Reseña de «Sans Soleil» de Chris Marker —Kriller 71— en Poemas del Alma.
En algunos libros cabe todo el mundo. Es el caso de «Sans soleil» de Chris Marker (Kriller 71), donde la memoria sirve para hilvanar una explicación acertada sobre lo que camina dentro del arte, aquello que consigue trascender y asombrarnos. Un libro fascinante que, es posible, pueda apreciarse más si se es un conocedor de la obra de Marker, sobre todo de la película homónima, que atraviesa todo el relato. Y ahora que lo pienso, es posible que este libro pudiera leerse como el detrás de escena poético de esta película.
Las palabras, nunca son lo que significan
En un prólogo lúcido y sumamente estético Isake Lacuesta pide la llegada de un lector inocente. Alguien que no pueda «atar cabos», que no vea imágenes ya impresas en su mente, sino que sea capaz de viajar a través de las palabras. Que pueda encontrar en este libro sólo lo que las palabras transportan (que no siempre coincide con lo que significan); algo que siempre resulta subjetivo y personal. Imagina Lacuesta ese tipo de lector y envidia su inocencia.
Llegar a este libro sin conocimiento alguno de la obra de Marker ha sido mi caso. Y aunque he sentido el impulso de ver la película antes. A veces me domina una cierta vergüenza por el desconocimiento; por suerte ese rubor siempre me ha llevado al remiendo y no al fingimiento: a lanzarme con curiosidad a esas nuevas ideas o libros. Digo que estuve a un paso de no ser esa lectora inocente a la que invoca Lacuesta; pero me contuve. ¿Cómo encontrarnos con este libro ignorando a Marker? Esa será mi lectura. Aunque esta inocencia me va a durar poco, porque quiero ver lo que vio Marker, para volver a este libro con otros ojos.
«Sans soleil» es un libro tan maravilloso, que cuesta salirse de él cuando ha terminado la lectura. Nos plantea un viaje sensitivo lleno de color y de reflexiones, y desde un lenguaje cercano y estético. Es uno de esos libros que te sacuden y te muestran un mundo. O mejor aún, un libro en el que cabe el mundo. Por eso, me encantaría que no se lo perdiera nadie.
Pero volvamos al exquisito prólogo de Lacuesta que, en verdad, es un preludio fabuloso de lo que viene después. No una simple introducción erudita sobre el trabajo de Marker, sino una reflexión indispensable sobre la alucinante relación histórica y estética entre cine y poesía. Un planteo de algunos hitos inolvidables del séptimo arte y su estrecha relación con nuestra amada palabra sentida, que es la poesía.
Dice que todo empezó por la poesía. Y esto me ha devuelto a Montalbetti, y ese otro libro extraordinario también de Kriller, «El pensamiento del poema» en el que podemos encontrar esa sintonía: todo es poesía, leíamos en Mario, pero la idea es la misma: la palabra creadora de la poesía atravesando todos los registros e iluminándolos.
Lacuesta nos invita a leer este libro despojándonos de todo, no tratando de encontrar en estas páginas al cineasta que fue Chris Marker, sino animándonos a viajar más a lo profundo: ahí donde el autor se desdibuja y la palabra es sentido que nos interpela, que tiene que ver con nosotros.
Me aseguró Anibal Cristobo, el editor de Kriller 71, que el prólogo de este libro me iba a encantar. Y así fue, efectivamente. Y es que Lacuesta nos lleva de la mano para mostrarnos cómo la poesía tradicional japonesa, y sobre todo Matsuo Bashō, inspiraron la narrativa cinematográfica de Marker. Y nos invita a observar su delicada forma de poner al tiempo en el centro del conflicto y de amasar la subjetividad hasta puntos extremos, sin alejarse de lo simple o de lo sencillo.
Sin duda se me escaparán mil cosas de este prólogo asombroso; pero estoy segura de que cualquier amante del cine y cualquiera que disfrute de este arte y sus simbologías, se sentirá fascinado con este libro y aprenderá muchísimo de él.
La muerte y la memoria
«Sans soleil» es un libro que se construye a través del diálogo del narrador con un personaje que nunca termina de mostrarse, y que envía postales y cartas al narrador desde diferentes lugares. Es muy interesante el tono, que es sostenido por la tensión de una relación que no termina de definirse, pero que resulta sumamente importante para la voz poética.
A lo largo del texto nos vamos topando con interesantes y necesarias reflexiones. Me ha gustado especialmente esa observación sobre el pensamiento occidental, desde dentro y desde fuera al mismo tiempo; en el que se ponen en duda algunos de los mecanismos de comprensión del otro más comunes.
Por otro lado, es un libro que nos invita a mirar al otro desde el deseo de conocerlo, y no desde la certeza de que conocer su lugar de nacimiento o su cultura nos permite decir quién es. Quizá por eso Lacuesta añoraba la inocencia en la lectura.
El discurso poético en este libro es sostenido por dos fuerzas fundamentales: la muerte y la memoria. A través de las cartas que revisa el narrador, de los lugares que visita a través de las cartas va hilvanando ideas y reflexiones en torno a la muerte y nuestra relación con ella y también sobre los procesos de construcción de la identidad a través de la memoria. Fascinantes preguntas e imágenes nos sacuden a lo largo de la lectura.
Relación tiempo-espacio
Otro de los temas vertebrales de este libro es la relación entre tiempo y espacio. Nos advierte sobre ello Lacuesta, y luego, a medida que avanzamos en la lectura, nos encontramos con él. Aparentemente es una obsesión para Marker, se deduce una búsqueda árida sobre cómo nos relacionamos con él en la existencia y de qué forma podría llevarse eficientemente a la pantalla.
Al leer «Sans soleil» las preguntas en torno al tiempo, a las casualidades, a las concidencias, a los ejes circunstanciales de la vida, se ramifican. Verdaderamente, más allá de lo narrado, de lo vivido por Marker y de su relación con el trabajo específico de la película, florecen mil posibilidades, que tienen que ver con nosotros. La subjetividad en relación al tiempo esta en la mirada, en las muchas miradas. Y ahora pienso en otro poeta, Mariano Peyrou, que trabaja precisamente sobre ello en su libro «Posibilidades en la sombra».
Supongo que me queda desear, como Lacuesta, que mucha gente se acerque a este libro desprendiéndose de toda norma académica, de toda rigidez realista o teórica; porque, verdaderamente, lo que alberga en su cuna es un conjunto de sensaciones, imágenes, colores y elementos que son poesía pura, y que nos hablan hondamente.
En este libro cabe un mundo, nuestro mundo, que es nuestro tiempo y nuestro espacio. Sólo queda preguntarnos con Marker.
SANS SOLEIL
Chris Marker
Trad. Patricio Grinberg
Kriller 71
978-84-121380-4-7
126 páginas
14,00 €
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