«Tres vidas» de Gertrude Stein


El 3 de febrero de 1874 nació en Pennsylvania Gertrude Stein, una de las figuras más importantes del arte del siglo XIX. Sin duda, es un día perfecto para escoger su «Tres vidas» como protagonista del desván de los libros perdidos.

Sobre esta maravilla formal y literaria escribo hoy. ¡Los animo a leerla!

Lo grande en lo sencillo

«Tres vidas» representó para Gertrude Stein su forma de aterrizar en el universo de las letras. Lo publicó poco después de llegar a Francia y le valió de tarjeta de entrada para darse a conocer en los círculos literarios más prestigiosos del viejo continente.

Al leerla, entendemos enseguida las razones que la convirtieron en la monstruosa escritora que es; con un estilo narrativo único y una gran capacidad para trabajar el lenguaje en su sentido más detallado, Stein es una de las grandes maestras del siglo pasado. En particular «Tres vidas» fue comparado con textos del inmenso Flaubert y sirvió de referencia a autores posteriores, tales como Hemingway, Tennessee Williams y otros de su generación.

Esta obra se inspira en un retrato que Cézanne hizo de su esposa, Marie Hortense Fiquet. Una imagen que cambió profundamente la forma en la que Stein entendía el arte y que modificó sustancialmente su propio estilo, en la que se ve a un mujer sentada escribiendo. Pero lo que provocó el asombro de Stein no fue el retrato en sí sino lo que lo rodea: los colores del ambiente, los objetos en torno a la mujer. Esto le hizo ver que en general la mirada del artista debe estar más en lo que rodea la historia que en la historia propiamente dicha. Al leer «Tres vidas» podemos descubrir esa idea, y comprender las consecuencias de aquella experiencia en la obra de Stein.

En esta novela conocemos la vida de tres mujeres de clase humilde que trabajan como sirvientas en casas de familias adineradas. Se llaman Melanctha, Lena y Ana, y aunque las experiencias a las que deben enfrentarse día a día pueden resultar de una cotidianeidad absoluta, la forma en la que Stein utiliza el lenguaje las vuelve sumamente interesantes. Su talento para hacer de la palabra un espacio propio, es una de las cosas que más llaman la atención al leerla y que la convierten en una escritora imprescindible.

Y la pasión de Stein por el arte iba mucho más allá de la literatura; junto a su hermano Leo, en su casa de París, acumularon una gran cantidad de obras de gran prestigio, entre las que se contaron cuadros de Cézanne, Delacroix, Matisse y Picasso. En lo que respecta a su estilo literario, muchos críticos dividen su obra en varias partes, teniendo en cuenta los diversos períodos creativos emocionales que atravesó su autora.

En su fructífera obra encontramos novelas, cuentos, teatro y poemas que han despertafo muchísimo intetés en variopintos lectores. Algunas de las cosas que se han dicho sobre ella es que su gran decisión fue utilizar siempre un tiempo narrativo progresivo, porque así consigue que las historias sean absolutamente frescas. Si a esto le sumamos el buen humor de la autora, tenemos obras inolvidables, como lo es «Tres vidas». Mabel de Dodge Luhan, quien promovería la obra de Stein en Estados Unidos, escribió sobre ella:

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Eternísima Stein

Después de estudiar medicina, Stein, se abocó completamente a la literatura; demostrando no sólo una gran capacidad para el desarrollo de esta disciplina sino también una sensibilidad poco usual. Además, su labor fue imprescindible para el feminismo de principio de siglo pasado. Sus ideas la llevaron a convertirse en una prestigiosa intelectual capaz de poner en ridículo a muchos de los hombres que contaban con la aceptación del mundo cultural de la época.

Entre sus numerosos trabajos cabe señalar importantes estudios en torno al lugar que la mujer ocupa en la sociedad, y a la forma en la que la dependencia económica de los hombres la llevó a convertirse en un objeto sexual. Respecto a eso Stein anima a todas las mujeres a salir de sus casas, a mirarse a ellas mismas y a buscar su propio destino. En este punto su relación con Virginia Woolf, Natalie Barney y otras literatas de la época la ayudaron a crear un sólido universo de pensamientos y lucha feminista.

Sin duda, «Tres vidas» sólo es una de las tantísimas obras de Stein que deberían leer. Pero al ser la primera, me ha parecido una buena opción para incluir a la Stein en este ciclo del desván de los libros perdidos. Y para terminar, cuelgo un fragmento de la enorme Gertrude. ¡Léanla, por favor!

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