Entender el alma humana: ese es el objetivo de la literatura. Escribimos porque necesitamos entender y entendernos. Por eso desde tiempos antiquísimos el mundo de la literatura ha indagado en el comportamiento humano y en la forma en la que nos relacionamos con el mundo según las características de nuestra personalidad y nuestra historia.
Publico hoy la primera parte de un breve ciclo en torno a la estrecha relación que existe entre literatura y psicología. En primer lugar hablo sobre los nombres que reciben algunas enfermedades, inspirándose en personajes interesantísimos del universo de ficción. En el próximo texto indago sobre patologías mentales que padecen personajes y autores.
Los miedos al fracaso y a la madurez
El síndrome de Peter Pan es uno de los más conocidos y lo padecen aquellas personas que tienen terror a crecer; esta enfermedad puede llevarlos al punto de no poder asimilar responsabilidades y la imposibilidad de vivir una vida adulta equilibrada. Aunque muchos se refieran a él como un problema de inmadurez, este síndrome es mucho más grave de lo que parece y no tiene nada que ver con una predisposición caprichosa a no querer crecer, sino más bien con una incapacidad para entender el mundo adulto. Suele ser la consecuencia de una infancia dolorosa y abandónica, generalmente acompañada de abusos físicos y psicológicos.
«Pollyanna», el personaje de la novela homónima de Eleanor H. Porter, es una niña aventurera que siempre está aceptando los desafíos, porque no tiene miedo de las consecuencias. Ella da nombre al síndrome que padecen aquellas personas que suelen encontrar el lado bueno de cualquier situación de una forma enfermiza, algo así como un optimismo irremediable, incluso cuando las pruebas son absolutamente negativas. Si bien a simple vista puede resultar una patología inofensiva, sus consecuencias pueden ser graves porque puede llevar a la persona a asumir riesgos que pongan en peligro su vida porque es incapaz de considerar la posibilidad de que las cosas salgan mal.
Otro síndrome conocido es el de Dorian Gray, que lo sufren aquellas personas que tienen una noción errónea de su cuerpo y se obsesionan con ciertos defectos físicos (que en general sólo son visibles para ellos) y los convierten en protagonistas de su vida, al punto de no poder desarrollar una vida normal a causa de ello. Una de las obsesiones más comunes en las personas con esta dolencia es la idea del envejecimiento. Este nombre le viene dado por la novela «El retrato de Dorian Gray» de Oscar Wilde, en la que el personaje vende su alma al diablo para conseguir mantenerse joven eternamente. Se trata de uno de los trastornos dismórficos corporales más comunes de nuestra época, aunque de momento el nombre de Dorian Gray no se encuentra clasificado entre los nombres científicos de las dolencias psiquiátricas, muchos se refieren a él de esta forma.
Las frustraciones afectivas
Otra protagonista femenina que da nombre a un trastorno es Madame Bovary, cuya patología se caracteriza por la insatisfacción crónica en el aspecto emocional (afectivo y social). Algunos le llaman también síndrome del bovarismo. Las personas que lo padecen tienden a ser sumamente románticas e idealistas y la frustración que experimentan al toparse con la realidad les genera una insatisfacción tan grande que nunca se sienten a gusto con lo que consiguen. Quiero recordar que Madame Bovary es Emma, la protagonista de la novela homónima de Gustave Flaubert.
Otro autor clásico que ha dado nombre a un trastorno mental es Shakespeare: el síndrome de Otelo, ha sido bautizado en homenaje al personaje homónimo de William. Otelo, al igual que aquellos que padecen esta patología, sufría de ataques violentos de celos y la certeza de estar siendo engañado por su pareja aunque no hubiera evidencias de ello. El nombre oficial es delirio celotípico pero la mayoría se refiere a él con el nombre de aquel personaje clásico que, convencido de que su amada Desdémona le es infiel, la mata, yendo a descubrir más tarde que la duda era infundada.
El complejo de Cenicienta, inspirado en la historia de la joven que vive bajo el dominio de una madrastra y dos hermanastras que la tratan de formas crueles, tiene dos explicaciones.Una que sirve para referirse a los niños adoptados que adoptan una actitud hiriente con las familias adoptivas, contando historias acerca de improbables maltratos, una especie de fantasía negativa alimentada por el miedo al abandono y la pérdida. La otra descripción es la que hace Colette Dowling que describe a aquellas mujeres con miedo a la independencia que se manifiesta por el miedo inconsciente a ser cuidadas o atendidas, en un intento desesperado por dar con el príncipe azul o huir de él, según cada caso.
Los invito a estar atentos a nuestra próxima entrega, en la que escribo sobre algunos escritores trastornados y personajes literarios con patologías bien definidas. ¿A que es un tema apasionante?
Comentarios2
Qué información más interesante acabo de aprender. Bonita e ilustrativa idea, Tes. Un abrazo.
Muy interesante, a propósito de Flaubert, además de ser un escritor perfeccionista que no soportaba el más mínimo error, he leído que además era un pederasta al que le gustaban los niños ¿Podría ser cierto?
Gracias Tes
Debes estar registrad@ para poder comentar. Inicia sesión o Regístrate.