A veces los seres humanos dejamos que el tiempo se lleve la memoria, olvidamos aquello que es sumamente importante y reemplazamos esos recuerdos que son vitales por otros más esporádicos, menos trascendentes y, hasta más soportables. Eso hacemos. Con los estragos de las guerras, los campos de concentración y las dictaduras es lo que hacemos; olvidamos, dejamos pasar, no queremos hablar. Son cosas tristes que preferimos no tener presentes para que no nos hagan daño, pero ¿y las vidas que han quedado en el camino no tienen derecho a ser memoriadas? Los recuerdos de un grupo social, de un pueblo, no deberían desmantelarse ni archivarse, deberían tenerse presentes siempre para poder evitar que ciertas cosas vuelvan a ocurrir. Por otro lado, olvidar el pasado es también hacer oídos sordos al presente, pues todos sabemos que ciertas cosas aún siguen ocurriendo, frente a nuestras narices…¿y qué hacemos? las obviamos, las evitamos, no pensamos en ellas…Lo de siempre… Este artículo es una nota de memoria para tres de los artistas y luchadores argentinos que fueron desaparecidos durante la última dictadura militar (la última según los libros, claro).
El guionista y cineasta Raymundo Gleyzer
Raymundo Gleyzer nació en 1941 y a los 35 años de edad fue desaparecido. Raymundo era un cineasta completamente comprometido con las realidades sociales de Latinoamérica, no sólo de Argentina. De hecho, comenzó su carrera grabando un documental donde mostraba la pobreza de Brasil, era en pocas palabras un documentalista social. Entre sus obras más reconocidas se encuentran: «La Tierra Quema», «México, La Revolución Congelada» y «Los Traidores».
Fue uno de los periodistas más destacados de esa época, colaborando con los noticieros locales de Canal7 y Canal 13; cabe mencionar que fue el primero que documentó la vida de los soldados durante la Guerra de Malvinas.
Posteriormente creó el grupo «Cine de la Base» junto a otros militantes que utilizaban la cámara como un arma de combate, con quienes realizó documentales hechos desde la clandestinidad y que no se vieron en los medios de comunicación del momento. Entre ellos se encuentra: «Swift», «Ni olvido ni perdón» y «La Masacre de Trelew».
Cuando se instaló la dictadura en Argentina, uno de los hombres a los que se persiguió fue a Raymundo y a su grupo, algunos de sus compañeros se exiliaron y continuaron la labor desde otros países, Raymundo se quedó y poco después formaba parte de la inmensa lista de desaparecidos de Argentina.
«Nosotros no hacemos films para morir, sino para vivir, para vivir mejor. Y si se nos va la vida en ello, vendrán otros que continuarán».
Pirí Lugones, nieta del poeta, hija del torturador
Patricia Lugones, conocida por su apodo Pirí, nació en 1925, era nieta del reconocido escritor Leopoldo Lugones. Era una escritora, periodista y traductora y una acérrima defensora de los derechos humanos. El 20 de diciembre del año ´77 fue secuestrada por los militares y no se supo más de ella.
Pirí era hija de Polo Lugones, conocido por haber creado la picana que se utilizaría como medio de tortura durante el gobierno de Uriburi, su hija, con ideas completamente opuestas a las de su padre, militó en las filas de la izquierda, razón que la llevó a formar parte de la lista negra de los militares, durante el Proceso de Reorganización Nacional.
Pirí estuvo en las Fuerzas Armadas Peronistas y, posteriormente, se unió a Montoneros; en estos cuerpos ejerció en tareas de inteligencia, prensa y caridad. Convencida de que un país nuevo era posible, luchó por ello, debiendo prescindir a las acomodaciones de una vida aristocrática, y dispuesta a todo menos a renunciar a sus ideas.
Susana no sólo aseguraba públicamente odiar a su padre, sino que incluso se enfrentó a él de formas bruscas.Además, se cree que durante el tiempo que estuvo detenida fue torturada con la picana que Polo había creado. Se estima que su muerte aconteció el 17 de febrero de 1978.
El Eternauta de Oesterheld
Otro de los artistas desaparecidos fue Héctor Germán Oesterheld, nacido el 23 de julio de 1919 en Buenos Aires, quien fuera uno de los artistas de historietas más reconocidos de Argentina.
Sin lugar a dudas, pese a que este artista fue el creador de majestuosas obras, la más reconocida de todas es «El Eternauta», con dibujos de Solano López. A medida que sus obras se hacían másconocidas adquirían un mayor tiente político, el autor se involucraba cada vez más con la nefasta situación política que se vivía en Argentina. En esa época salió una historieta sobre el Che Guevara y se proyectaba una sobre Evita, sin embargo, el gobierno militar secuestró todos los originales, haciendo imposible dicha entrega.
Germán se unió a Monteros en 1976 y allí trabajo como jefede prensa, divulgando las atrocidades cometidas por el gobierno de facto. En esta época lanzó la segunda parte de «El Eternauta» donde dejaba clara su postura política, mostrando aun personaje mucho más realista que motivaba a un pueblo oprimido a volverse contra su gobierno opresor y derrotarlo al precio que fuera.
Oesterheld se convirtió en clandestino poco después de esa publicación y el 27 de abril de 1977 fue secuestrado por las fuerzas armadas en La Plata. Uno de sus compañeros en el campo de reclutamiento «Sheraton» expresó:
«Uno de los recuerdos más inolvidables que conservo de Héctor se refiere a la Nochebuena del «77. Los guardianes nos dieron permiso para sacarnos las capuchas y para fumar un cigarrillo. Y nos permitieron hablar entre nosotros cinco minutos. Entonces Héctor dijo que por ser el más viejo de todos los presos, quería saludar uno por uno a todos los presos que estábamos allí. Nunca olvidaré aquel último apretón de manos. Héctor Oesterheld tenía sesenta años cuando sucedieron estos hechos. Su estado físico era muy, muy penoso».
Podemos o no estar de acuerdo con los militares y algunas de sus posturas, podemos o no compartir la idea de lucha que tenían los Montoneros y que los llevó a pelear con armas contra un gobierno sangriento y vil; lo que no podemos permitir es seguir repitiendo como loros frases como «por algo será». Cierto es que todo ocurre por alguna razón pero no todas las razones son justas, no debemos ser flexibles en esto.
Muchos de los hombres y mujeres que murieron durante la dictadura eran violentos, lo sé, los verdaderos pacifistas no estaremos de acuerdo con esa forma de lucha, sin embargo NADA justifica sus desapariciones. Por eso creo que deben ser recordados, debemos avivar la memoria de esos escritores y artistas que murieron por creer que una Patria diferente era posible. En memoria de ellos va este sencillo artículo, y de los muchísimos nombres que han quedado sin pronunciar.
Comentarios1
muy conmovedor relato.
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