Eso es escribir para Santiago Roncagliolo, quien se atreve a decir que lo que en realidad quería hacer era convertirse en cineasta, pero que la cosa salió mal. Con un humor que ilumina sus ojos y que invade de ironía las conversaciones, y con una larga carrera pese a su todavía floreciente juventud, este escritor peruano apuesta por las letras, y también por las redes sociales y la tecnología.
Posiblemente la mayoría de nosotros no elige convertirse en escritor, simplemente lo hace. De alguna forma, nuestro oficio está determinado por nuestras primeras experiencias, las que nos impulsaron primero a leer vorazmente y, segundo, a transformar las palabras leídas en creación literaria. En definitiva, y como lo bien lo expresa Santiago, no controlamos del todo esa necesidad que nos lleva a jugar con las palabras; ese entretenimiento que consiste en ordenar sílabas y volver a mezclarlas para dar como resultado una obra literaria.
Para Santiago la literatura es una forma de viajar, porque gracias a este acto puede ponerse en el lugar de otras personas, trasladarse a otros lugares, vivir otras experiencias y sensaciones diferentes. Un escritor debe ser alguien dispuesto a hacerse una especie de cirugía completa para convertirse en otra persona, dice, y a viajar de la mano de la escritura; aunque esto signifique desconocer hacia donde se dirige y, en muchos casos, ir contra sus propios ideales.
El viaje de la escritura
Y cada obra es un viaje donde queda plasmada la experiencia de un narrador, que debería ser diferente entre un libro y otro. Roncagliolo afirma que le parece interesante cambiar los recursos, probar nuevas formas narrativas, crecer a través de cada proyecto. Basta leerlo para comprender esto.
El proceso creativo es diferente en cada libro, dice, sin embargo algo que podría asemejarse entre sus obras es el orden de jerarquías: primero necesita tener claros los personajes y posteriormente se esmera en entender hacia dónde se dirigirá con ellos. Asegura que el destino es uno de los elementos fundamentales de la escritura y, lo segundo, la atmósfera.
La importancia del primer capítulo
El comienzo de una historia marca su destino, qué duda cabe. Según Roncagliolo el primer capítulo de una novela carga sobre sus espaldas la responsabilidad del éxito de la historia, porque en él se define el tono y la dirección hacia la que conducirá la narración.
Para escribir sus novelas, Roncagliolo se aísla durante cuatro o cinco meses, trabajando durante muchas horas diarias. Esto significa: meses de trabajo obsesivo en el que intenta dar forma a lo que se gestó previamente en su mente. Una vez termina de escribir, su novela pasa a manos de personas allegadas que se convierten en sus primeros lectores.
Durante la creación pueden surgir, no obstante, algunos imprevistos, como la repentina desobediencia de algunos personajes que cambie el hilo que el autor tenía pensado y que complique, no sólo la trama sino incluso el desenlace. Pero, pese a todo, ser escritor te permite asegurarte de que todo el mundo funcionará como tú quieres que funcione y eso valida pasar por todos los problemas propios del proceso creativo; eso opina este fantástico autor.
No obstante, hasta que llega el momento de poner en palabras la historia, pasa mucho tiempo. Después de varios abortos, de idas y vueltas y de intentos fallidos que pueden acumularse en centenares de páginas, finalmente llega. Hay un momento en el que se hace la luz, y todas las piezas parecen encajar. A partir de ese instante de luminosidad pueden pasar unos seis meses de intenso trabajo que dan lugar a un nuevo nacimiento.
La soledad de los personajes
Uno de los rasgos más presentes en la literatura de Roncagliolo es la soledad que rodea a sus personajes: solos frente a un mundo hostil donde no hay lugar para ellos. Sin embargo, aunque en la mayoría de los casos son individuos que tienen poco que perder (ya han perdido demasiado), todos ellos intentan levantar la cabeza y enfrentarse a los problemas.
No resulta extraño pensar en ello si tenemos en cuenta que el propio Santiago se sintió muy solo en su adolescencia, rechazado por ser «raro» y que, en la actualidad, vive en un país que si bien no le es hostil, es un lugar donde él es extranjero. La sensación de extranjería, de algún modo, nos lleva a estar siempre preguntándonos acerca de la soledad, y los múltiples matices y dimensiones que puede tener esta palabra.
Por otro lado, si tenemos en cuenta la trama de las mejores obras de la literatura universal, descubrimos que las mismas se componen no sólo de tramas escabrosas sino también de personajes que se sienten incomprendidos por su época, pero que, por otro lado, se encuentran sobrecogidos por el deseo de cambiar de vida rotundamente. La fuerza de un personaje es seguramente lo que lo ayudará a convertirse en un héroe o morir en el olvido.
La escritura de Roncagliolo es fresca y nos presenta historias de exquisita variedad. Les recomiendo que se acerquen a sus obras; y, si lo desean, pueden seguirle la estela en su cuenta de twitter.
Comentarios1
A jugar como los niños, a escribir un sensacional primer capítulo y a encerrarse hasta conseguir dar a luz ese proyecto 😉
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