5 tips para mejorar en la creación de un relato

Comienzo el artículo de hoy inspirándome en estos versos que corresponden al poemario de «Mientras la luz». Creo que son palabras sumamente lumínicas y estremecedoras las de Lola.

Escribir es eso. Ir hacia lo desconocido y movernos a través de las palabras en ambientes que nunca antes tocamos. Escribir es deslizarse, a veces más fluidamente que otras, abriéndose camino en el paisaje.

En el artículo de hoy me basaré en diversos escritos de Andrés Neuman, Marguerite Duras, Anton Chejov, Charles Baudelaire y Juan Carlos Onetti para plasmar cinco consejos que a mí me han resultado muy útiles y que no quise guardarme. Porque todo lo aprendido se disfruta más cuando se comparte, ¿no les parece?

1. Qué decir, qué callar y qué decir en silencio

Dice Andrés Neuman que para aprender a narrar es necesario no solo dominar el argumento sino también la elipsis. Es decir, no solamente tenemos que saber qué decir sino que también debemos tener en claro qué hay que callar, y qué decir en silencio.

Creo que es el mejor consejo que deben darnos al incentivarnos a escribir. Y Neuman es un maestro en este campo. Aprender a narrar lo que no está en escena y, en cierto punto, convertirlo en protagonista es uno de los mayores desafíos. Conseguirlo es, sin lugar a dudas, un buen comienzo para escribir mejor.

Aprender a decir en silencio implica que el lector se entere de lo que queremos sin decírselo; le damos a él el verdadero protagonismo: debe ser él quien analice y saque conclusiones. Nuestra única labor es intentar que el lector se implique de tal forma que se convenza de que esa historia solamente es posible porque él está allí, leyéndola. Y, al convertirlo en lector-autor, alcanzamos el objetivo de todo buen relato: abrir una ventana en la mente del que mira y no cerrar una puerta (que podría ser el objetivo de una novela, ¿quizás?).

2. Escribir siempre

El segundo consejo es escribir a todas horas o en todo momento. Como lo expresó en más de una ocasión Marguerite Duras, lo que nos define como autores es simplemente ESCRIBIR. Y lo que nos permite conocernos como personas y darnos a conocer es la escritura.

Una de las cosas fundamentales que debe tener presente todo apasionado de las letras y todo aquel que desee dedicarse a la escritura es que nunca bajo ninguna circunstancia debe dejar de ser él mismo; por ende, no debe abandonar la escritura por mucho que ella le pese. Incluso debe mantenerse firme en los momentos de desesperación. Y, si es como dicen que de los malos momentos surgen las mejores obras, confiar en nosotros y en las letras en esa situación puede ser la mejor manera de intentar que ese dicho se haga realidad en nosotros. Así que, el segundo consejo es ese: escribir siempre.

3. Trabajar intensamente, a diario y sin frustrarnos

Hay algo que dice Baudelaire acerca de la composición que me parece sumamente relevante. Expresa que cubrir una tela no es cargarla de colores, sino esbozar de modo liviano disponiendo las masas en tono ligero y transparente. Escribir también se hace de ese modo. Antes de sentarnos sobre el papel nuestra mente debe tener una clara idea de lo que busca a través de la creación. Y, aunque el terreno por el que transitemos nos sea desconocido, debe existir a priori el instinto de búsqueda, una inquietud específica, para que el tiempo dedicado al trabajo sea fructífero.

Además, Baudelaire habla de la importancia del trabajo constante. Trabajar movidos por la inspiración puede ser gratificante pero no debe ser la inspiración lo que nos lleve a sentarnos sobre un papel sino el deseo de trabajar. Para él si uno trabaja intensamente en algo la inspiración vendrá, obedeciendo a sus deseos: creo que en esto puede haber una gran verdad.

4. La brevedad es hermana del talento

Chejov es seguramente uno de esos maestros a los que todos volvemos tarde o temprano. Él declaraba que cuanto más alegre era su vida más sombríos resultaban sus personajes. Posiblemente esto tenga que ver con esa necesidad de equilibrio tan misteriosa y a la vez férrea en nosotros.

Pero, sin dudarlo, uno de los consejos de Chejov que siempre llevo y que considero fundamental es la búsqueda de la brevedad. Esto puede resultar sumamente complicado para algunos pero es importantísimo.

Chejov decía que la brevedad es hermana del talento y agregaba que es muy importante ver y vivir pero lo que realmente importa, lo que trasciende, es cómo lo hemos visto. La forma en la que contemos nuestra historia será clave para convertirla en una buena o una mala historia. La perspectiva que escojamos es uno de los elementos que la caracterizarán y, la forma en la que podamos expresarlo.

La brevedad, por otra parte, nos exige decir menos de lo que deseamos, para dejar que el lector agregue los elementos subjetivos que le faltan al cuento; de este modo, cada lector podría escribir un nuevo cuento, partiendo del original. Ahí reside una de las mayores funciones de la literatura, en que una historia pueda convertirse en muchas otras, tantas como lectores existan.

Dice Chejov:

5. Dar espacio a lo extraordinario

Muchos autores han tenido sus decálogos o dodecálogos. En el de Juan Carlos Onetti hay consejos muy interesantes, como el de no intentar deslumbrar al lector ni buscar la originalidad, porque ambas cosas solamente se consiguen si no se buscan. Al escribir debemos buscar expresar algo mientras nos hacemos otro, pero nunca llamar la atención.

De todas formas, de todos sus consejos hay uno que es mi favorito. Dice:

Cuando nos paramos en un terreno estructurado nuestras capacidades se reducen a los límites que establece dicha estructura. Pero qué pasaría si nos dejáramos volar, si intentáramos evadir toda regla y escribir conforme a lo que nuestros propios principios establecen. ¿Sería posible la escritura entonces? Posiblemente existe solo una forma de saberlo: probándolo.

Considero que valerse de la escritura como si de una herramienta se tratara, como si fuera un medio para explorar el mundo y buscar alternativas y nuevas realidades, es la única forma de descubrir de qué somos capaces. Porque la única forma de conquistar ese terreno desconocido que hay más allá de nuestros ojos es pensando que todo podría ser posible, incluso aquellas cosas que en materia pragmática no puede serlo.