Por este ciclo de literatura y alcohol han pasado ya muchos autores de características variopintas Hoy le toca el turno a Victor Hugo Viscarra, un autor boliviano que basó su escritura en la descripción de un universo marginal, valiéndose de un lenguaje vulgar y estructuras amorfas. Su principal característica es que supo combinar poesía y narrativa y la autobiografía con la ficción, usándolas como recursos para ofrecer una mirada sobre un mundo desconocido en la literatura boliviana hasta el momento.
Muchos lo relacionan con Charles Bukowski con quien comparte el uso de un lenguaje feísta y mundano. Otra cosa que tuvieron en común fue su pasión por la bebida. En ambos casos, el alcohol sirvió como acicate para el descubrimiento y el desarrollo de la escritura. En el caso de Viscarra, sin embargo, no le permitió la escritura salirse de la calle, ni siquiera asegurarse un plato diario de comida.
Su vida lejos estuvo de ser envidiable. Pasó gran parte de su vida en la indigencia, vinculado a grupos marginales delincuentes e ingiriendo sustancias tóxicas baratas que repercutieron considerablemente en su salud. A los treinta y pocos años, parecía un hombre de sesenta. Esta vida, sin embargo, le permitió experimentar una escritura auténtica en la que empleó un lenguaje callejero. Y fue ella, la escritura, fue su eterna compañía; la que se bebía con dosis de soledad y alcohol.
De la infancia a la calle
Victor Hugo, le nombraron sus padres, a ese pequeñito nacido el 2 de enero de 1958 en La Paz. Al poco tiempo ellos se divorciaron y Victor Hugo y su única hermana, se quedaron a vivir con la madre. Sin embargo la relación del niño con su progenitora no era nada buena y al poco tiempo se fue a vivir con su padre. Tampoco allí permaneció mucho tiempo: a los 12 años se alejó de su familia biológica para siempre y comenzó a vivir en la calle. Desde entonces, trascurrió su vida en las calles, relacionado con los sectores marginales y siendo un marginado más.
Pese a la miseria, Victor Hugo era un joven sediento de conocimientos y aprendió a leer y a pensar de forma autodidacta; su pasión por el pensamiento era tal que consiguió contagiar a muchos de sus amigos y a instruirles. En sus memorias «Borracho estaba, pero me acuerdo» Viscarra conversa consigo mismo y deja un documento antropológico alucinante sobre la vida en los suburbios. Un lugar en el que se sobrevive gracias al alcohol, como él mismo lo expresa.
La obra de Viscarra
Viscarra publicó varios libros en los que se permitió plasmar una crítica a las sociedades modernas, y de los cuales surgió un completo diccionario del argot de la delincuencia juvenil en Bolivia, «El diccionario del Coba: Lenguaje secreto del hampa boliviana».
Aunque para muchos Viscarra sea un escritor sin formación, desde mi punto de vista es un escritor que escogió la más difíciles de las formaciones: la de enseñarse a si mismo, guiarse a si mismo, y llevarse de la mano por un camino que nadie escogería. Los recursos de Viscarra no son los que asumiría un escritor ciertamente con una formación académica, sino los que pudo adquirir por su propia búsqueda, de ahí que el uso que haga del vocabulario sea tan inquietante y a la vez atractivo, para los que creemos que las palabras han sido creadas para destruirlas y volver a armar con ellas la vida.
El suyo es uno de esos extraños casos de escritores vocacionales. Criaturas que no nacieron en cuna de oro y que, sin embargo, sintieron una necesidad de escribir tan potente que no pudieron ni quisieron ignorarla. Y, si bien la mayoría de la literatura que se encuentra en nuestras bibliotecas ha sido escrita por autores burgueses, y los autores criados en los márgenes poseen un grupo de lectores muy reducidos, algunos, como Viscarra, consiguen atravesar esa frontera entre clases e imponerse por sobre los otros nombres. Su forma de acercarse a la palabra es excéntrica y para nada formal, el vocabulario, la estructura, las expresiones en las que se apoya son otro mundo del que estamos acostumbrados. Viscarra es otra historia y por tanto, se merece nuestra atención.
Sin lugar a dudas, introducirse en la literatura de Viscarra te cambia un poco porque su escritura es tan escalofriante y las injusticias sociales que en ella se dibujan calan tan profundo, que parece un autor del que es difícil escaparse. Leer a Victor Hugo Viscarra es revisar conceptos tradicionales como el honor, el amor, la familia y mirarlas desde otro ángulo: desde un punto en el que los límites sean otros a los conocidos, tan retorcidos como no podemos imaginarnos. Al leerlo es inevitable observar y repensar toda la estructura social que nos sostiene.
El alcohol y la vida como marginado
El alcohol y las drogas le ayudaron a ralentizar el dolor y apurar el trago de la muerte, que pareció siempre uno de sus objetivos claros. En sus relatos aparecen muchos personajes alcohólicos, a quienes la bebida le sirve como método de suicidio pasivo: este es un tema reincidente en sus libros, a través del cual se puede entender mucho más la línea de escritura y pensamiento de Viscarra.
La obra de Viscarra destila alcohol por todos sus poros, pero lo más relevante de ella es que permite conocer a un sector de la población de una forma auténtica. No desde el punto de vista de un antropólogo que se introduce en «la tribu» para estudiar sino de alguien que ha vivido, sentido, sufrido cada situación, de alguien que sabe de qué está hablando. Alguien que cuando se cierra el libro seguirá viviendo en las calles, en el silencio de los suburbios.
Victor Hugo falleció el 24 de mayo del 2006 de una cirrosis aguda. A diferencia de lo que él mismo creyera (que lo encontrarían muerto en las calles de La Paz), lo hizo en la cama de un hospital. Aunque esto no cambia tanto la perspectiva: tenía tan sólo 48 años y había conseguido que, al igual que lo narrara en sus memorias, el alcohol acabara con su vida para siempre, antes de alcanzar el medio siglo de vida.
Comentarios2
Madre mía! Esa si que fue una vida dura. Imagino que si en esas circunstancias escribió con el talento suficiente para ser recordado, qué no habría escrito en otras condiciones. O tal vez no, quién sabe. Un abrazo, Tes.
Que' buen trabajo Tes. Asi' reivindicas a un hombre casi desconocido pero de valorar. Luis A'lvarez
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