En el vértigo de las caminatas diurnas
sobre plazas que en mis sueños nocturnos bombardeo
en revancha a lo visto en la TV, me da
por persuadirme de dejar de caminar;
pero la gente empuja y en su afán de
abrirse camino hacia algún lugar hiere mi calma
amalgamándome en la misma masa que hace rato
me era bastante ajena.
he perdido mi batalla por ser yo,
ahora soy materia que rueda a merced de la
inercia, en fin, que ahora soy uno de los
violentos engendros de esta generación.
Irritable, como fiera, me he dejado crecer los
puños, el pelo y los colmillos, ahora soy
gárgola diurna que reclama su propio espacio...
En el vacío de la ducha, al momento que
me despojo de las garras adoptadas en las
citadas plazas, me da por encontrar un culpable,
de algún lugar vienen los caínes,
alguien tiene al fin la culpa.
¿Qué diablos hacemos, castrar a Adán o esterilizar a Eva?