La tarde, mustia y callada.
El aire frìo, los huesos calaba.
Una sombra oscura por la calle pasaba.
Era el cortejo, que al pueblo enlutaba.
Llanto amargo, sus rostros mojaba.
I el dolor en sus estòmagos un nudo formaba.
La muerte: predecible final de todo mortal.
Paciente espera en nuestro portal.
Despojos de un ser, que un dìa amò y fuè amado.
Que riò y llorò que estaba a tu lado.
Que feliz cantò, que jugò, que viviò aferrado.
A la vida, al amor, el presente y pasado.
Polvo al polvo, vuelve a su natural estado.
Que pena que un ser perfectamente creado,
tiene que ser, a la tierra arrojado.
Ciclo sin fin, al que estamos condenados.