuerdos y volver a esos instantes de luz, a esa lata de refresco-gaseosa en El Prat.

«Rojo aceituna», de Ronaldo Menéndez —Editorial Páginas de Espuma—

Libro de viajes torcidos

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Cualquier viaje es una apuesta y todos los viajes (aunque lleven al mismo sitio) son diferentes. Esa es una de las certezas con las que regresan Ronaldo y Natalia; los sitios que otros les han recomendado resultan ser poco propicios para ellos, y donde creían que hallarían silencio y paz, encuentran bullicio y explotación al turista. En este punto cabe una de las reflexiones más interesantes del libro, en torno al turismo de lo exótico, con el que se viola la historia de los pueblos y sus lugares de culto o dolor se convierten en epicentros del circo turístico. Hacer de un campo de exterminio o de tortura un sitio turístico es convertir las vidas-muertes en números sin sentido de un cementerio fantástico. La idea es honrar la memoria pero las buenas intenciones siempre terminan mostrando su hilacha.

El comunismo ya no existe, como tampoco existe esa imagen previa que tenía Ronaldo sobre lo que habría de hallar en esos lugares. Toda búsqueda aunque se plantee de carácter antropológico o sociológico no deja de ser una búsqueda personal. Todo viaje es un vuelo al centro de nosotros mismos porque los lugares y las personas nos cambian, aunque no de forma rotunda, cada pequeño encuentro, cada nueva ciudad, de forma sutil nos desvela una nueva capa de nosotros, de lo que somos y de lo que no queremos ser.

¡Lean «Rojo aceituna» y déjense cautivar por la fluidez y el humor de Ronaldo! ¡Advertencia! No habrá viaje de vuelta.

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«Rojo aceituna», de Ronaldo Menéndez —Editorial Páginas de Espuma—

ROJO ACEITUNA
Ronaldo Menéndez
Páginas de Espuma
978-84-8393-156-1
296 páginas
Papel: 20 €
Digital: 5,99 €

 



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