Simone de Beauvoir en «Entrevistas para el recuerdo»

Entre filosofía y literatura existe desde siempre un lazo muy estrecho. No son pocos los filósofos que se han atrevido a cruzar la frontera de los paradigmas de la investigación científica para expresar sus ideas valiéndose de la ficción, del mismo modo que no son pocos los escritores que se apoyan en la filosofía para dar cuerpo a sus historias.

Entre los numerosos nombres que surgen al pensar en filósofos y filósofas que han cambiado un poco el mundo con el aporte de sus ideas es inevitable nombrar a Simone de Beauvoir. En esta nueva entrega de Entrevistas para el recuerdo vamos a encontrarnos con el pensamiento y las palabras de esta fabulosa intelectual del siglo XIX.

Entre las entrevistas que se le han hecho a Beauvoir una de las más destacadas fue la charla que mantuvo con su amigo y activista Fernando Gerassi. En ella me baso para construir este texto en el que abordaré dos temas capitales de su obra: el feminismo y la no maternidad como herramientas ineludibles para alcanzar la libertad de la mujer.

En 1949 Simone de Beauvoir publicó un ensayo titulado «El segundo sexo» que se caracterizó por ser un intenso y extenso estudio en torno a la situación de la mujer en ese momento; un libro que sin dudarlo se convirtió en referencia para todos aquellos que buscaban la liberación y la igualdad sexual. Obra que además es considerada fundamental si se quiere hablar sobre el movimiento feminista contemporáneo.

Una de las preguntas fundamentales de Gerassi es cómo ve Beauvoir la maduración del movimiento a partir de la publicación de su libro. La respuesta de Simone es certera. Asegura que cuando escribió ese libro fue consciente de que estaba llevando una vida falsa, recibiendo los beneficios de la sociedad patriarcal sin observar de verdad el mundo que pisaba. Aceptamos los valores masculinos y aprendemos a vivir con ellos desde la más tierna infancia y por eso rebelarse es algo difícil, y en gran medida, utópico. Muchas cosas que consideramos genuinas y propias son herencia de ese modelo impuesto desde tiempos inmemoriales.

Al haber nacido en una familia burguesa, continúa, Beauvoir, tuvo oportunidades similares a las de cualquier intelectual masculino de su época y esto la llevó a no fijarse en que no todas las mujeres vivían esa realidad. Al ponerse a investigar y escribir este libro por primera vez comprendió que una secretaria no sólo no sería invitada a esas reuniones de intelectuales de las que ella participaba, sino que tampoco podría comprar una propiedad o vivir de forma independiente porque la propia estructura social se lo impedía.

Siguiendo con esa idea Simone se postula contra el sistema capitalista, al que considera enemigo de la igualdad, ya que debido a la necesidad de mano de obra barata para sostener este sistema, (mano de obra que tiene como protagonistas a las personas con menos recursos y, sobre todo, a las mujeres) exige una estructura jerárquica bien definida. Pero tampoco el socialismo propone la igualdad de sexos porque se basa también en la estructura patriarcal. Y todavía va mucho más lejos, afirmando que de una forma u otra, todos los movimientos económicos parecen estar liderados por hombres, o al menos por los valores patriarcales.

La fuerza de sus palabras, la importancia de sus ideas para el movimiento feminista y para comprender las diferencias entre la lucha de clases y la liberación sexual, es fundamental. Simone no está segura de cuál sería el mejor sistema para conseguir esta utopía pero sabe cuáles métodos y organizaciones no son aconsejables porque niegan a la mujer y la condenan a permanecer siempre en segundo plano.

Simone de Beauvoir no tiene precedentes. Es una autora que cuanto más lees más te contagias de sus ideas y el entusiasmo por la revolución. En sus textos nos encontramos con ideas sumamente interesantes en torno a la lucha de clases y sexos que nos abren una ventana para comprender lo mucho que queda por hacer en materia de igualdad.

Y una de sus ideas más firmes es la necesidad de reflexionar en torno a la maternidad como herramienta de dominación para esta sociedad patriarcal para oponerse a ella con firmeza. Una idea sublime e imprescindible para llevar a cabo cualquier conquista y que forma parte de uno de los aspectos estructurales de la sociedad, que todavía al día de hoy no ha cambiado lo suficiente.

Beauvoir plantea la destitución de la maternidad con el peso que eso significa como única alternativa al cambio. Considera que las mujeres no tienen la posibilidad de escoger o no ser madres: son intimidadas a tener hijos y a criarlos. Y es difícil romper con esta idea porque ni siquiera ellas son conscientes de ello: porque fueron criadas para pensar que es natural y normal tener hijos, algo propio de todas las mujeres. Considera que ese es el punto fundamental a modificar como mujeres para revolucionar el mundo.

Por esas coincidencias de la vida, mientras preparaba este artículo me topé con un texto que compartió Flavia Company en su muro de Facebook en torno a la maternidad como imposición social que me pareció muy oportuno (¡Se los recomiendo como lectura complementaria!). Me parece increíble que ciertas ideas se encuentren implantadas de una forma tan profunda que cueste incluso hablar sobre ellas. Deberíamos crear espacios de debate para estos temas-tabú con urgencia.

Nada me maravilla más que la seguridad en la voz de Beauvoir al hablar de estos temas. Hace 30 años que se nos fue y la lucha continúa. ¿La lucha continúa?, me pregunto y observo un poco a mi alrededor. Madres, madres (¿y tú para cuándo? me pregunta el espejo). Y es que vivimos en un mundo demasiado aferrado a las tradiciones y a las patrias (aunque, como dice Ana Merino, «ninguna historia se escribe con mayúsculas»); un mundo que se resiste con uñas y dientes a abrir los ojos. Esa es la razón por la que todavía hoy las palabras de Simone continúan siendo subversivas y revolucionarias (y necesarias). Y es por eso también que Beauvoir era una candidata indispensable en este ciclo de entrevistas para el recuerdo.

¡Brindo por Simone de Beauvoir y todas las NOMadres!