Dos alas me dio la vida
para volar al silencio,
fragua añil de los pesares,
del dolor y el sufrimiento.
Dos caminos que confluyen,
de la mano en el misterio,
donde soy todo y la nada,
donde soy blanco y soy negro.
Tener sueños con los pies
y lanzar letras al viento,
es limpiar el corazón,
meditar en movimiento.
Cuando concluye el poema,
y la última nota va al cielo
los pensamientos se calman,
y disuelven los deseos.
No me importa en ese instante
el ser néctar o veneno,
si estoy escribiendo pasos
o si estoy bailando versos.