Sobre cómo Quino nos cambió la vida

Tres obras de Quino que nos han cambiado la vida.


 
Quino es mucho más que el creador de Mafalda, y aunque ella es seguramente uno de los personajes más ingeniosos de toda su carrera, precisamente por el largo trasfondo que encierra, me gustaría recomendarte otras de sus obras. Algunas lecturas que fueron epifánicas en mi infancia, y que, creo, pueden ser ideales para conocer la variedad de la obra del maestro.
Despido con este artículo al genial Quino.
 
 

«La buena mesa» y «Quinoterapia»

«La buena mesa» fue el primer libro de Quino que vi y que me cambió para siempre; publicado por la entonces vistosísima Ediciones de La Flor. La posibilidad de utilizar la risa como espacio catártico me pareció sumamente fascinante. Aunque yo ya intentaba mis primeros versos, no había descubierto la magia de la risa en la literatura. Y creo que eso es lo que el historietista me ha enseñado mejor que nadie. Ahora que se nos ha ido, pienso que no estaría mal recordarlo a través de sus enseñanzas: con alegría e ironía.

En «La buena mesa» hay una viñeta que siempre me ha gustado mucho y que me parece muy representativa, incluso, del tiempo en que vivimos. Un hombre entra en un bar, se sienta a la mesa y le pide un café al camarero. Espera un poco y como no se lo trae, llama a otro camarero y le pide lo mismo. La secuencia se repite una vez más. Como siguen demorándose y ya está furioso se pone de pie y pide a los gritos un café. En la siguiente viñeta vemos al señor sentado con varias tazas de humeante café sobre la mesa. Esta escena, permite entender la fuerza de la gracia de Quino, que puede permitirnos disfrutar de una buena historia, divertida y sorprendente, y a la vez ofrecernos indicios para ahondar en un tema en particular, para entender mejor nuestro comportamiento social.

Mi primer acercamiento a «Quinoterapia» fue extraño. Porque yo era muy pequeña y muchos de los chistes no los entendía. Pero había algo que me atraía profundamente. En el baño de mi tío Pablo había una edición muy linda de esta obra y cuando iba a visitarlo solía encerrarme a disfrutar de esa lectura, lejos de la pesadilla de la rutina de gritos casi inevitable en cualquier familia numerosa. Cuando de más grande volví a leer este libro me di cuenta de que era mucho más interesante de lo que parecía.

En esta obra, Quino nos presenta un montón de situaciones que todos hemos afrontado alguna vez en la vida, y lo hace con una lupa de humor. Situaciones difíciles relacionadas con las crisis identitarias o los problemas de salud, observadas desde la ironía. También encontramos numerosas tiras con una crítica interesantísima al sistema de salud y a la forma obsesiva en que nos abandonamos en sus brazos. Sin duda es una de las obras con las que más empatizo, a la que vuelvo sin miedo a que se rompa el hechizo de la primera lectura.

Un artista y su amiga «Mafalda», ciudadanos de ninguna parte

Quino es un árbol latinoamericano de flores hermosas: con forma de estrella y mínimos pelusa en las puntas. Se cultiva para obtener de ella la quinina, una sustancia utilizada para tratar enfermedades como la malaria, y también es la materia prima utilizada para desarrollar muchos medicamentos. Una planta curativa, como la medicina de nuestro querido historietista. Y éste es un detalle que siempre me ha gustado, esta similitud, y que no quería dejar pasar por alto.

Aunque el artista nació en Argentina, decir que Quino era de un lugar específico, sería ir contra su voluntad. No sólo porque sentía una unión muy fuerte con la tierra de sus padres, Andalucía (Málaga para ser más específicos), sino porque además sus historias han recorrido el mundo y ayudado a personas de diferentes nacionalidades a afrontar las dificultades de la vida con una sonrisa. Así que podríamos decir que es un artista universal, que escribió contra las fronteras y todas las censuras. ¿Por qué ir contra su voluntad al recordarlo?

Pienso en «Quinoterapia» que, si bien es una tira muy argentina –porque no sé si existe una cultura tan enferma de terapeutas como la nuestra–, nos permite descubrir cierta obsesión con la salud perfecta, con la imposición de una norma física, química y mental, y el convencimiento generalizado de que no tenemos las suficientes herramientas para tomar decisiones básicas sobre nuestro cuerpo. Sin duda, una terapia íntima que puede ayudarnos a reconectar con la naturaleza, como conectado estaba Quino con su florido nombre.

Y poco a poco llegamos a «Mafalda», sin duda el personaje más famoso de Quino. Mafalda ha sido una constante a lo largo de mi vida, como de la vida de todos. El «Todo Mafalda» fue un libro que leí de principio a fin numerosas veces, hasta aprenderme de memoria muchos de los chistes. Y fue sumamente extraño para mí enterarme de lo universal que era este personaje tan argentino. Cuando me convertí en extranjera me sorprendió su popularidad. Tanto sus historietas, que he tenido la suerte de leer en diversas versiones, como su imagen representando camisetas, bolsos y toda clase de productos, fueron una constante a lo largo de este viaje.

Y me parece sumamente hermoso que este personajito –con una actitud tan argentina– se encuentre desprendido de la idiosincrasia del país, sea un bien universal, pueda decir las mismas cosas en múltiples idiomas e ilumine infancias opuestas. Mafalda, que siempre ha estado en contra de toda imposición, de toda censura, de toda injusticia, ha conseguido demostrarnos lo cerca que podemos estar entre nosotros, como habitantes de un mismo lugar. Mafalda, sin raíces, nos ha regalado a todos una certeza que tenemos que atesorar: hay un lugar mucho más interesante al que regresar, que no es un terreno específico, es el territorio de los sueños y de la utopía. Y esto que escribo es un agradecimiento al genio de Quino, aunque él ya no pueda leerlo. Que nadie se pierda la maravilla de su humor.



Debes estar registrad@ para poder comentar. Inicia sesión o Regístrate.