En donde la extinta paciencia
Hace gritar al más calmado
Le pido, otra vez, a mi esencia
Que lo que hago no sea en vano
En donde veo que no hay cambio
Y el esfuerzo no entrega nada
Le pido al aire que toca a mis labios
Que mantenga una existencia sosegada
Ahí, donde el mundo ha defraudado
A quien lo enfrenta con inocencia
Quien se niega a creer que el humano
Pueda actuar con tanta demencia
Le pido al fuego que calienta mis noches
En la soledad de la falsa compañía
Que me enseñe a diferenciar al fantoche
De aquel ser que guarda valía
Cuando la necedad agobia los días
De quien enaltece a los absolutos
Le pido a la tolerancia que sea mi guía
Sin entregarme a la crueldad de los puños
En la decepción que trae el engaño
De aquel que dice ser un amigo
Le pido a la sabiduría de los años
Que evite que mi corazón se vuelva frío
Cuando diferente es la fachada
Y no hay conexión con la cultura
Cuando una existencia es rechazada
Por haberse librado de las ataduras
Le pido a aquellos que me rodean
Que vean detrás de las vestiduras
Pues más allá de la banal estela
Todos somos de la misma natura
En donde la luz del día se ha alejado
Y las sombras me encuentran perdido
Le pido lumbre a los distantes hados
Que reflejan sueños en un cielo encendido
Cuando mi mundo se vuelva un desierto
Y tenga que caminar bajo calcinantes soles
En un horizonte que se muestra incierto
Y va sublimando a los peores temores
Le pido a mis fuerzas volverse agua
Para beber de ellas y seguir adelante
Que sirvan de acero para la fragua
Que forja coraje en mi semblante
Y cuando el tiempo se vaya acortando
Sabiendo que tanto hay inconcluso
Cuando los minutos se van escapando
Y voy creyendo que he sido un iluso
Le pido a mis ojos observar al pasado
Donde el actuar ha dejado huellas
Para entender que no ha sido en vano
Experimentar la existencia pasajera
Y cuando en mi ser no haya mañana
Aunque me espere tan solo el vacío
Quisiera partir con sonrisa lozana
A cualquiera que sea mi siguiente destino.
Andrés Ruiz H.