Rudyard Kipling, además de ser uno de los autores más influyentes de la literatura anglosajona, fue un importante cronista del Imperio Británico. Su postura frente a la colonización quedó registrada en sus textos y ha sido tema de conversación y debate, siendo admirado y criticado por ella. Kippling dedicó mucho tiempo a pensar y escribir sobre las complejidades y contradicciones del colonialismo. Aunque en ciertos momentos mostró una visión crítica del colonialismo, también fue uno de sus más fervientes defensores; y lo dejó plasmando en textos como La carga del hombre blanco. Su visión paternalista y eurocéntrica que justificaba la expansión imperial atraviesa toda su literatura. A menudo sus textos están impregnados de un profundo respeto por las culturas que describe, y refleja las tensiones de una época en la que la dominación colonial era tanto motivo de orgullo como de cuestionamientos. En este artículo nos adentraremos en sus ideas sobre el colonialismo, explorando el modo en que su obra celebra, critica y perpetúa los ideales del Imperio.
Biografía de Rudyard Kipling
Un día como hoy, 30 de diciembre, pero de 1865 nació en Bombay (en la actual Mumbai) uno de los escritores más populares de la época colonialista británica, Joseph Rudyard Kipling. Su familia, de origen británico, trabajaba para el imperio en asuntos vinculados a la educación en esta zona colonial. Su padre era escultor y director de la Escuela de Arte de Bombay y su madre, Alice Macdonald, que pertenecía a una influyente familia británica, también estaba vinculada con esa misma escuela. La India colonial, caracterizada por el choque cultural, la riqueza y la diversidad, marcó profundamente los primeros años de Kipling y lo llevó a querer decantarse por la literatura para dejar constancia de lo vivido en aquel lugar mágico.
Cuando tenía seis años, Kipling fue enviado a Inglaterra junto con su hermana Alice para recibir una educación formal. Vivieron con una familia de acogida en un hogar que Kipling describió posteriormente como opresivo y lleno de sufrimiento. Su relato autobiográfico Baa Baa, Black Sheep contó en detalle cómo fue esa etapa de su vida. En su juventud, Kipling asistió al United Services College en Devon, una escuela que preparaba a jóvenes para desempeñar cargos militares en los territorios colonizados. Fueron unos años difíciles porque sus compañeros lo maltrataban y sufría episodios de malestar físico. Fue entonces cuando la literatura supuso un espacio de exploración y contención.
Durante su vida adulta Kipling realizó muchos viajes alrededor del mundo: estuvo trabajando en India, Japón, Estados Unidos y Europa y, finalmente, se estableció en Londres. Fue en esta ciudad donde su carrera literaria comenzó a despegar. En esta época vieron la luz sus obras El libro de la selva, Kim, Si… y Gunga Din. Aunque su carrera literaria despegó con facilidad y le trajo muchos éxitos, su vida personal estuvo marcada por la tragedia. En 1899, perdió a su hija Josephine debido a una neumonía, y durante la Primera Guerra Mundial, su hijo John murió en combate; este último golpe fue verdaderamente devastador para el escritor, quien se sumió en una profunda tristeza.
En 1907 Kipling fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura, convirtiéndose en el primer escritor británico en hacerse con este premio. El jurado reconoció su capacidad para narrar historias de forma vívida y contribuir de este modo con el enriquecimiento de la literatura universal. Su relevancia continúa vigente hasta el momento de su muerte. Falleció el 18 de enero de 1936 en Londres, a los 70 años, y fue enterrado en la Abadía de Westminster, en el Rincón de los Poetas.
Kipling y el colonialismo
Rudyard Kipling es conocido por ser un defensor del colonialismo británico, y sus opiniones al respecto están plasmadas en gran parte de su obra, especialmente en textos como su poema «The White Man’s Burden» (La carga del hombre blanco), publicado en 1899. Se trata de un poema, escrito en el contexto de la expansión imperialista estadounidense que presenta el colonialismo como una misión civilizadora, donde las potencias coloniales tenían, según Kipling, el deber de educar y civilizar a los pueblos colonizados. En el poema, Kipling describe esta tarea como una carga ardua y poco recompensada, pero necesaria.
Kipling veía el colonialismo como una responsabilidad de las naciones europeas para llevar el progreso y la civilización a las sociedades consideradas «menos desarrolladas»; aunque observaba las demás sociedades con cierto respeto no dejaba de considerar que Inglaterra estaba en superioridad de condiciones. Creía que la colonización suponía un acto altruista, aunque reconocido como difícil y lleno de desafíos, y decía que debía operarse desde el entendimiento y el respeto de las demás culturas.
Aunque había nacido en Bombay, Kipling tenía una relación personal estrecha con Inglaterra, dados los orígenes de sus padres. Asimismo desarrolló con la India un vínculo sumamente importante, que dejó reflejado en sus obras. Su novela Kim, por ejemplo (publicada en 1901) se encuentra ambientada en la India colonial y ofrece una historia entretenida que combina elementos de aventuras, espionaje y un profundo análisis de las tensiones culturales y políticas de la época, en la que el autor dejó en evidencia su amor por aquel lugar.
Aunque su representación de la India está llena de admiración por su cultura y tradiciones, lo hace desde la perspectiva de un hombre británico que veía el control británico como beneficioso y necesario para mantener el orden. Cabe mencionar que Kipling solía ser crítico con los movimientos nacionalistas que surgían en las colonias, como el movimiento por la independencia en la India, porque consideraba que desafiaban la estabilidad que, según él, sólo el gobierno colonial británico podía garantizar.
A lo largo de la historia de la literatura, la visión de Kipling sobre el colonialismo ha sido duramente criticada, especialmente desde perspectivas poscoloniales. Se le acusa de perpetuar una visión paternalista y eurocentrista que justificaba la explotación de los pueblos colonizados. Frases como «la carga del hombre blanco» han sido interpretadas como una validación de la dominación imperialista bajo el pretexto de «ayuda» y «civilización». Pese a ello, el autor también ha tenido sus defensores que centran sus alegatos en la mirada simpática que el escritor mantuvo para con las colonias, sobre todo contextualizando sus afirmaciones en el contexto de la conquista, donde el resto de las miradas eran de odio o desprecio.
Es importante señalar que Kipling vivió en un contexto muy definido, cuando la expansión de la Corona Británica estaba en lo más alto de su apogeo. Cabría pensar que fue un producto de su tiempo y que reflejó las ideas imperialistas dominantes de la era victoriana de la mejor manera que supo, pero habría que conversar con más insistencia en que su postura es sumamente cuestionable, por esa idea colonialista enjuiciable que defiende el colonialismo basado en la idea de que unas culturas son superiores a otras. Teniendo en cuenta esto es interesante acercarse a la obra de Kipling para entender los valores y las tensiones de una época sumamente significativa en el desarrollo de las relaciones entre países, la era imperialista.
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