Se escucha a menudo a las personas referirse a la salud calificándola del bien más preciado. Y tienen razón.
En realidad qué puede valer más que esa circulación fluida de la sangre por las venas, esa carencia de colesterol que genera una mente despejada y predispuesta para las más importantes ideas, esos huesos confiados a la fortaleza de los pasos seguros por las calles, esa manera de divertirse sin entrar en palpitaciones y toses, y ese gustar de la existencia en sus detalles más nimios, que solamente el temple anímico es capaz de proveer.
Con cuánta falta de memoria amanecemos y nos olvidamos que estamos sanos. Hay memoria para los enfados, pero no para la salud. Caramba.
Saberse sano debe significar para nuestras vidas (y si es posible, diariamente), un acto de celebración íntima.
No digo yo, por supuesto, que vayamos a entonar el Himno nacional todas las mañanas.
Cierto es que alguna vez la perderemos. Y definitivamente. Porque a todos nos sobreviene la muerte en la hora indicada.
Pero la muerte es un tema que prefiero pasar por alto en esta columna.
Mientras tenemos salud gozamos de grandes privilegios que son dignos de mención.
Somos como los árboles de copas rebosantes que después de caer la lluvia muestran el verdor de sus hojas como si ellas fueran recién nacidas a la luz, al esplendor.
Naturalmente nos deslizamos por nuestro trabajo pues estamos con todos los sentidos ligeros y puntuales.
No nos cuesta levantar un fardo de periódicos.
Hacemos cita o tomamos compromisos (ligeramente importantes) para la semana entrante.
Estamos viviendo el tiempo provechoso de nuestra existencia, y ponemos en orden (si tenemos la sabiduría de los precavidos) nuestros negocios, nuestros bienes artísticos, la documentación de nuestra identidad humana.
Nuestro bien es la educación de nuestros hijos. Nos embarcamos en la construcción, pieza sobre pieza, de una educación que les permita abrirse paso en los tiempos que corren.
Viviendo el tiempo provechoso de nuestra vida hacemos o intentamos hacer exhibición pública de nuestra predisposición para el arte.
Cuántas cosas, cuando perdamos la salud, valoraremos. Se acordarán de estas palabras.
Y no lo digo como mala profecía, sino con un sentimiento de recomendación.
Fíjese, señor, que los días pasan rápido.
Y este puede ser el tiempo de ponerse a tono con su salud.
Si siente que el organismo le está dando señales rojas, vaya a un médico o a un psiquiatra, y hágase revisar. La revisión del cuerpo y de la mente debería ser frecuente, y no esporádica.
Es preciso consultar para volver a estar en el cauce de las buenas aguas.
Y si tiene ese mal que se llama rencor, pues este es el tiempo de perdonar de manera tal que su espíritu esté libre de la aflicción.
Por otra parte, las manzanas, las frutas y los vegetales son poesía para el cuerpo. Ambrosía pura. Arte salido del vientre de la tierra.
Cuide su salud, que es cuidarse a sí mismo.
Comentarios7
Interesante artículo que a todos nos concierne. Ciertamente la salud es un privilegio que todos deberíamos gozar, es lo más preciado. Y no sólo la salud física y mental, sino la más importante, la del alma; porque los sentimientos negativos como son el rencor, producen cáncer. Las personas que tenemos la bendición de tener buena salud, debemos dar gracias a Dios todos los días.
GRACIAS POR TUS PALABRAS.
LA SALUD ES EL EJE DE NUESTRA VIDA.
UN BESO Y UN ABRAZO.
Pues sí! Quien habita un cuerpo sano tiene, seguramente, un espíritu saludable. Y qué mejor conjunción que la armonía entre ambos! Gracias, Delfina, por recordarnos tan sano, elemental y saludable consejo.
Y GRACIAS A TI POR LEERME.
UN ABRAZO GRANDE PRUDEN.
Gracias por recordame lo que tengo que priorizar en la agenda diaria, siento que al leer los poemas diariamente y conocer biografías de muchos poetas refresca mi memoria y me hace ejercitar citas que pongo en practica, y sin temor a equivocarme me siento saludable.
JAIME: TE DESEO SALUD.
Y GRACIAS POR TUS PALABRAS. SIEMPRE ME MOTIVAN LOS COMENTARIOS DE LOS LECTORES.
Excelente artículo, real y sumamente interesante. La salud siempre ess primero, Yo Gracias a Dios tengo más de lo que merezco.-
Rafael.-
Felicidades !
Su comentario es un halago para mí.
Mucha gente no suele dar importancia a la salud, pero cuando se la pierde, cuánto se sufre.
Un abrazo, señor Rafael Merida Cruz- Lascano
Nos recuerdas lo que siempre olvidamos, solo nos acordamos de la salud cuando nos falta.
Que importante es la salud, y no la apreciamos.
Saludos.
Con cuánta ligereza -a veces- nos desligamos de lo más importante: nuestra salud y damos prioridad a cuanto se nos acontece, con un calmante aliviador, y el hecho de sentirnos bien aparentemente, nos damos el gusto que se presenta, para luego sufrir las consecuencias con el aviso de un malestar que luego nos remite al médico,
La salud física y mental es necesaria, pero como dice, también creo que la del espíritu es tan ó mas necesaria, pues mientras haya odio, rencor, y también agregaría envidia, no se disfruta la salud corporal ni mental, ya que éstas son enfermedades incapaz de ayudar a seguir adelante
Su artículo nos dice que lo mismo que nos ocupamos de nuestra salud corporal y mental, nos ayudemos liberando nuestro espíritu de lo que nos pueda dañar.
Gracias Delfina, por su interesante tema
Saludos
Lena
Bello y profundo artículo sobre "el primer bien de la vida", la salud; es aconsejable cumplir al pie de la letra las recomendaciones de la autora. Felicidades y mil gracias.
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