Ya no me lloran los cielos,
ni me rezan sus plegarias.
Ya nada es gris, no hay desiertos,
que entristezcan a mi alma.
Son oasis de pureza
-primavera adelantada-
que en los árboles y campos,
va dibujando con magia
el sabor de los colores,
como un canto a la esperanza.
Ya no estoy sólo ni ausente…
el presente me acompaña.
He subido la maleta
del pasado en una barca,
que va hacia el mar, mar adentro,
para hundirse en sus aguas.
He salvado pocas cosas
de esa maleta que es náufraga,
buenos recuerdos, vivencias,
experiencias y enseñanzas.
Y desnudo del pasado
me siento cerca del agua
de este río, que es mi río,
para lavar mis entrañas
y extenderlas hacia el sol
para que borre sus manchas.
No tengas miedo, mi amiga,
que ya he lavado mi alma.
Si tú quieres… te la doy,
cubierta por una sábana,
que cobije este momento…
besos, caricias, miradas…