Cada hoyuelo crispado de mi pecho
retiene tu humedad, tu agua exquisita;
se baña de tu lluvia diminuta
que borda en su reflejo mi reflejo.
Mi corazón transpira y se rebela,
insulta hacia el destino que me agita,
insulta al espejo que te aleja,
y cuando llegas de pronto te disfruto.
Mi corazón es terco y porfiado,
insiste en retenerte entre su ritmo
y congelarte en las pausas del latido.
Por ti es su cristal que ha traspasado
las lindes de tus lindas risas diáfanas;
por ti su grito de amor, su rito rojo
que enciende cada átomo en la sombra;
por ti su rítmico latido que me eriza
y su alta marea que me ahoga.