Exultante se esparce el amor,
mediando el flujo que conviene
ser implicito vertido,
explosión paulatina de sentidos
enebrando pasillos
hacia un horizonte convexo.
Desnudada primero,
la esencia, en forma y con olor,
transporta por el aíre el caramelo de las pieles,
mientras transpiran las arrugas del algodón,
embriagadas de la fragancia en sudor;
en una cara por luz
y en su reverso al vapor
de la vida y sus encantamientos.
La esfera se completa,
congrega en la unión
a las dos mitades
e invoca con desenfreno,
a la energía, cual llega,
irradia, desgrana los pétalos
con la espuma del gozo.
Y a resultas de la inmensa bravura,
con un estallido de sonidos,
se parte la mansitud del silencio.
Hablan los labios,
comunican por lengua carente de vocablos;
y por ello nace
la amplitud de un nuevo imperio.
318-omu G.S.(bcn-2011)