A veces el dolor se abraza a nosotros de forma irremediable, arrebatándonos aquello que más amamos. A veces, la desesperación no encuentra más salida que la escritura. Eso se desprende de los últimos escritos de Mark Twain. Sin duda, la pérdida de su familia por diversas enfermedades dejaría un hueco oscuro en su interior. Esa pérdida que como dice Rosa Montero es física y se vive como un vacío que sabes que no podrás llenar jamás, de pronto pone patas arriba todo lo conocido. Aprender a convivir con él resulta, sin embargo, la gesta más valiente y necesaria. De esos años oscuros surgen obras como «El forastero misterioso», una novela potentísima y oscura, con ciertos vestigios de luminiscencia. Sin duda una etapa sumamente interesante que agrega peculiaridades a su ya amplia y contundente carrera.
La fascinación por Mark Twain
Mirar más que ver. Sin duda en eso se centró la vida de Twain, que además de ser un apasionado lector, tenía una predilección por la ciencia y la tecnología, lo que le llevó a indagar y diseñar algunos artilugios. En sus inventos combinó su pasión por los libros y sus conocimientos. Uno de ellos, por ejemplo, fue un álbum de fotos cuyas páginas tenían un extraño pegamento que se volvía efectivo al ser humedecido.
Muchos de sus personajes, además, compartían esa pasión inventora con él. En «Un yanqui en la corte del rey Arturo», por ejemplo, nos encontramos con un viajero en el tiempo que lleva tecnología moderna a la mismísima casa del rey más famoso de Inglaterra. Y como ese, existen muchísimos otros ejemplos. Y es que, literatura, tecnología, misterio y experiencia fueron los cuatro elementos que definieron la vida de este fascinante escritor.
Pero ¿qué es lo que vuelve tan fascinante la obra de Twain? Si analizamos su evolución literaria encontramos una colección variopinta de textos, entre crítica, sátira y novelas que combinan ambos elementos mostrándonos una visión exigente de la vida y del mundo. La elección de un lenguaje coloquial y familiar fue sin duda uno de sus grandes aciertos, porque a través de él supo plasmar de forma directa y cercana sus ideas, y presentar el pensamiento de sus personajes, las contradicciones de una época que se caracterizó por sus innumerables cambios.
El fin de una era
Aquí y ahora parece el lema de la obra de Twain. Convencido de que más se arrepentiría de lo que no hiciera que de aquello que saliera mal, se abocó a la escritura con todas sus fuerzas. Usando como armas la ironía y otros juegos del lenguaje construyó obras que se convirtieron en indudables muestras de ingenio y le catapultaron como uno de los escritores americanos más interesantes de su generación.
Hijo de padres inmigrantes, Mark bebió los sabores de la vida nómada desde pequeño. Pasó sus primeros años de infancia en una granja de Misuri donde vio de cerca la vida de los esclavos y la realidad rural de Estados Unidos. Todas estas visiones y experiencias le servirían para crear numerosos personajes, debatiéndose entre el bien y el mal, entre la aceptación de los que son diferentes y la necesidad de imponer una única forma de mirar la vida.
Su nomadismo sería durante su juventud un medio de vida y de experiencia; como piloto de barcos, minero e incluso galimpeiro. Hasta que la Guerra de Secesión arrasó el país y todo lo conocido se volvió turbio, y el oro dejó de brillar. Fue entonces que volvió a la literatura, a la que se había dedicado con devoción pero sin objetivos claros de niño, y todo lo aprendido y lo vivido se convirtió en material inexplorado en la literatura anglosajona, y él en uno de los escritores más potentes, visionarios y destacados de su generación.
Decenas de novelas, memorias y críticas componen la compleja literatura de Mark Twain, entre las que no quiero olvidarme de su «Vida en el Mississippi», un libro de memoria en el que plasma su experiencia como piloto fluvial, con la melancolía de quien sabe que ha perdido algo valioso a mitad de camino. Un libro que anuncia aquello que la guerra cambia.
Sin duda para conocer a fondo la obra de Twain es importante llegar a lo más hondo, a sus últimas obras, en las que se percibe toda la potencia de aquel escritor convencido de su esencia sobrenatural, que anunció que moriría a los 79 años, cuando llegara el final de su viaje, una travesía entre el Cometa Halley y la Tierra, como finalmente ocurrió.
Comentarios1
Maravilloso escritor Samuel Langhorne Clemens, conocido por el seudónimo de Mark Twain (Florida, Misuri, 30 de noviembre de 1835-Redding, Connecticut, 21 de abril de 1910). El hombre que vino al mundo con la visita del cometa Halley y se fue cuando este último regresó a la Tierra.
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