Siento por Silvina Ocampo una fascinación profunda y, sobre todo, porque se dice que la feminista de las Ocampo fue Victoria y todos se olvidan de Silvina, que escribía encerrada, que llevó una vida a la intemperie y que cultivó esperanzas libertarias desde su cuarto propio, sin necesitar de un grupo político para sentirse combativa. Por eso siempre me he sentido más identificada con la Ocampo olvidada y creé este ciclo llamado «Las repeticiones», en homenaje a uno de sus maravillosos cuentos. Hoy la elijo, a ella que no fue madre, para ofrecerte una contraoferta al día de la madre (festividad tan patriarcal y machista, pobrecita) y la traigo de la mano de una lectura que creo que no debería faltarnos a ninguna de nosotras. Se trata de «La solterona» de Kate Bolick. ¡Allá vamos!
El estigma de la mujer soltera
La maravillosa Kate, que dice que la felicidad nos vendrá por centrarnos en nuestra vocación y no en casarnos, construye en «Solterona» una revisión de las lecturas de autoras americanas que le han marcado y las revisa desde dentro, llegando a sus vidas, intentando atar cabos entre pasión y obligaciones sociales, intentando hacernos ver lo mucho que desde siempre nos ha marcado esto de poder dar a luz.
«Solterona» parte de una ruptura. La muerte siempre nos cambia. Nos endurece a veces, de una forma que no podíamos preverlo, pero así es. De pronto, la raja se hace visible y con ella todo lo que no estaba funcionando en nuestra vida queda a la intemperie. En este caso, la sensación de no estar viviendo por dejar la propia vida para ocuparse de otros, de otras relaciones, y sobre todo, por llevar a cabo lo que de nosotras se espera: ser novia, para ser esposa y para finalmente convertirnos en madre. Con el objeto de que no lo olvidemos tenemos al año el día de la madre, el día de la familia, las navidades y otros asuntos que nos recuerdan para qué hemos sido hechas.
En esa herida surge la posibilidad de una nueva vida, que la narradora con temor intenta, para demostrarse a sí misma que es posible ser alegre fuera del matrimonio. Al principio le resulta difícil porque hay toda una cuestión ligada al amor romántico que intenta mantenernos mareados, como si tener una pareja sea el único camino posible a la felicidad.
En contraposición, el mundo nos muestra diversas imágenes de mujeres solteras, construidas en torno al arquetipo de amargura y soledad insoportable que no colabora para que busquemos un camino diferente. las opciones, entonces son convertirte en una madre feliz o quedarte sola y amargada. Pero al mirar de cerca ambas opciones entendemos que ni la una es tan feliz ni la otra tan desgraciada, es más, es posible que en la soledad haya más regocijo porque existe la posibilidad de cultivarnos, de crecer, de formarnos en aquello en lo que nos sintamos a gusto.
Lecturas cruzadas para entendernos
A lo largo de este ensayo nos encontramos con las voces de diversas autoras que van nutriendo las reflexiones de la autora. Todas no-madres que supieron hacerse un lugar en el mundo de las letras, algunas con más dificultad que otras. Así, abrazamos la vida de Maeve Brennan, Charlotte Perkins Gilman, Edith Wharton, Edna St. Vincent Millay y Neith Boyce y vamos caminando junto a ellas y sus propias miradas de una forma absolutamente cercana y vital.
Hay también detalladas miradas hacia la literatura que las conmovió a todas ellas, para entender cuánto dicen sobre nosotras las lecturas que nos han iluminado. En este punto cabe una reflexión en torno a cómo a través de nosotras se fue perpetuando el machismo y el patriarcado, porque en esas lecturas que asumimos como valores sobraban mensajes acerca de la importancia de ser buenas, productivas y sobre todo, sumisas.
Kate Bolick nos ofrece en este libro una maravillosa reflexión en torno a lo que la historia ha hecho con nosotras, pero también intenta activarnos para decir «basta» y para comenzar a tomar decisiones rotundas que nos pongan en camino para dedicarnos a lo que realmente queremos, le pese a quien le pese, y cueste las relaciones que cueste.
El amor romántico no es basura. Es absolutamente atractivo y como tal, adictivo, el problema es que nos lleva a olvidarnos de lo que realmente somos y queremos, y ahí está su riesgo. Sin duda en «Solterona» no encontramos una apología a la soledad sino a la construcción del yo y al disfrute. Al gozo de estar con alguien si la exigencia no es abandonarnos a nosotras. Una forma muy interesante de mirar el amor y nuestras formas de relacionarnos. También es una lectura que puede servirnos para repensar la idea que tenemos de la maternidad. Como hecho que sucede y punto, y no como situación que nos complete y nos haga tocar el cielo con las manos. Porque, de momento, los humanos no tenemos alas.
Comentarios1
Excelente, mujeres que no quisimos ser esposas, madres y que si nos dedicamos a enriquecer nuestro propio yo, nuestro mundo lleno de amor a la vida, al ser humano, a los niños y a luchar cada día por ser mejores para el mundo que nos rodea.
Mejor una " solterona " feliz que una esposa amargada, mejor una soltera eterna y amar al amor de igual forma que cargar con odios de amores acabados.
Un excelente libro - aporte al mundo que nos exige ser una etiqueta y no ser felices !!!
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