'Persistencia de la memoria' - Salvador Dalí
Nunca lo vi tan inofensivo
parecía un águila:
ausente
de sus agudos ojos
y macabros garfios.
Así de herido
entre nubes subconcientes
encontré al Tiempo
gimiendo, desangrandose
viendo como le abandona
su espesa sangre brillante y dorada,
yo aproveché
cogí algunas de sus gotas de oro
y las llevé al final de un arco iris.
Se arrastraba
en los ecos del cemento,
intentaba coser su prisa y correr
pero estaba tan blando y zaherido;
su lucidez de prisa
se vio decramada, pálida y lenta.
Ya no era tan oro, ni sabio el tiempo.
-¿Cómo sanaran?
Se preguntaban los que tenían heridas abiertas en la memoria
sus llagas que palpitan como volcanes
apenas se manifiestan costras
y es un verdadero milagro si cicatrizan;
los amantes que esperan el migrar de los besos en su boca,
su espera se reduce a una utopía.
Entre las gentes
se alzaron los morosos a levantar sus copas
a echarse en el lomo del tiempo
y mirarse horas tras horas.
Una masa deambula
cansada de cargar los años
como si en ellos se reencarnara Matusalén,
con lágrimas de alegría
y los brazos izados al cielo
esperan su último segundo
pero el tiempo
ahí sigue cojeando
lamiendo la alegría de algunos
y el dolor de muchos.