Después de tantos años,
sigo teniendo esas ganas locas de vivir.
La noche con el día se conjugan
para darme esos empujes vitales
que me hacen deslizarme lentamente
entre el tiempo y el espacio.
Después de tantos años,
amo, sueño, pienso y deseo.
La marca indeleble del las horas y los días,
me hacen disfrutar de cada instante
como si fuera el primero y el último aliento de mi vida.
Después de tantos años,
con todo lo que ha pasado, me detengo un poco
y descubro que estoy en el mejor momento,
en la única oportunidad de hacer de mí lo que más quiero.
Después de tantos años,
igual que antes, soy el mismo y a la vez distinto.
Me construyo y me destruyo, me armo y me desarmo,
me limito y me desato, me voy y me regreso:
como los ciclos de las Luna o del Sol,
o del Sistema Cósmico.