Mis ojos miran al río
y navegan en silencio,
en la barca de mi vida,
en la proa de mis sueños.
Se dirigen hacia el mar,
que los recibe en su lecho,
como la amada al amado
en un abrazo secreto.
Dulce himeneo el que sienten
mis ojos, mis pensamientos,
que se funden con el mar
abrazados al deseo.
Así se inicia el poema,
que te escribo en mi cuaderno,
con el mar y el río al fondo,
mi corazón, mis recuerdos…
Y mis manos temblorosas
escriben verso tras verso.
Y mis palabras son mudas…
tan sólo emiten los ecos
de las caricias ausentes,
que te escribo con mis dedos.
Y mis labios se estremecen
sin el rito de los besos,
de esa liturgia que es vida
y que los dos ejercemos.
En mi barca ya no hay vela,
donde se acunen los vientos.
La he convertido en las sábanas
donde se enrede el silencio
de caricias en caricias…
de mis besos en tus besos.