Hay amores que matan, sin duda Sylvia Plath dio fe de ello, al enamorarse de Ted Hughes, con quien la embargó la felicidad más profunda y exacta, pero también la peor desilusión e infelicidad. A través de este artículo recordamos a esta impresionante poetisa y te invitamos a acercarte a su obra y a conocerla con mayor profundidad.
La campana de cristal
En este mes se cumplieron los 50 años de la publicación de la única novela de Sylvia Plath y también de su fallecimiento. «La campana de cristal» fue una obra de ficción con muchos elementos autobiográficos que relata de forma directa y sumamente estremecedora las emociones de una persona que intenta suicidarse, que siente que la vida ya no tiene sentido. La escribió después de su primer intento fallido de suicidio.
El suicidio es seguramente una de las primeras cosas que nos cuentan de esta autora y es que hay mucho de macabro y de triste en ese drástico final, solitario y violento. Quizás lo más llamativo de todo esto es que recién entonces, en los meses previos a su muerte, ella descubrió su verdadera voz literaria, en la que abunda la tristeza y la desesperación.
Plath se casó muy joven con el poeta Ted Hughes y, cuando ella tenía treinta años, él abandonó la casa dejándola sola con los dos hijos (Frieda, de dos, y Nicholas, de pocos meses). A partir de ese momento, la vida de Plath se fue desmoronando poco a poco y cuanto más perecía su entorno, más florecía su literatura.
Se levantaba con las primeras luces del día y escribía como poseída en esa hora azul, ¿creería ella, como Proust, que en ese instante del día todo era puro e incorruptible y por eso le interesaba crear en ese instante? No he leído acerca de eso pero puede que algo de místico se encuentre detrás de esa decisión de abandonar las sábanas apenas pinta la mañana para entregarse a una desaforada escritura, desconociendo tal vez que cuanto más escribía más se acercaba el momento del final y que, después de eso lo único que persistiría sería su obra.
El arte de morir
El morir en Plath también era un arte, así lo entendía ella, que parecía trabajar y perfeccionarse, lo cual nos probaría que estaba convencida de que la eficiencia de esa tarea era su razón de vivir. Una manera macabra de transcurrir los días pero no menos valiosa que la de los que nos levantamos cada día dispuestos a ser felices.
Porque todos tenemos derecho de decidir qué nos libera y entonces, no existen parámetros que puedan establecer comparaciones. Posiblemente Plath encontraba en ese arte del suicidio su propia libertad. En sus escritos cultivados aquel último febrero puede leerse:
El suicidio rondó su vida desde los 10 años, momento en el que dice lo intentó por primera vez, y nunca la abandonó (cruzó la carretera cuando un auto venía de frente y se recuperó, intentó abrirse las venas con un cuchillo y también la vida siguió colmándola…).
Pero ese febrero de 1963 fue el último, y, aquel 11, se levantó a su hora azul, dejó leche y tostadas para sus hijos en el dormitorio, donde todavía descansaban, y decidida se encerró en la cocina. Abrió la llave de la cocina de gas y metió su cabeza, recostándose sobre el piso frío de esa mañana invernal.
Éste fue su último intento, el que recordamos, el que terminó definitivamente con todo lo que le lastimaba y también con lo poco que parecía hacerla dichosa. Después de pasarse meses escribiendo apasionadamente, la muerte la encontró o ella descubrió el modo más certero de acerca a ésta, que para el caso es lo mismo.
La verdadera libertad
Se dice que los autores tenemos un Universo propio que vamos construyendo con los años, las experiencias y nuestro afán de apresar en literatura lo que percibimos… ¿Será que el universo poético de Plath era la misma muerte?
Algunos entienden que el arte debe liberarnos y suponen que suicidarse no es una forma de alcanzar la libertad, yo me pregunto, ¿será que para algunas personas la libertad se define como la ausencia de…? Entonces, seguramente para Plath el suicidio fue la única forma de liberarse, podemos concluir entonces diciendo que fue la literatura quien le permitió liberarse mostrándole ese camino vedado que ningún ser humano habría sido capaz de señalarle, porque ya sabemos que los humanos le tememos a la muerte de una forma horrorosa.
Sylvia Plath es seguramente una de esas autoras que te entran de lleno, seguramente en esa agonía y esa tristeza a flor de piel, tan presente en su obra puede compararse con Virginia Woolf. A lo mejor, por mucho que nos pese, el suicidio para muchos autores sea la única forma de evadirse de la incomprensión y la enfermedad mental que siempre golpea a nuestra puerta con insistencia.
Comentarios2
Dos vasos de leche le dejó preparados a sus hijos antes del suicidio. Tremenda historia y obviamente con una patología indudablemente manifiesta.
Una gran Poetisa! tan amada como odiada entre sus pares.
Gracias por este artículo.
Un abrazo Téxil, aunque no comente, siempre te leo y es un lujo hacerlo.
Besazos!
Muy triste, agotador para los que se quedan llorando, y supirando.
No me extrana que lo haya hecho, hay veces que la vida no ofrece mas que angustias y verguenzas.
Pobres chicos, sin madre y tan chicos.
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