escritor1982

Recordar el dolor


En la inmóvil quietud de su retrato

la pureza de su angelical encanto

profesa la magna cautives de sus ojos,

que mis manos capturan

como cazando con el anzuelo del tiempo

las estrellas fugaces de mis recuerdos,

mas cual perfume de flores marchitas

son cabos incapaces de evitar mi caída

desde las cumbres de la soledad.

El desdén del tiempo por el olvido

ignora que la más corta distancia

entre dos corazones es la mirada

y la más larga es el adiós.