Los Premios Juan Rulfo o el Camoes, obtenidos ambos en 2003, son algunos de los más importantes reconocimientos que tiene en su haber uno de los escritores brasileños más importantes de las últimas décadas. Nos estamos refiriendo a Rubem Fonseca, que comenzó en serio su andadura como escritor cuando tenía 38 años y que ha logrado ser un referente gracias a obras de gran atractivo, que permiten conocer, entre otras cosas, el lado más deshumanizado y duro de la vida.
Todo eso se refleja de modo especial en sus novelas, entre las que destacan las siguientes:
El caso Morel
En el año 1978 fue cuando se publicó este libro, enmarcado dentro del género policíaco, que gira en torno a la figura de Paul Morel, un artista y fotógrafo que se encuentra en la cárcel, acusado de haber llevado a cabo el asesinato de cuatro de sus amantes, con las que practicaba sadomasoquismo.
La situación en la que se encuentra despertará especial interés en dos personas, que intentarán descubrir qué ha sucedido de verdad y quién es el responsable. Por un lado, estará el comisario Matos y por otro un escritor amigo de Morel, Fernando Vilela.
A ese último, que también es abogado, le pedirá el reo que le ayude a escribir una autobiografía en la que, entre otras cosas, contará lo que sucedió. Un encargo que acepta y que le llevará a verse involucrado en la vida de su amigo hasta tal punto que podrá conocer cómo el sexo, la muerte y el dolor están presentes en la misma. Pero no sólo eso. Todos los datos que le aporte los intentará contrastar y utilizar para investigar más.
El seminarista
Otra de las novelas más interesantes de cuantas han salido hasta el momento de la pluma de Rubem Fonseca es esta, publicada en 2010. El personaje central no es otro que el que le da título a la obra, un hombre muy culto que trabaja como sicario, como asesino a sueldo. Acepta los casos en los que debe matar a personas que, por unos u otros motivos, son lacras para la sociedad y lo hace sin ningún tipo de remordimiento.
Si continúa con su trabajo, en el que no encuentra placer, es porque le da el dinero que le permite poder disfrutar de todo lo que le gusta, como son las mujeres, la literatura y el cine. Pero llega un momento en el que toma la decisión de que es el instante perfecto para acabar con su vida de asesino a sueldo. Sin embargo, no le será tan fácil como pensaba, ya que su profesión y su faceta más personal están tan unidas que los lazos que existen entre ambas son muy difíciles de romper.
Estos dos libros son realmente interesantes y atractivos, pero también comparten esa misma cualidad otras novelas de Fonseca como El gran arte (1983), Agosto (1995) o Diario de un libertino (2003). Si tienes la ocasión de leerlos, no te los pierdas.
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