Es la llamada tranquila, la serena quietud del verde de los campos;
la paz acurrucada en las olas imaginadas de este mar en calma;
el silencio del aire que acaricia el momento,
y la fragancia de la rosa que te regala la palabra amor.
Instantes de ternura bañados de ilusiones,
paseando por veredas abrazados a lo que somos;
dejándonos llevar del impulso guiado por los sueños
en busca de lo que siempre, acaso sin saber, deseamos.
Es la vida el anhelo que espera entre el alba y el ocaso,
el manto de esperanza dejado por la noche,
mientras la Luna susurra dibujando la palabra Paz;
es la verdad que no se entiende, aquella por la que se suspira;
y la mentira que se desdeña con la fuerza del silencio
preso de la cólera hija de la herida.
La ternura que nos llega y nos besa,
y nos deja acariciar el terciopelo de los colores;
la que llama callada tras la lágrima perdida;
la que busca un remanso en el río para dormir,
aquella que enseña a perdonar hablando de ti;
la que nunca marchó, la que siempre esperó
tapada de la rabia y el desconsuelo;
la que llena tus manos de motivos para luchar,
aquella que quiere dejarse abrazar.
(Jpellicer)