En la mazmorra de mi mente
ante mi claustrofobia a lo corpóreo
confieso mis infinitos puntos y rectas
sobre el espejo vegetal de mi tuétano.
De verso en verso mis manos
van deshojando el miedo
como cascando mi corazón.
Desnudando mis estambres,
y derrumbando mis murallas
rompen mi burbuja cúbica,
y entonces la distancia del olvido
es un olor familiar carente de dueño,
es el perfume de mar en la arena,
es el frágil silencio
de la calle llena de ausencia.