Vienes a mi presencia
ligera de pesares
sonrisa adolescente
mágica y ruborosa
me invitas a entrar
en tus aguas marinas
a los tibios calostros de tu pecho
y siempre es así
entre las sabanas, como un preámbulo,
antes de amarte con todas sus letras:
te devoro con las manos.
Sudorosos,
impregandos de humedad
fresca
salobre,
como piedras de río
los cuerpos reposamos.
Ya en la ducha
el agua borra todos los desatinos
las omisiones,
las cavernas,
nos impregna
de renovados sueños
y
reincidentes
volvemos a vivir el nuevo día
con todos sus olores
y sus ruidos.