Pasarte de tu parada de autobús y que en vez de caminar dos kilómetros tengas que patear cinco hasta llegar a casa, y que no te importe: ese es el resultado de una fiesta con Manuel Vilas y Pablo Aranda; las consecuencias de una bellísima presentación en la Feria del Libro de Málaga.
Aquí va mi humilde crónica de esa fabulosa noche. Los animo a que se acerquen a esta novela publicada por Malpaso porque tiene mucho por ofrecernos a cada uno de nosotros.
Ironía y sarcasmo en la Sala Iniciarte
El acto de presentación de «El protegido» de Pablo Aranda (Malpaso) tuvo lugar el pasado miércoles 7 a las 20hs en el Salón Iniciarte el Palmeral de las Sorpresas. Se caracterizó fundamentalmente por la gran congregación de gente (el acto más concurrido de todos en los que estuvimos presente durante la #FLM15) y, como bien lo expresó Alfredo Taján (director del Instituto Municipal del libro) al abrir el evento, por contar con la ironía y el sarcasmo que destaca al escritor Aranda. «Es una novela que he comenzado a leer y que me está gustando muchísimo«, expresó Taján antes de ceder la palabra a Malcom Otero.
Malcom Otero el editor de esta novela, que ha trabajado anteriormente en Destino y que en este momento se encuentra colaborando directamente con la Editorial Malpaso, comenzó diciendo que cuando le presentaron a Pablo Aranda lo que más miedo le dio fue la posibilidad de tener que decir que no. «Me llevé el libro con el miedo a que no me gustara. Pero no sólo me alivió que la novela fuera buena sino que me conmovió porque supe que tenía entre mis manos un texto excepcional«. Aseguró que desde su punto de vista es una novela que se desmiente permanentemente, según avanza, sin hacer trampas y que en ese punto reside su mayor valor literario.
«Del miedo pasé a pensar «no puedo dejar de publicar este libro»» por eso siguió adelante con él porque considera que éste será un libro del que se seguirá sintiendo orgulloso de haber publicado según pase el tiempo, algo difícil de conseguir cuando te dedicas a la edición.
Manuel Vilas a quien no conocía en persona me sorprendió positivamente: seguro y sencillo como sus textos, con una media sonrisa que te obligaba a mirarlo y equivocarte al tipear, pero qué importa. Sus primeras palabras fueron: «No sólo es una maravillosa historia sino también, un objeto estético precioso«. A continuación declaró su fascinación con los libros de Malpaso, puesto que representa una arriesgada y certera apuesta editorial en España.
Vilas sabe ser objetivo y dice las cosas de forma directa y aplaude cuando considera que hay que hacerlo. «Aranda es un narrador inmenso«. Y cuenta que como escritor le es muy difícil leer a otro sin mirar cómo hace sus ficciones; le interesa comprender qué cosas son importantes en la técnica de otros escritores y en el caso de Pablo está convencido de que «sabe qué contar y qué no contar«.
A continuación el autor de «Los inmortales» se mete de lleno en la novela, en sus personajes, en sus mujeres, en las obsesiones plasmadas en esas páginas. «Es que es una novela que funciona como un motor. Y sigue funcionando en todos los niveles si la paras. Es un motor en funcionamiento cuyo combustible es la fuerza del Gran Gatsby, la de un gran narrador. Agarra al lector; el lector quiere saber qué va a pasar porque no le dice qué ha pasado«. Quizá en ese velo de misterio que consigue crear Pablo se entienda esa pasión con la que algunos lo leemos.
Es una novela negra, y no
Pese a que Aranda se resiste a etiquetar su novela dentro del género de novela negra y pese también a que Vilas considera que sería muy reducido encasillarla de este modo, esta novela tienen los elementos fundamentales del género policíaco. Lo que parece condicionarla dentro de la novela negra es su pertenencia a la gran tradición de novelas policíacas, explica Vilas. Hay un personaje vulgar al que le ocurren sucesos extraordinarios y que de buenas a primeras se ve involucrado en una trama completamente comparable con las narraciones policíacas.
Pablo sabe combinar perfectamente en la narración cada uno de los elementos, como si de un reloj suizo se tratara; pero de fondo también hay otra novela, la que narra aspectos más serios, más sociales. «Hay el retrato de una sociedad gris, de una forma de estar en este mundo. Hay muchos sentimientos de mujer«. Y hay también un espacio novelesco que se escapa de los clichés; una Málaga y un Torremolinos que están tratados de una forma globalizada, sin costumbrismos, lo que dota a la novela de un auténtico realismo.
«No pueden irse de esta presentación sin comprar la novela puesto que es de Málaga«, se ríe Vilas. Quien, antes de terminar su intervención se dirige a Pablo para comentarle que le resulta curioso cuáles son los personajes que a él le interesan; tan poco llamativos, con arquitecturas tan simples y a la vez con un trasfondo emocional muy intenso.
Primero Pablo nos habla del último libro de Vilas, «El hundimiento» con el que ha ganado el Premio Generación del 27, «Si después de comprar el mío les sobra dinero, deberían comprarlo«, dice. Después se explaya en torno a la creación de esta historia y nos cuenta detalles, aunque sin desoír la recomendación de Malcom «No pases de la tercera página para no desvelar nada«.
«Los personajes que me atraen suelen ser personas cercanas a los que la vida se les tuerce en algún momento y la salida que les surge siempre es peor que las circunstancias que tenían«. Y dice que la imagen con la que podría retratar a Jaime es la de un compañero de clase al que nadie le presta atención y un día llega un profesor y pregunta por Jaime. «Y ese día recién nos damos cuenta de que falta». Lo que en la jerga popular sería un pringao, eso es Jaime para Pablo.
Personajes inmaduros que se complican
Por otro lado cuenta que le interesa la idea de que estamos cogidos por pinzas y que las referencias en las que nos sostenemos pueden caer de un día para el otro; que la vida puede cambiar en cualquier momento. Y vuelve a Jaime. «Es inmaduro. Se ha tomado la vida como un juego; ha buscado el reconocimiento cercano y la aceptación y llega un punto en que se da cuenta de que no es un juego y emprende el proceso de maduración«.
Y continúa con su minucioso trabajo arquitectónico que se caracteriza por colocar a los personajes frente al desfiladero y jugar con su posible caída. «No sabemos si van a caer; pero juego con las dos posibilidades para ver qué les dispara esa situación«. Estas dos posibilidades son la de no elegir ninguno de los dos caminos o la de escoger uno que no necesariamente sea el más conveniente. «Recuerdo una película muy vieja en la que un hombre sale de la cárcel y hay dos caminos y en cada uno una mujer esperándolo. Él se dice que en cualquiera de ambos caminos podría haber sido feliz, con cualquiera de las dos mujeres, y entonces se va por el camino del medio«.
También cuenta que le interesa el desarraigo, no sólo tratándolo desde la inmigración sino también desde el punto de vista de una persona que se da cuenta de que está donde no quiere estar. «Me interesa el tema de la paternidad y me interesa la familia que no es la esperada. Es algo así como si a alguien de quince años le preguntan cómo serás tú dentro de quince años más: «estaré casado, tendré tres hijos, una casa..». La idea sería verlo quince años después cuando no tiene nada de eso, o cuando se le ha caído o cuando lo tiene y no lo quiere«. Y agrega que escribe porque le interesa intentar explicarse el mundo a través de la extrañeza.
Sin duda es una novela que todos los presentes fueron corriendo a comprar (haciendo una larga cola para recibir la firma del autor); un texto que sirve para frenar y repasar las palabras de Aranda: «Estamos bombardeados por estímulos que nos envían hacia un éxito ambiguo. No estamos preparados para la adversidad, y cuando no nos sale nos bloqueamos; cuando nos hundimos nos frustramos porque no estamos preparados para enfrentar la realidad«.
Y así se puso la noche y llegué a casa, después de haber caminado más que de costumbre pero con la alegría de haber estado en una presentación sencilla, divertida y en la que todos los presentes parecíamos coincidir en algo: en la pasión por la buena literatura.
Lean a Pablo Aranda y después díganme si no hay en Málaga un precioso espacio donde crear buenas historias y universos literarios.
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