«Sin Identidad. El Origen», de Ramón Tarrés —Editorial Espasa—

Las historias que de verdad nos conmueven son aquéllas que, en algún punto, se acercan a nuestras experiencias, o a las experiencias que nos habría gustado vivir. Los autores que nos fascinan suelen ser aquéllos con la capacidad para poner en palabras lo que nosotros no podemos o no nos atrevemos (o que no nos ha servido de mucho exteriorizarlo). Cuando te descubres leyendo una obra que pone de manifiesto todo aquello que te ha dañado o que te ha marcado en la vida, sientes como si una parte de ti pudiera descansar en paz porque descubres lo que es sentirse a salvo.

Hace cosa de un mes publiqué en mi blog una nota sobre la serie televisiva «Sin identidad», una apuesta novedosa y valiente de Antena 3 en la que trabajaron profesionales maravillosos como Ramón Tarrés, Manuel Ríos San Martín y Mónica Martín-Grande entre otros guionistas. A partir de allí me acerqué a la historia de María Fuentes y a su venganza.

Inevitablemente comencé a hacerme muchísimas preguntas en torno a su infancia. ¿Qué tuvo que pasarle a esa niña para llegar a desear matar a su tío, cambiarse de nombre, nacer de nuevo? Su historia me llegaba de cerca; en algunos aspectos, aunque de una forma menos entretenida, en mi vida también he tenido que tomar decisiones rotundas para huir de la tristeza. Por eso me inquietaba el pasado de María y también por eso me aferré a su historia de una forma irrevocable. En «Sin identidad. El origen» hallé respuestas a muchas de mis preguntas, en una novela casi teatral que se apoya en los diálogos y en las imágenes para poner en palabras los silencios familiares y la soledad adolescente.

El fin de la infancia

«Sin Identidad. El origen» (Espasa) nos ubica en ese momento de la vida en la que todo se da vuelta: la adolescencia. En la piel de su protagonista, María Fuentes, podemos revivir nuestras propias emociones, frente a un mundo adulto que no comprendemos y a las injusticias y a los abusos de nuestros pares.

A la buena literatura, decía Ana María Matute, se entra con dolor. Y yo estoy convencida de que la misma sentencia vale también para la vida. Sólo aquéllos que viven intensamente esa etapa de quiebre entre infancia y madurez, y que sienten el dolor de la pérdida con todos sus órganos, pueden reconocerse nuevos y auténticos en cada curva de su existencia y convertirse en individuos plenos. En esta novela hay mucho dolor pero también hay una firme lucha por parte de la protagonista contra las dificultades de la vida y la fuerte convicción de que no va a darse por vencida. Esa podría decirse que es la columna vertebral por la que va trepando la historia.

La primera escena nos pone en el cumpleaños número catorce de María Fuentes: un momento en el que su vida da un giro rotundo. Y vemos cómo esa niña-joven que mira a los grandes sin comprender lo que hacen, intenta aferrarse a su infancia. Y entonces descubre que no puede, porque los tiempos de la vida no los imponemos nosotros (quizá sea ante lo único contra lo que no podemos evitar doblegarnos). Ese día María adquiere una certeza: la vida va a ser difícil y la infancia se ha ido para no regresar jamás. Es un golpe duro que, además, debe enfrentar sola, debido a la carencia afectiva que le prodiga el entorno en el que vive.

El día de su cumpleaños muchas cosas cambian, y todo la cambia. María ríe. María llora. María piensa. María sufre. María toma decisiones. María se enfoca en su objetivo… A través de estas páginas Tarrés nos invita a acercarnos a esta niña que tiene en sus abismos una fortaleza inviolable, como lo demostrará años más tardes (¡No dejen de ver la serie, por favor!), y nos permite observar la irrevocable transformación de su vida de una forma paulatina.

Este libro es un canto a la vida y a la fortaleza de ser uno mismo. En la búsqueda de la propia identidad una de las cosas más difíciles de enfrentar es el desengaño: quien no lo haya vivido, posiblemente siga siendo un adolescente. En esta historia María se enfrenta a la realidad de una familia con la que no se siente identificada; donde imperan las mentiras, las buenas formas, los silencios, la falta de ganas de cambiar y, sobre todo, las imposiciones. Todos los personajes se deben a los demás y actúan conforme a lo que se espera de ellos, y no a como ellos desean ser. María decide que no quiere ser así y en ese punto, el momento en el que toma esa decisión, comienza a romperse el cordón que la mantiene unida a esa familia.

Ese gran cambio en su vida es sentenciado en primer lugar por la asimilación de su poder: su cuerpo es suyo y de nadie más. En segundo, por la convicción de saberse distinta a su familia. Y en tercer lugar por la ambición de escribir su propia historia.

Hay una escena fabulosa en la que Tarrés se detiene en ese instante en el que María, que viene percibiendo cambios en su cuerpo que, dice, «recibe como un regalo que la espera cada mañana al borde de la cama», se vuelve realmente consciente de su cuerpo y de su libertad. Me parece que consigue de una forma preciosa pintar la fortaleza que sentimos en nuestra adolescencia y que en muchas personas (demasiadas) se apaga, pero que en las criaturas fuertes persiste y las vuelve capaces de enfrentarse a cualquier «demonio» y decidir por ellas mismas el curso de los acontecimientos.

El monstruo crece

María Fuentes es directa y fresca; podría decirse que es la oveja verde de una familia donde la norma es la introversión y la rigidez emocional. Una familia donde nadie dice lo que piensa y en donde todos se acostumbran a vivir hacia fuera; y si a esto le sumamos que es una familia religiosa, tenemos el paquete completo. Cuando religión y aristocracia se aúnan en la constitución de una familia el resultado del cóctel puede ser mortal, se los aseguro. Pero Maria es auténtica y no tiene miedo de enfrentarse a todos esos fantasmas. En su interior vive un monstruo gigantezco que va a ayudarla a plantarle cara a las dificultades.

Uno de los temas que más me atraen y me acercan a María es su extraña relación con su madre adoptiva. Decía que lo que nos conmueve de la literatura es el reflejo de lo que nos ha tocado vivir y nos duele, y que a veces no somos capaces de expresar. Esa madre distante que ni siquiera se conoce a sí misma, que pone siempre por delante el silencio y las formalidades y que es incapaz de acercarse a su hija, hacen de María una criatura dolida y huérfana desde la más tierna infancia; una joven-niña que necesita refugiarse en su interior para huir del ruido de la incomprensión y la vida cobarde de los adultos que la rodean. ¿Cómo no sentirme identificada con esta guerrera?

Otra característica que me ha hecho amar a este personaje es el aturdimiento que le produce la pasividad de ese mundo adulto, religioso y burocrático. María intuye que otra vida es posible: una realidad en la que pueda decir lo que piensa y siente, fuera de las imposiciones familiares y sociales. Y está dispuesta a luchar por liberarse de la estructura rígida en la que se ha criado. Pero para ello deberá sufrir mucho (pienso nuevamente en las palabras de la Matute) y prepararse para una vida en la que se volverá cada vez más consciente de todas las carencias de la infancia y donde tendrá que tomar decisiones que la ayuden a sobrellevar la vida, poniéndose por encima de esos personajes opacos y rígidos con los que se ha criado.

Decisiones para vivir mejor

Las grandes decisiones de nuestra vida son también las que nos obligan a las mayores pérdidas. Cuando decides comenzar de nuevo porque ya la vida te ha asqueado demasiado o porque no puedes con la hipocresía y estás dispuesta a quitarte de encima las mentiras para siempre, aceptas que en el camino perderás mucho; incluso cosas y personas que creías estarían allí para siempre.

De una forma exquisita esta pérdida está dibujada en la serie «Sin Identidad» y se puede descubrir también en este libro. La posibilidad del blanco del futuro ante los ojos en Luisa, en María, en Enrique y Bruno incluso, es una de las ventanas por las que se asoma Ramón para animarnos a mirar en lo que podría haber pasado si…

La vida se encuentra llena de esos cruces en el camino en los que tomamos decisiones cruciales. En toda existencia existen estos instantes, pero no todos saben verlos y afrontarlos. Quienes no estén dispuestos a perder, de seguro recularán a los pocos metros de comenzar por la senda difícil; quienes asuman el riesgo, quizá puedan encontrar una vida placentera y plena. Y, aunque la vida no nos asegura nada a ninguno, cada uno sabe qué camino le hará sentirse más satisfecho consigo mismo. Esa es una buena conclusión que podemos sacar de esta lectura.

Otra de las reflexiones es la necesidad de tomar decisiones que nos liberen. Romper con las relaciones tóxicas; sobre todo con las que se viven dentro de una familia es una de las decisiones más valientes que puede tomar un individuo, y de las más difíciles. Cuando dices «no me hablo con mi padre, madre y/o hermanos» la pregunta obvia es ¿por qué? Se espera que quienes tienen la misma sangre permanezcan unidos de por vida, aún a costa del sufrimiento y del maltrato. Debido a este estúpido modo de obrar-vivir muchas personas se acomodan a una vida infeliz, por miedo al rechazo social. Es dolorosa la orfandad en un mundo que promueve las navidades familiares, los abrazos entre padres e hijos, la eterna admiración por los progenitores… Pero si esto nos hace infelices ¿por qué no elegir la ruptura? ¿por qué temerle tanto a la pérdida?

De todas formas vivimos en una época de cambios, quizá también la estructura de las familias esté cambiando positivamente. Sea como sea, libros como éste, que nos muestran la realidad de las familias, el dolor de los hijos incomprendidos, la soledad de la adolescencia para aquellos que se sienten diferentes al grupo, son grandes gotas de alivio y de ilusión para los que nos hemos sentido como ovejas descarriadas. Por todo esto, al zambullirme en esta historia, he sentido placer y seguridad: como si una parte de mí misma descansara en paz.

¡Lean «Sin identidad. El origen» y déjense contagiar por la sencilla y colorida prosa de Ramón Tarrés! Ojalá que esta lectura los lleve a animarse a dar el gran paso de sus vidas, hacia una transformación irrevocable. Porque aunque todo cambio trae consigo grandes pérdidas, también nos ofrece ese futuro blanco al que sólo nosotros podemos ponerle nombre y color.

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Sin Identidad. El Origen

Ramón Tarrés

Editorial Espasa, 2015

ISBN: 978-84-670-4494-2

288 páginas

19,90 €

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Algunas fotografías han sido extraídas del archivo de Antena 3.