Algunas buenas razones para leer «Todo queda en casa», de Santi Fernández Patón (Distrito 93); una novela sobre los silencios familiares y la herencia moral de nuestros padres.
Algunos libros tienen la extraña fuerza de invitarnos a visitar esas zonas oscuras de nosotros mismos, que aseguramos tener controladas pero que desbarajustan todo nuestro entorno en cuanto afloran a la superficie. «Todo queda en casa», de Santi Fernández Patón (Distrito 93) ha provocado en mí algo de eso. La pregunta en torno a la identidad tiene una respuesta tan amplia que no se puede conseguir con sólo mirar a cada persona, separada de sus relaciones de sangre. Mucho de lo que somos lo hemos heredado; y no sólo tenemos una herencia genética, también moral. Sobre esta última trabaja con lucidez Santi y nos invita a hacernos las preguntas esenciales de la madurez. Estamos ante una novela que gira en torno a los silencios familiares y las muchas formas de asumir nuestra responsabilidad en las decisiones tomadas en este retorcido camino que es la vida; abordado desde la individualidad de los personajes pero llegando a abarcar sus consecuencias en la sociedad.
Las decisiones que nos cambian
«Todo queda en casa» es una novela absolutamente contemporánea que nos permite conocer a un grupo de personajes que han crecido invadidos por los silencios de sus padres y deben tomar la difícil decisión de romper con ellos o avanzar arrastrando un pasado que desprecian. Sin duda es una novela que merece muchísimo la pena. Cabe mencionar que ha ganado el Premio de Novela Auguste Dupin.
Un mensaje de Facebook sacude la vida tranquila de Daniel, el protagonista y narrador, para recordarle una decisión que tomó hace muchos años: separarse para siempre de su familia biológica. Las consecuencias de aquel impulso adolescente se agolparán de pronto desestabilizando su espíritu y poniendo patas para arriba las certezas del presente. Reanudar la relación con su hermana pequeña, a la que no ve desde hace décadas, será una decisión que modificará el curso de su vida sustancialmente.
¿Cuánto puede cambiar nuestro destino una simple llamada telefónica o un mensaje de texto? De este hilo tira Santi Fernández Patón para regalarnos una novela redonda sobre la difícil tarea de asumir el pasado y seguir adelante, y también sobre el peso de la responsabilidad con los demás. Todas nuestras decisiones modifican la vida de los otros.
La narración de la novela se encuentra cuidada de forma impecable. Pero sin duda lo más reseñable es el interesante análisis de una época: el derrumbe de la clase media y su vínculo con los casos de corrupción más populares de la Historia de España.
La razón por la que Daniel ha decidido cortar con la familia tiene que ver con esto; con el deseo de desprenderse de una herencia contaminada, para limpiar el peso de la culpa que las mentiras familiares le provocan. A medida que avanzamos en la historia vamos descubriendo las consecuencias morales que las acciones de sus padres han tenido en la psique del narrador y podremos o no comprender sus motivos para aquel desapego.
La única relación que no nos condiciona es aquella donde la forma en la que se asume el afecto no viene impulsada por algún tipo de responsabilidad o de deseo. Sobre eso charlamos con Nuria Barrios en esta entrevista. Y hoy vuelvo a esa idea porque me parece que el modo en el que Santi consigue trabajar esa relación de hermanos, nos permite encontrar cierto vínculo con la historia de Barrios. La sinceridad en un lazo donde no hay imposiciones.
Al descubrir que su hermana quiere verle después de tanto tiempo, Dani siente extrañeza pero no precisamente culpa; algo que probablemente sí habría ocurrido si se hubiese tratado de su hija o uno de sus progenitores. Recomponer entonces la relación no resulta complicado. Pero lo que ambos descubrirán en ese viaje, los hará madurar y cambiar su percepción del otro para siempre. Asumir la forma en la que nuestras decisiones cambian la vida de los otros, es otro de los grandes temas de la novela.
En esta historia, entonces, acompañamos al protagonista en un viaje al interior de sus emociones, en el que deberá entender o aceptar los silencios familiares y comprender que la vida es siempre desde ahora. Conseguirlo, dependerá de su capacidad para reconstruirse a cada paso. Su forma de dar pequeños pasos dependerá también de las relaciones que establezca: porque los otros nos cambian y nos propulsan en este laberíntico estar vivos.
Corrupción y herencia
Santi Fernández Patón hace en esta novela dos cosas interesantes. Por un lado, dibuja perfectamente los cambios sociales de nuestro siglo: el feminismo ha puesto de cabeza las nociones de relaciones y el poder ha cambiado de manos. Por otro, trabaja muy bien la forma en la que nos afecta la herencia nociva de nuestros padres.
Desde estas dos ideas consigue ensamblar una novela atrapante, que puede leerse como una gran pregunta sobre el destino social e individual, y gracias a cuya lectura seguramente podremos entablar nuevas preguntas para nuestra propia concepción de la vida.
Daniel debe comprender, que su legado individual está vinculado a una herencia mayor, colectiva, la que tienen los jóvenes de su generación: el legado de una época donde la corrupción fue moneda corriente, de la que se beneficiaron incluso personas aparentemente honradas. Sobre la idea de la corrupción como una especie de alud que arrastra a sus fauces a personas aparentemente normales trabaja también con mucha inteligencia Fernández Patón.
Lo que más me ha interesado, sin embargo, y creo que es una buena razón para leer este libro, es la forma en la que Santi ahonda sobre las relaciones familiares y las herencias morales. Quizá es un tema que no se trabaja tanto en literatura: la idea de que la herencia puede ser mala, incluso si no hubo violencia o infancias sórdidas. Que hay un legado abstracto que nos daña de forma indirecta y rompe nuestro futuro de alguna forma. Creo que ofrece muchos hilos para pensarse y pensarnos esta lectura.
En la obra de Fernández Patón hay una tendencia al uso de una narrativa casi periodística, que resulta beneficiosa para la trama, porque sirve para que nos posicionemos en contexto. Es toda una marca de la casa, donde la brevedad no necesariamente está vinculada a escasez de detalles sino a un tono seco y directo. Es también seguramente gracias a su pasión periodística que consigue engancharnos con cada novela al desarrollar con precisión quirúrgica los hilos que conectan tiempos y personajes. No dejes de leer la nueva novela de Santi Fernández Patón.
TODO QUEDA EN CASA
Santi Fernández Patón
Distrito 93
978-84-178951-4-7
264 páginas
17,00 €
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