«Tiempo de vida» es la última obra de Giralt Torrente, con la cual el autor ha conquistado el Premio Nacional de Narrativa. Se trata de una obra autobiográfica, donde se narran los conflictos entre él y su padre.
Ya lo dijo Kafka
Franz Kafka en sus «Cartas a un padre» planteaba los eternos interrogantes de la relación padre-hijo. Preguntas que intentan responder por qué hay hijos que sufren más la actitud de los progenitores, por qué se sienten infinitamente incomprendidos y jamás pueden pasar completamente esa página que deja a la infancia en un capítulo viejo.
Intrigas que nos llegan al alma, sobre todo a los que hemos intentado derrumbar las barreras de la fidelidad y el obligado respeto a los padres, que no es más que una estructura antañosa que intenta cubrir de velo las cosas realmente importantes en la vida. Cuando el respeto no existe desde ambos lados ocurre lo que dice Giralt, esa relación termina sacando lo peor de nosotros, y dejamos ver aquello que no deseábamos mostrar.
No es un tema novedoso, pero posiblemente haya quedado mucho por decir todavía, por eso Giralt en esta obra continúa respondiendo esos importantes interrogantes, los que le afectaron a él y que a la vez pueden ayudarnos a muchos a entender nuestra propia historia.
Giralt y su padre
En «Tiempo de vida» Giralt presenta una reflexión sobre su pasado, sin suavizar los dolores ni las crueldades, con un estilo tan suyo que permite adentrarse en esa relación entre él y su padre, el pintor Juan Giralt, y entender el pasado y la identidad de este escritor.
Fue una obra que conmovió a millones de lectores, entre los que se encuentran otros autores, como Cristina Grande, quien se atrevió a decir:
Y es debido al éxito de esta obra que Giralt pudo hacerse con el Premio Nacional de Narrativa, pese a haberlo disputado con otros autores grandes, como Enrique Vila-Matas, Eduardo Mendoza y José María Guelbenzu.
Giralt Torrente es un autor que se inclina más por las historias donde se analiza el alma humana y que hacen referencia al pasado. En este caso, une dicho interés con su propia historia, permitiendo que la literatura le sirva como un acercarmiento hacia su persona. Hablar de relaciones con la familia o con amantes, según Giralt, es la mejor forma de acercarse al fondo de uno mismo, y dice que la mayoría de sus obras tienen su origen en relaciones de este tipo, sobre todo «París» y «Los seres felices».
Giralt expresa que en la obra narra un enfrentamiento que duró demasiado tiempo y se superó en las circunstancias más adversas.
Y ¡vaya si no tenía algo que contar que ha ganado uno de los premios de narrativa más prestigiosos!
El riesgo de decir la verdad
Pese al éxito de la obra, declaró recientemente que concebir la literatura como espejo de la verdad, intentando develar viejos misterios, tiene consecuencias, reabre heridas que considerábamos ya sanadas y puede llevarnos a enloquecer, por eso hay que ser prudentes.
Hizo entonces referencia al reciente suicidio de Pilar Donoso, inducido posiblemente por no haber sido capaz de soportar esas verdades que cuenta en su obra «Correr el tupido velo», donde habla de su relación con su padre y de aspectos oscuros de la vida del escritor chileno, desconocidos por todos hasta ese momento.
Giralt afirma que si de por sí es difícil enfrentar la propia existencia, aún más complicado es internarse en los misteriosos que hacen a la unidad familiar pues adentrarse en este espacio es como quedar a la intemperie.
En este espacio, mejor que en ningún otro, se puede hablar de la realidad, porque en los senos familiares es donde se explican las razones de la existencia, y es en el pasado de un hombre, en su infancia, donde se encuentran las respuestas a su presente. Los grandes conflictos humanos todos tienen su origen en la familia.
La política y la vida
Muchos autores han hablado de la familia, pero siempre este tema es tratado con delicadeza y cierto pudor; Giralt en cambio lo hace de una forma fresca, incapaz de auto engañarse y atreviéndose a decir cosas que posiblemente por muchos sean barbaridades, pues todavía existen un gran número de grupos conservadores que intentan vendernos la imagen de familia como algo imprescindible para la existencia, la ausencia de familia como signo de infelicidad y soledad.
Y nada más cierto que lo que expresa Torrente, porque al hablar de los pequeños conflictos cotidianos de las personas, se está planteando un pensamiento político, porque la vida es política.
Es imposible no plantear un punto de vista ideológico si estamos intentando entender el por qué de ciertas cosas, porque las reglas en una familia marcan un punto de vista político, y si esas reglas no son equilibradas y no aportan de verdad algo positivo a sus integrantes, entonces deben ser denunciadas. En esa denuncia se proyecta un pensamiento político contra la desigualdad y la corrupción.
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