Hoy les traigo una nueva recomendación para el Desván de los Libros Perdidos. En esta oportunidad, y aprovechando que recordamos el aniversario del nacimiento de su autor, escribo sobre «Un trozo de mi corazón» de Richard Ford, una novela que combina de forma alucinante el matiz policíaco con el drama. No dejen de leerla.
Si les interesa el ciclo, los animo a leer otras entregas como “Duermen bajo las aguas” de Carmen Kurtz, “Un mal principio”, de Lemony Snicket y “Pájaros de fuego” de Anaïs Nin, entre muchos otros.
El paisaje geográfico y emocional
Richard Ford es uno de los narradores estadounidenses más potentes de su generación. Y esta distinción no es casualidad, ya que ha sabido elaborar un estilo narrativo auténtico y atraparnos de forma irremediable dentro de sus escenarios. Aunque no puedo explicar bien cómo lo hace, me ocurre que al comenzar a leer las primeras páginas de sus novelas (me pasó sobre todo con la que aquí presento y con «Flores en las grietas») me siento tan en casa que ya no puedo dejarlas, como si algo me atravesara repentinamente y no pudiera hacer nada por evitarlo. La forma en la que Ford nos intercepta en «Un trozo de mi corazón» es a través de la violencia, un recurso que más tarde volvería a utilizar.
En este caso, el disparador de la trama (y nunca mejor dicho) es la muerte de un hombre, a quien un joven le dispara con un revólver. Un hecho que se asoma con arbitrariedad porque entre ambos personajes no existe rivalidad, ni siquiera se conocen. A partir de ahí Ford nos va llevando por un denso paisaje, humano y geográfico y nos va ayudando a intuir el verdadero sentido de la historia; que viene a ser la idea de que en la vida muchas de las cosas que nos suceden no tienen una explicación, es decir, que a veces el azar juega más importancia que las propias decisiones.
Sus descripciones son otra de las particularidades de sus novelas que nos conquistan. Leer a Ford es viajar por paisajes inconmensurables, detenernos en medio de una ruta desierta y observar un espacio natural a ratos acogedor y en ocasiones absolutamente incierto y que provoca en nosotros un cierto temor. Leer a Ford es también viajar hacia el centro de nuestras emociones y preguntarnos acerca de las razones por las cuales nosotros seguimos sosteniéndonos.
Una novela amplia e intensa
Aunque a simple vista tenemos aquí una historia de supervivencia donde se mezcla la violencia y el miedo, de fondo, Ford nos ofrece dos vidas yuxtapuestas que podrían hacer referencia a nuestras identidades extremas: esa persona que desea abandonarse, dejarse estar frente a la otra pulsiva, que quiere sentir y vivir. Nos encontramos así con un personaje que guiado por sus pasiones decide dejarlo todo para reencontrarse con una prima. De ese encuentro surge un lazo que los lleva a vivir una relación secreta. Por otro lado, el protagonista conoce a un hombre en una situación extrema como la suya, pero sin su fuerza, sin su pasión, sin ese deseo irrefrenable. La cercanía entre ambos hará que sus formas de entender la vida se modifiquen profundamente.
Aunque ésta no es la novela más conocida de Richard Ford es muy importante quizá porque fue la primera. Y en ella podemos divisar a un narrador profundo y ya experimentado (esa curiosidad que tienen sólo unos poquitísimos primeros libros), que nos toma de la mano y nos conduce por donde él desea sin que opongamos resistencia, de una forma hipnótica, como si nada dependiera de nosotros y a la vez sí. Asimismo, esa misma cualidad narrativa es la que nos conduce a empatizar con sus personajes y a entender que una buena historia es mucho más que una buena narración; también se requiere de un uso del ambiente y una expresión de las emociones que cautive y provoque en los otros esa pasión por la lectura y la literatura.
En definitiva, en «Un trozo de mi corazón», Ford nos ofrece un viaje doble, desde lo exterior y estrictamente geográfico, hasta un movimiento abstracto, subjetivo e íntimo. Esa combinación de movimiento es lo que vuelve absolutamente atractiva su obra y en particular, son las razones por las que no deberían dejar de leer «Un trozo de mi corazón». Sin duda, se trata de una novela que no podía faltar en nuestro Desván de los Libros Perdidos.
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