«Un mal principio», de Lemony Snicket

Hoy les traigo otra entrega de nuestro Desván de los libros perdidos. En esta oportunidad voy a hablar de una obra que, si bien no se encuentra entre los títulos a los que me gustaría volver, tiene elementos interesantes y representa una novela bastante importante en la historia de la fantasía juvenil. Se trata de «Un mal principio», de Lemony Snicket.

Acercarse al dolor

Ya desde el comienzo, el autor nos avisa que no será una historia sencilla de leer. Es triste, sobre todo porque se centra en el dolor de un grupo de niños con muy mala suerte, a quienes la vida les da una fuerte sacudida cuando les arrebata todo el mundo que conocen. A partir de ese momento tendrán que reconstruirse e intentar salir adelante pese a que las cosas no serán sencillas. Y tendrán que aprender y combatir contra la desesperanza y la falta de oportunidades.

En esas palabras preliminares, Snicket nos avisa que él no tiene remedio, no le queda otra que escribir sobre los tres hermanos Baudelaire, no obstante, nosotros sí tenemos la opción de no acercarnos a ellos y sufrir. Una forma muy extraña, qué duda cabe, de invitarnos a leer la historia. De todas formas, su intención es que leamos, y por eso continuamos avanzando en las páginas, para conocer el destino de estos tres pequeños.

«Un mal principio»
puede ser por momentos algo delicada y es posible que nos hiera en lo más profundo. Después de todo, ¿hay algo que cale más hondo que el sufrimiento de una criatura indefensa? No obstante, también es un libro con ciertas chispas de esperanza, al igual que el resto de las novelas que conforman esta saga llamada «Una serie de catastróficas desdichas», en las que Snicket explora la vida a través de hechos sustanciales, a veces más drásticos y dolorosos que otros. Los tres hermanos serán los protagonistas de todas las historias, y en «Un mal principio» tendremos tiempo de conocerlos y empatizar con ellos.

El daño llega a esta historia como aparece en la vida: los tres niños se hallan disfrutando de un día de playa cuando llega un amigo de la familia para decirles que sus padres acaban de fallecer en un incendio. Los niños, Violet, Klaus y Sunny han quedado huérfanos y han perdido todas sus pertenencias que han sido arrasadas por el fuego. Este es el punto inicial del conflicto a partir del cual Snicket nos invita a acompañar a estas tres criaturas en un camino de autoconocimiento y de búsqueda vital para continuar viviendo pese a lo desgraciados que se sienten.

Sin embargo, entre las cosas que deberán superar se encuentra la convivencia con su tío Olaf, que se convierte en el tutor, más interesado en hacerse con la fortuna que los padres han dejado a los niños que en ayudarlos a llevar una vida agradable. La relación con el tío se ve marcada por la violencia y los maltratos por parte del tutor, a lo que los niños intentan reaccionar para ponerse a salvo. A lo largo de la lectura descubriremos las ideas que afloran en estas mentes despiertas para sobrevivir ante la maldad.

El tono oscuro que ansía la luz

Uno de los elementos a resaltar de esta historia, es la actitud positiva de los niños que, pese a lo difíciles que se ponen las cosas siempre intentan ver la luz y salir adelante con lo que tienen a mano, usando su inteligencia para tramar planes que los ayuden a vencer la enemistad y el maltrato de Olaf.

No obstante, en esa idea de luminosidad se esconde un realismo por momentos atroz. Las cosas no salen bien. La tristeza siempre va a estar ahí. La infancia no es un territorio seguro. Podrían ser algunas de las sentencias que se desprenden de la lectura. Y, si bien esto puede resultar un mensaje un poco oscuro no necesariamente invita a que nos desanimemos. Ver la realidad no es anular el deseo de cambiarla, después de todo.

El tono oscuro, que para muchos lectores resulta insoportable, a mí me parece muy interesante, y auténtico, tratándose de una historia juvenil. En lo que respecta a la trama, por momentos parece haber un desinterés en el propio autor en profundizar en torno a lo que ocurre, a las consecuencias de los actos y las resoluciones de los conflictos resultan en ocasiones un poco forzadas; aunque, este detalle podría acercarlo a muchísimas historias juveniles, creo yo.

Sin duda, es una novela que vale la pena leer, y aunque no es de mis novelas de fantasía juvenil favoritas, sí que creo que nos aporta una visión particular del género y nos invita a indagar en aspectos poco explorados en él. Por todo eso he querido traerla al Desván de los libros perdidos.



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