Nos educan en la sumisión, en el victimismo, en la cobardía y las buenas formas. Y aunque nos funciona al principio, pues creemos que nuestra educación nos permite desenvolvernos con naturalidad en un mundo aparentemente inofensivo, tarde o temprano lo que han hecho con nosotras se vuelve en nuestra contra. Nos funciona hasta que ocurre algo que nos raja. Algo que no vimos venir pero que ha estado ahí aguardando desde nuestro nacimiento. Algo tenebroso que nos revela cuánto se puede herir la psique de una persona, cuánto se puede violar su integridad y hasta qué punto estamos solas (que no perdidas; ese no es un lujo que podamos darnos). Pero lo grave del asunto no es lo que intentan hacernos sino lo que no somos capaces de hacer nosotras porque tanta sumisión aprendida y tanto recato nos llevan a una reacción de bloqueo que colabora con la perpetuación del daño. Crecemos escuchando que somos débiles y nos cuesta asumir lo contrario, imponer nuestra voluntad. Y encima, cuando ellos terminan intentan que nos reafirmemos en el olvido, que es otro de los pilares de la educación que tan ardientemente nos han hecho abrazar. Intentan convencernos de que es mejor el silencio, de que ya no podemos cambiar el pasado y que no vale la pena meternos en movidas que nos expongan e igual nos dejen peor paradas. ¿Se puede estar peor parada que en una vida que se ha partido en dos porque alguien haciendo abuso de su poder o de nuestra confianza nos ha violentado? Nos educan en el olvido. Pero el silencio ya ha tenido su tiempo en nuestra historia, y no es éste. Lo que toca ahora es la venganza. Y escribo todo esto mientras intento aferrarme a uno de los muchos hilos que componen el libro «V y V. Violación y Venganza» de Pilar Bellver (Dos bigotes), una lectura subversiva que me ha conmovido y entusiasmado a partes iguales. ¡Necesitamos abandonar el victimismo en el que se nos educa para tomar las armas, para demostrar(nos) que no hemos nacido para tener miedo sino para darlo!
Madurar desde el dolor
En «V y V» nos encontramos con la historia de Progne y Filomela Bardazoso, dos hermanas cuyas vidas se ven modificadas rotundamentes cuando fallece su madre, dueña de una fortuna incontable. En ese hito aparece (que no sucede sino es cometida) la primera violación, la del padre que consigue vender la casa de la familia y arrancarlas de su entorno para llevarlas a vivir a Madrid. Ahí comienza no sólo el exilio de Filomela, que terminará viviendo en Estados Unidos al acabar el bachillerato, sino también la semilla de su venganza, contra aquéllos que colaboraron con su padre para que les arrebatara lo único que les quedaba de la madre: un palacete que se convertiría en un hotel lujoso y perdería toda la identidad de la familia Bardazoso.
Lo que a simple vista es una disputa de herencia, a medida que avanzamos se convierte en un estudio profundo sobre cómo las leyes han favorecido a los hombres desde siempre, y sobre cómo las leyes de unión civil terminan siendo absurdas e inconvenientes para mantener a salvo la individualidad de las partes.
Asimismo es un libro que toca temas cruciales de la vida en sociedad y que expone la fuerza (y consecuencias) de los mandatos heredados. La maternidad (esa cosa impuesta que viene cargada de ideas románticas y que en la práctica puede ser dolorosa, injusta y yerma) y la normalización del maltrato y de la discriminación de clase y etnia, así como también de la heterosexualidad como seña de salud emocional y mental (siendo no más que una de las muchas tiras por las que se cuela el patriarcado imponiendo sus formas y sus intereses), son algunos de los temas que atraviesan la obra y la llenan de preguntas y razonamientos contundentes.
El mito al servicio del hombre
Nos fijamos en las tragedias griegas porque hay algo en ellas que nos sacude. La forma en la que los personajes van haciendo y deshaciendo, modificando centímetro a centímetro la trama y cómo consiguen cautivarnos, ha vuelto estas historias fundamentales de nuestra tradición literaria. Hay un intento de símil en la construcción de los personajes de Bellver que me ha gustado mucho. La manera en la que cada personaje es presentado, la caracterización de cada uno y, sobre todo, la maduración que va alcanzando con el correr de la historia, me ha hecho pensar en la evolución de personajes de Eurípides o Sófocles. Esa contradicción tan latente en las tragedias griegas, donde el héroe siempre es modificado por su entorno y cómo vira completamente de ideas y comportamiento a causa de lo que va sucediéndole, es uno de los puntos mejor logrados de esta novela.
«V y V» ofrece una lectura moderna sobre el mito de Progne y Filomela. Quizás hay aquí un homenaje posible a la inmensa Shelley al inspirarse en lo que supo hacer ella con Prometeo. Al igual que Shelley, Bellver apenas si habla del mito, pero el carácter que va adquiriendo la historia a medida que avanzamos nos permite percibir ese peso tan hondo que caracteriza a las tragedias griegas.
La revisión de esta tragedia, presente en muchas narraciones mitológicas, es impecable desde mi punto de vista; sobre todo, porque la construcción de la narración es sumamente versátil. Éste, creo que es uno de sus puntos más destacables; por lo menos, a mí me ha dejado fascinada: se nutre de diversos registros y los va amalgamando de una forma magistral, casi sin que se note. Así pasamos de la narración escrita, a un registro más oral, a la escritura epistolar, los textos académicos, al discurso periodístico y al teatro. Pasando, además, por la oda, que se compone de impactantes coros cuya principal característica es que dan voz a la experiencia femenina: todos son enunciados por grupos de mujeres, generalmente pertenecientes a clases desfavorecidos. Este detalle ha sido uno de mis favoritos. Habría que componer un libro sólo con estos pequeños textos porque son una delicia. Pero vuelvo a Bellver y su versatilidad narrativa. Creo que esta novela cuenta con todos los elementos que se le exigen a un clásico, lo que la vuelve de lectura imprescindible.
Pero hay además otra cosa muy interesante. Pilar aprovecha para ofrecer una lectura no ya sobre el propio mito de las hermanas engañadas sino también sobre la forma en la que se construyen las mitologías, en las que los protagonistas siempre son hombres, y las sumisas, mujeres. Una mirada audaz sobre cómo la educación nos condiciona. Y en este punto la reflexión avanza no sólo hacia otras mitologías tradicionales sino también hacia la propia literatura bíblica, lo que obliga a hacer entrar en escena la fuerza que la tradición católica ha tenido y tiene sobre la forma en la que las mujeres somos llamadas-miradas-pensadas. Sin duda, esta lectura debería despertar en nosotras la urgencia de revisar la tradición para poner cada cosa en su lugar.
En contraposición, nos ofrece una lectura sobre las cosas que ha ido conquistando la lucha feminista, y sobre todo, sobre las verdades que gracias al feminismo han sido puestas en palabras. Verdades que nos construyen y que debemos deconstruir para no quedar atrapadas en una vida donde la violencia según de quién y contra quién puede ser aceptable. Aquí vuelve la violencia, que nos atraviesa, que nos aplasta, aquí venimos nosotras, con nuestro dolor que es el de todas.
Hermanas en el despojo y también en la guerra
La mirada de Pilar abarca tanto la esfera de lo privado como de lo público. No sólo porque narra diferentes tipos de violación (las causadas por una persona contra otra y las provocadas por un grupo contra otro desfavorecido) sino porque además desarrolla
En la esfera de lo público enriquece la trama la presencia de un grupo terrorista que comienza a incendiar los bosques de los países poderosos en venganza por el desmantelamiento que han causado en el Amazonas. Sobre la violación a los hábitats naturales, la vida de los animales que ven destruidos sus hogares por la tala indiscriminada y la vida de las personas más desfavorecidas por el sistema capitalista se detiene Pilar, dando voz a aquéllos que han sido silenciados por la globalización que todo lo compra y todo lo destruye.
Pese a que Filomela y Progne han nacido en una familia acomodada, desde pequeñas se sensibilizan por la situación de aquellas personas que no han tenido «su suerte». La lucha, sobre todo de Filomela, por desclasarse, llegando a vivir una vida donde guerra, dolor e incomodidades son materia corriente, se ven reflejadas en larguísimas reflexiones que vuelca en cartas a su hermana. He empatizado mucho con sus sentimientos y su rechazo a que la vida se gestione a base de privilegios que no se han conquistado con la lucha. Es éste otro de los temas fundamentales de esta novela, sobre el que cabría un artículo entero. Es imposible no amar a Filomela; es un conocerla y vivir cada uno de sus aprendizajes con cierta devoción. Un trazar con ella la revancha, en un partido de ajedrez que no se termina cuando acabamos la novela.
Violación y Venganza
Devolver con la misma moneda no es reconstruirse pero sí ordenar, pujar por lo que es justo. Leí hace unas semanas la noticia de una madre que asesinó al violador de su hija, ¡qué no daría porque esa madre hubiera sido la nuestra! ¿Puede haber gesto de mayor confianza y apoyo que el hecho de que tu propia madre mate a quien tanto daño te hizo sin medir las consecuencias, sin pensar en la sumisión, en la corrección política? Ajusticiar al violador no da paz pero pone cada cosa en su lugar.
La reflexión en torno a la importancia de vengarse, cosa que destruye totalmente las ideas que nos han inculcado desde niñas, me parece cuanto menos loable. La idea de que más allá de la justicia hay un poder, y reside en nosotras, en que lo ejerzamos, me parece absolutamente interesante. Por otro lado, la idea de que vengarse no es resarcirse y de que la venganza no tiene una razón de ser, como muchas cosas en la vida no tienen un porqué y sin embargo son, me parece reveladora y es una de las reflexiones que me gustaría que todas nos lleváramos para continuar reafirmándonos en nuestra fuerza y nuestra independencia. Así como también me gustaría que pensáramos en la importancia de mirar los hechos que nos ocurren como acciones cometidas por un sistema y no contra nosotras como individuos sino como partes de un grupo silenciado y anulado desde tiempos históricos. Vengarse es en primer lugar rechazar los pilares de esta educación, y por ahí ya tenemos algo por lo que empezar.
Aunque «V y V» es una novela bastante larga para lo que estamos acostumbrados a leer en nuestro tiempo, no tiene desperdicio. Te cautiva desde la primera frase y te va enriqueciendo con los diversos registros, con las reflexiones, con esa mirada áspera, convencida y convincente que va trazando sobre la historia de estas dos hermanas y sobre el mundo. Es una obra inspiradora, entretenida, rebelde y colosal a la que no le falta ni sobra nada. ¡Debería ya ser nuestro clásico de clásicos, lectoras!
¡Lean «V y V» para preparar juntas la venganza!
V Y V. VIOLACIÓN Y VENGANZA
Pilar Bellver
Editorial Dos Bigotes
824 páginas
21,95 €
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