Se acabó el camino de los tórtolos
bajo sus alas el aire ya no se deja llevar
cayeron presas del viejo coyote
que vive del dolor, de la pena y el desamor.
Se acabó el encanto de los encantados
aquellos que lloraban de pura carcajada
que se besaban con los labios del correo
que para cada lagrimón había pañuelo.
Se acabó el cielo de aquellas nubes
las que flotaban gordas de algodón
ya no son mas que motas de grafito
que se expanden difuminando el sol.
Se acabó el amor de esos tarádos...
que eran únicos en su romance
Tórtolos como nubes encantadas
grises almas que no consienten mirarse.
Blas Roa