Rosa Chacel influyó como pocas en la Generación del 27.
Rosa Chacel es una de las autoras más asombrosas y combativas de la Generación del 27. Imposible no volver a leerla.
Hoy vamos a hacer un repaso sobre su vida y obra y te hablamos de su influencia en una de las generaciones más importantes de la literatura española. Su vida en el exilio y sus aportes a la lucha feminista.
Rosa Chacel: vida y obra
Rosa Chacel nació el 3 de junio de 1898 en Valladolid y falleció en Madrid el 27 de julio de 1994, después de una vida intensa y de una escritura asombrosa. Fue una de las principales representantes de la popular Generación del 27, pese a que su papel ha sido históricamente menos reconocido en comparación con sus compañeros masculinos. No obstante, su empeño por experimentar nuevas formas y por vincularse a la ebullición cultural del momento la convirtió en un referente incomparable.
Chacel comenzó a escribir en los años 20, y su primera novela, Núria, fue publicada en el año 1935. A partir de ahí comenzaría una trayectoria asombrosa que incluye obras tales como El mar y la casa, La sinfonía de los tres y Las tres casas. Basta acercarse a su obra para descubrir a una de las voces más asombrosas de su generación, y de gran parte de la literatura del siglo XX en España.
Gracias a haber cursado sus estudios en la Institución Libre de Enseñanza, se familiarizó pronto con ideas innovadoras y se alió a la educación progresista. Descubrió pronto su gran pasión, la literatura, y se abocó a ella con alma y vida. Desarrolló a través de este oficio una visión crítica del mundo siempre a la vanguardia que plasmó a través de una obra sin comparación.
Con el estallido de la Guerra Civil Española, Chacel se exilió con su marido Timoteo Pérez Rubio en Argentina, donde continuó escribiendo y colaborando con diversas revistas literarias. Fue una etapa crucial en su vida y en su carrera. En Buenos Aires encontró un ambiente cultural vibrante y una comunidad de exiliados que le ofrecieron cierto apoyo; comenzó a trabajar como traductora y aunque la adaptación no le resultó fácil consiguió adaptarse a la vida en la capital argentina. En esta etapa produjo obras magníficas como Memorias de Leticia Valle y La sinrazón. En 1973 regresó a España, donde la dictadura franquista había terminado y había hecho estragos en la cultura y el pensamiento ibérico, provocando un retroceso impresionante en las libertades y derechos de las mujeres, algo que impactó especialmente a Chacel.
Lo positivo de esta etapa fue que, finalmente, su obra era reconocida y valorada. Rosa Chacel recibió algunos importantes premios, tales como el Premio Nacional de las Letras Españolas (1987) y la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (1991). Todo su pensamiento en torno al desarraigo y la nostalgia influiría notablemente en la literatura del exilio. Además, la experiencia de haber vivido en diferentes países enriqueció su perspectiva literaria y le permitió integrar influencias culturales diversas en su obra.
Barrio de Maravillas, Teresa, La última niebla, «Saturnal y A la orilla de un pozo son algunas de las obras más interesantes de esta escritora española. No dejes de leerlas. En ellas podrás descubrir a una de las autoras que ha contribuido a engrandecer la literatura española, así como también a luchar por los derechos de las mujeres y ampliar el alcance de la lucha feminista. Su vida y obra reflejan la complejidad de una mujer que desafió las convenciones de su tiempo y dejó una huella imborrable en la literatura española.
Rosa Chacel falleció el 27 de julio de 1994. Sus restos descansan en el Panteón de Vallisoletanos Ilustres del Cementerio del Carmen en Valladolid, España, donde se rinde homenaje a numerosas figuras de la cultura española, tales como José Zorrilla, Miguel Delibes, Jorge Guillén y José Jiménez Lozano.
La influencia de Rosa Chacel en la Generación del 27
Rosa Chacel fue uno de los personajes más destacados de la Generación del 27 aunque, lamentablemente, el machismo de la época hizo que obtuviera menos reconocimiento que sus contemporáneos masculinos. No obstante, con el tiempo a Chacel se le otorgó el lugar que se merece dentro de una época y de una generación que fue tremendamente significativa para la historia de la literatura y la cultura españolas.
Cuando llegó a Madrid, a finales de los años veinte, Rosa Chacel se integró en los círculos literarios de esta ciudad y comenzó a interactuar con los miembros más importantes de la cultura del momento. Su cercanía con figuras como Federico García Lorca, Vicente Aleixandre y Pedro Salinas le permitió participar activamente en los debates y experimentaciones literarias de la época. A tal punto que su amistad con los miembros de este grupo, le sirvió para ser influida e influir en las estéticas y discursos de aquel momento de vanguardia.
Si pensamos en su obra Estación. Ida y vuelta, publicada en 1930, podemos apreciar que es una novela que refleja el gran talento de la autora pero también que la une a un momento de experimentación formal y temática sumamente significativo. Basta asomarse a este libro para reconocer en él la semilla inconfundible de la generación más interesante de la literatura de los últimos siglos.
Sin duda, Rosa Chacel fue un eslabón principal en ese tiempo de cambios y experimentación por lo que no se puede abordar esta época olvidándose de leerla. Sobre todo, porque sus obras nos permite comprender la perspectiva femenina en un tiempo de cambios, donde la experiencia femenina y la introspección psicológica son dos rasgos preponderantes.
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