«Todos los viernes del mundo», de José Antonio Gargallo (Mil Madres)

Reseña de «Todos los viernes del mundo», de José Antonio Gargallo (Mil Madres).

«Todos los viernes del mundo», de José Antonio Gargallo (Mil Madres)

 

¿De qué está hecho el miedo ante la posibilidad de olvidarnos de las cosas que hasta ahora nos sostienen en pie? A través de la novela Todos los viernes del mundo, José Antonio Gargallo (Mil Madres) indaga en esta pregunta, a través de una historia con un ritmo sostenido y una estructura novedosa. En ella conocemos la historia de un hombre que debe afrontar el ocaso de su vida con la certeza de que no le queda mucho tiempo de lucidez. Pero en ese mundo de incertidumbre las pasiones y la amistad lo mantendrán en flote, y la escritura será una herramienta que le otorgue sosiego. Una novela bella e intensa que te recomiendo.
 

Porque escribí…

Enrique Lihn tiene un poema perfecto. Porque escribí. Un hombre repasa su historia, sus miserias, la crueldad con la que lo golpeó la vida, y descubre que sólo la escritura ha sabido mantenerlo a salvo de la tristeza y del olvido. He pensado en este poema mientras leía Todos los viernes del mundo de José Antonio Gargallo. Rodolfo, es un hombre al que se le ha diagnosticado la enfermedad de Alzheimer y escribe. Y este libro son sus cuadernos, donde anota lo que vive, porque sabe que lo irá olvidando.

Algunos de los temas que atraviesan la historia son la identidad –aunque Rodolfo lleva muchos años viviendo en España no se siente español del todo, aunque tampoco le queda vínculo con su país de origen, Argentina–, la resistencia del pequeño comercio ante la globalización –en el 2019 Rodolfo sigue sosteniendo un videoclub, el último de la ciudad, y trata de mantenerlo en pie con ideas creativas, que le dan ritmo y color a la narración– y la fuerza de los apegos –en medio de la grisura, los amigos y el deseo lo reconectan con la realidad y le ayudan a defenderse del olvido–.

Si ahondamos un poco más descubrimos algunos subtemas que también resultan significativos: el paso del tiempo, las formas en las que vamos lidiando con los recuerdos y la escritura como territorio de seguridad sobre el que poner en palabras lo vivido, para que no desaparezca. Eso creemos cuando empezamos a leer, que Rodolfo escribe para poder recordar su vida en el futuro. Así también lo asume Elena, una mujer asidua al videoclub con quien Rodolfo tiene una estrecha relación, cuando descubre el cuaderno. Sin embargo, Rodolfo lo desmiente: escribe como un mecanismo de reproche contra sí mismo.

«Todos los viernes del mundo», de José Antonio Gargallo (Mil Madres)

Un narrador sorprendente

Todos los viernes del mundo es una novela acertada que nos permite descubrir a un escritor interesado en lo formal. Encontramos una estructura que se apoya en lo mejor del relato breve en combinación con el género diarístico, para ofrecernos una narración ligera, sostenida de forma consistente.

El tono se va construyendo en formato de voz interior –sin llegar a ser el fluido de conciencia y más cerca de la narración–, que apela a los silencios repentinos y a las asociaciones incongruentes para explicarnos que estamos entrando en el relato de alguien que necesita desesperadamente contarse pero que ya empieza a sentir que las palabras se le escapan. Creo que es una de las cosas mejor logradas del libro, te arranca de tu lugar y te obliga a mirar desde esa nube de incertidumbre en la que vive el personaje.

«Todos los viernes del mundo», de José Antonio Gargallo (Mil Madres)

Otro de los grandes logros es la posibilidad de contar una historia con pocos personajes y en un único escenario, sin perder jamás la intensidad. El videoclub es un lugar-personaje, que primero resulta extravagante pero, a medida que vamos pasando los días en él, se convierte en un entorno familiar y querido. Es el escenario en el que ocurre todo (y de todo), y que cobra vida propia en determinadas circunstancias. José Antonio Gargallo consigue trasladarnos a ese lugar y nos invita a conocer sus recovecos, mientras avanzamos por la mente de Rodolfo y sentimos su miedo al olvido.

Al final, es una lectura que nos invita a pensar en el presente como un tesoro que nos pertenece y del que tenemos que intentar no huir. Ese presente que para Rodolfo se ve eclipsado por el miedo al olvidado. Y sin embargo, quizá se trate sólo de cambiar la perspectiva. Y entender que en nuestros escapes de memoria y olvido, a lo mejor está nuestra afilada manera de vivir, sorprendiéndonos siempre. Imaginar el futuro e ir hacia él, paso a paso. Como Ethan (el protagonista de «centauros del desierto», película que Rodolfo recomienda y recomienda sin césar) el personaje de este libro persigue sus recuerdos, su presente, sus rutinas, a través del lenguaje. Y así los descubrimos nosotros. Página a página. Que nadie se pierda esta novela maravillosa y a este portentoso narrador.

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«Todos los viernes del mundo», de José Antonio Gargallo (Mil Madres)
 
 
 
TODOS LOS VIERNES DEL MUNDO
José Antonio Gargallo
Mil Madres
978-84-1242-494-2
180 páginas
19,00 €
 
 



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